lunes, 17 de diciembre de 2012

A la izquierda opositora le favorece que haya pobres

Algunos columnistas, de quienes no hace falta mencionar nacionalidad porque existe la seguridad de que son iguales en todas partes con respecto al tema a tratar, hacen de su discurso una queja constante sobre el número de pobres y se muestran comprometidos con la hechura de métodos que los definen como tales.

Es asombroso, o llega a serlo, la cantidad de tiempo y esfuerzo que le dedican a la rigurosidad del cálculo, para establecer quién es pobre y quién no. Lo asombroso deja su lugar a lo ridículo cuando estos investigadores vician el sentido de su mismo método al convertirlo en un sucesión de micro datos provenientes de micro análisis, en una desmenuzación del consumo y el ingreso, con base en la seguridad de la conducta individual del carente. Es decir, ellos no sólo deciden quién es pobre y explican cómo, con sus cómos, sino que incluso se anticipan y explican cómo gastan su escaso ingreso y cuánto de ese ingreso gastan. Lo que significa que llegan a la conclusión de cuánto dinero (muchos de estos socialistas creen que darles dinero es la diferencia) les haría falta para salir de la pobreza. Algo increíble.

Los socialistas se distinguen por esto: por decirnos cómo y cuánto se gasta y se debe gastar, o cuánto se ingresa y cómo debe ingresar. Sin importarles si realmente están midiendo la pobreza de la misma forma que pregonan, es decir, con entidades separadas. Esto es, confunden pobreza con desigualdad.

Publicar cifras, notoriamente manipuladas por tablas y cálculos, para que coincidan con la percepción que tratan de darle al ciudadano común, es decir, la de un mundo o una sociedad llena de pobres, es justamente porque en esta percepción radica que la ideología socialista siga vigente. Lo anterior quiere decir que, si bien es cierto que la pobreza sigue siendo elevada en el mundo, y más en ciertas regiones, estas personas, que se dicen investigadoras, sobredimensionan las cifras de la misma manera que, acusan, hacen los políticos de los partidos rivales; las manipulan para crear en la sociedad el inevitable sentimiento fatalista y "ennegrecido" de que todo lo que se ha hecho, todo lo que se hace, es, ha sido y será un fracaso por la vía que se ha realizado.

A los intelectuales del socialismo les conviene que haya pobres -mejor dicho, que se sospeche-, porque sin ellos su razón ideológica no tendría sentido. A su ideología le conviene que exista en la sociedad un sentimiento de profunda injusticia e indignación porque es la manera en la que se mantienen presentes en ella, al generar una sensación de frustración generacional que luego comanda actitudes rebeldes, contestatarias y violentadoras, de las que se retroalimenta, pues es así como a la percepción fatalista de la sociedad y su fracaso, se unen el desorden y la inconformidad. Por eso, les resulta de lo más conveniente que las personas, al ver las tablas y gráficos estadísticos en diarios y revistas, noten que los pobres son muchos y que en lugar de descender, su número asciende. Y al llegar a este punto llegamos a una tercera percepción que a la izquierda le conviene que el ciudadano sienta: la inseguridad, la posibilidad constante de estallido y conflicto social; la probabilidad de que ese número de oprimidos y vejados ciudadanos olvidados y marginados, que cada vez son más, se levante y tome venganza. Digamos, que es el plan psicológico perfecto.

Es obvio que de este cosmos de percepciones y sensaciones sociales, ellos se benefician, pues al exponer al ciudadano continuamente, los errores, injusticias e irrealizaciones del capitalismo a través de los tiempos, y que no haya mejora a través de los mismos, ellos ofrecen, en cambio, una sociedad igualitaria, equitativa, incluyente, distributiva y cooperativa; es decir, la comarca de la paz y el progreso sociales, como una suerte de nación hobbit socialista. Y es obvio, que muchos ciudadanos distraídos, o poco enterados -por lo general los más jóvenes- suelen terminárselo creyendo.

Esta "trampa" matemática, que igual utilizan los   (neo) keynesianos, para darle vueltas a panes que ya están quemados, es una de las mejores maneras de control de las creencias e, insistimos, las percepciones sociales. Unos y otros tratan de demostrar que su obra es la legítima, pero la verdad es que el pecado sigue siendo el mismo: manipular los sentimientos del ciudadano y delimitar su libertad potencial.

Pero, volviendo al tema de la "creación estadística" de pobres, indudablemente a quien más les interesa que estos sigan "aumentando" año con año, período a período, es a ellos: la Izquierda no tendría sentido si la sociedad pasará a convertirse en una sociedad de integración al consumo; si se acabara la marginación y si los anteriormente pobres dejaran de serlo y pasaran a formar las filas de una bien alimentada y vestida clase media pujante y pudiente. Se quedarían sin seguidores. La Izquierda sigue vigente porque se sostiene de los que son pobres, se consideran pobres y son diagnosticados como pobres, así como todos aquellos ciudadanos de corte idealista y justiciero que se convencen que el socialismo es la única salida vigente de la "explotación" de millones de personas; las filas de seguidores se engrosan, aunque en menor número hoy día, por los que tienen miedo de que estalle el conflicto; ciudadanos estos últimos, que creen que es el socialismo (porque así lo pregona a viva voz todos los días el mismos socialismo), la única solución, el que los llevará a un paraíso de fraternidad, igualdad y libertad, a pesar de que el socialismo ha demostrado en la práctica estatal  que acaba cumpliendo con todo lo contrario.

Así, a la Izquierda no sólo le conviene crear la percepción de más pobreza constante en la sociedad, sino que incluso esto le permite mantenerse vigente a través de uno de los sentimiento más fuertes en el Ser humano: la incertidumbre barnizada con fatalidad.

* Investigadores, analistas y periodistas de inclinación socialista en México, divulgan continuamente datos que indican que el país tiene un 70% de pobreza (unos arriesgan más y la suben al 80%); estos datos son sumamente viciados y sobredimensionados. En Realidad, en México, la pobreza como situación de carencia de servicios básicos, no llega al 30%. ¿Cómo puede ser tan extenso el diferencial?

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