La Revolución Mexicana, un evento cultural ahistórico
La Revolución Mexicana no es para todos los mexicanos de la misma forma en que no es de uno aquello que no se hace suyo. Más del 50% de los mexicanos ignora las cosas más elementales de un evento que es justamente tomado como un espectáculo. La gran mayoría ignora cosas elementales; no comentamos aún aquellos que ignoran todo, que es otro importante porcentaje.
Realmente, los que conocen lo esencial, importante, en dimensiones justas y con conocimientos correctos, no sólo son pocos: no existen. No hay nadie que cumpla estas características; justamente porque no tienen los conocimientos correctos. Como toda historia de fuerte contenido social, político y económico, este acontecimiento histórico es asunto de manejo ideológico.
Para algunos investigadores, fue traicionada; para otros, cumplió su cometido; otros utilizan la palabra "compromiso"; para otros, ni siquiera fue una revolución; algunos más indican que fue un complot liderado por EE.UU. y otros más, en este mundo de creencias y sospechas que en la Historia siempre son abundantes, alegan que como hecho histórico quedó incompleto. Como sea, los que discuten esto son los mismos de siempre era tras era, no porque sean inmortales, sino que la estafeta pasa siempre a clones que repetirán las mismas cosas sin modificar mucho el número de integrantes. Y este es exactamente el "problema". Los que saben lo suficiente del tema, no son más que un puñado de ciudadanos. El resto es total o casi totalmente ignorante del mismo. Es sólo un consumidor de cuentos. Un actuante en una obra a la que ni siquiera asiste como elemento principal sino que es apenas un extra.
Todos los años, en la mayoría de las discoteques del lugar donde vivo, y asumo que en todas partes el fenómeno debe ser si no parecido muy parecido, el 15 de septiembre se convoca a asistir a "celebrar" las fiestas patrias incluso yendo disfrazado; esta temática se extiende al 20 de noviembre cuando cae en fin de semana. Y todos los años se incurre en el mismo grotesco: figuras de Emiliano Zapata mezcladas con otras de Miguel Hidalgo. No tienen ni idea de quién fue uno ni quién el otro.
En una encuesta de prensa, le pedían al ciudadano promedio que mencionara a tres "héroes" de la Revolución. Tres; ni siquiera les estaban aplicando una urracarrana sin piedad. Las respuestas dieron, desde risa hasta terror. Muchos, el 90%, al menos hubieran tenido la dignidad de excusarse y decir que tenían prisa, pero tomaban vuelo y abrían la boca sólo para evidenciar que la Revolución Mexicana no es un evento de consciencia real ni de entendimiento histórico. Situaron a Morelos en eventos que sucedieron un siglo después; a Juárez, que había muerto décadas antes, lo proclamaron parte; se dieron el lujo de convocar a esos asuntos a "entrañables" personajes como Josefa Ortiz de Domínguez, e incluso hubo respuestas de calidad psicótica al darle participación a políticos como López Portillo. Claro que Emiliano Zapata, Pancho Villa e incluso Venustiano Carranza estuvieron en primera fila dentro de muchas de las respuestas; pero fue tan raro que algún entrevistado completara bien la encuesta que era como para tomarle fotos y enmarcarla.
La Revolución Mexicana y la Independencia Nacional no son eventos de calidad histórica en México: son clichés sociales, son marcas no registradas de consumo una vez al año; son pretextos para darle vivas a algo; son empresas de la ignorancia, apenas emblemas comerciales, objetos de consumo, falsa realidad. Prácticamente nadie entiende su significado y muchos menos cómo ocurrió, por qué y qué produjo. En resumen: la Revolución Mexicana (y su hermana de Héroes de México S.A., la Independencia) son de naturaleza ahistórica y acrítica en esta nación que continuamente lucha por entenderse a sí misma.
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