Liberal en lo político pero no en lo económico
Una de las más grandes imposibilidades es negar que la contradicción sea posible mentalmente. Mentalmente cualquier cosa puede ser creada, ahora habría que ver si lo creado tiene un nexo entre lo verdadero con lo sensato.
Alguien que dice "me gusta mucho la música y oigo de todo, incluso reggaetón" comete una falacia inmediata a pesar del contexto de "verdad" inofensivo que rodea al juicio emitido. Y el error, o sea la falacia, no radica propiamente en la creación mental, porque ¿a quién no le gusta la música? Sería aberrante la existencia de alguien que no lo hiciera. La falla consiste en la totalidad del concepto de lo que es la música. ¿Qué es la música? Dado que el parámetro se ha convertido en una línea de creencias sobre ello, el concepto ha pasado a ser un producto divisible y manipulable cuando realmente sólo hay una explicación, sólo hay una verdad. Un concepto que, de ser aplicado como se debe convendríamos en que el reggaetón es música, pero de muy bajo gusto. Por lo tanto, a quien piensa así no le gusta la música en su sentido estricto: le gusta escuchar ritmos que le causan una sensación personal de permanente alivio. No es que le guste la música, le gusta "su música"; ese ritmo. Alguien que en verdad estuviera enamorado de la música, inmediatamente eliminaría géneros de bajo nivel y ascendería hasta llegar a la esencia del concepto. A nadie le puede gustar toda la música.
Lo mismo ocurre con los que dicen que son liberales políticamente, pero no económicamente. Se repite el mismo tipo de falacia, pero al revés. Aquí lo que sucede es que se desprecia un término por otro, pero en el fondo el problema es de creación mental. Así como la esencia de la música sólo es una, la esencia del liberalismo sólo puede ser una. Un individuo no puede ser político sin ser económico en una sola línea, porque es como decir que camina con el pie izquierdo pero no le gusta caminar el derecho.
Este error de construcción mental lleva a una falsa consciencia popular en donde lo que ocurre es que se transfiere el estigma o el prejuicio de mente a mente, creándose una sensación de control sobre la situación cuando en realidad se está cometiendo una contradicción diaria que produce efectos nocivos en la sociedad. Uno no puede defender libertades civiles por un lado sin defender otras libertades ligadas estrechamente con las libertades civiles y que son de índole económica. Quien defiende la postura que es liberal en lo social pero no en lo económico, es una persona completamente equivocada.
Esta idea última sí conviene a varios agentes de la sociedad, principalmente a los gubernamentales; y lo que es nefasto dentro de esa contradicción mental es que la contradicción que produce dentro del sistema productivo lo es más, pues a quienes beneficia singularmente que se piense de esta manera, es a los empresarios, justo a quienes el gobierno supuestamente debe controlar de no excederse con los empleados y obreros en general. La forma en que afecta las relaciones de intercambio social es que niega a los empleados la posibilidad de pelear sus derechos económicamente, es decir, en un sentido monetario y fiscal (en este caso), y los reduce a querer conseguir beneficios política y legalmente, es decir exactamente de la manera en que se enredan más las cosas. Todo por una negación mental que se ha vuelto cultura.
Veamos este ejemplo: A un ciudadano se le permite caminar libremente; hablar libremente; comer donde quiera, estudiar donde quiera; incluso votar por quien quiera. Pero no se le permite hacer uso de su dinero como quiera; para eso está el Estado, quien le quita sus ganancias bajo mil pretextos para utilizar a discreción esos montos en forma de planes sociales de equilibrio que lo único que ocasionan es derroche y malos servicios. Alguien que tenga libertades políticas igualmente debe tener libertades económicas en el mismo tenor, si no no estaríamos hablando de libertad plena, sino controlada. A quien le conviene que las personas piensen en la dicotomía libertad económica-libertad política, es a quien más le conviene quedarse con gran parte de las ganancias de los trabajadores. Saque usted sus conclusiones.
Si se es liberal en un extremo, se es automáticamente liberal en otro; no puede uno de ser liberal de medio tiempo, no es un empleo ni un hobby. Pero a algunos les conviene que se piense lo contrario; es decir, se ha vuelto el concepto del liberalismo un juego de palabras, una sensación, un evento manejable y gradual, como han hecho con la música. El verdadero liberal busca constantemente alcanzar la libertad, y deja atrás usos ideológicos de baja calidad.
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