viernes, 27 de julio de 2012


Programa 6, 7, 8. Se trata de una de las más ridículas y vergonzosas prácticas de control teleauditorial. El programa pertenece al canal del Estado argentino; o bueno, vaya, le pertenece a Cristina Fernández, la presidenta del país; es decir, en la práctica ella es la mandamás y todos los que trabajan en él no se preocupan por ocultarlo.

Las emisiones mantienen dos grandes posturas: intentar desacreditar y minimizar todo lo que la oposición mencione en contra del régimen, y apoyar hasta la risa y el absurdo lo que el gobierno estatal ordene, realice o haga.

Sus ataques son tan viciados que son predecibles. El aparato estatal y cultural del gobierno, plagado de izquierdista radicales y de otro sesgo, así como de mercenarios intelectuales y artísticos, no se cansa de llamar monopolio al gran grupo rival que se les ha enfrentado: Clarín ¿Ignorancia o malevosidad? ¿No saben sus economistas oficialistas lo que es un monopolio?

Estas y otras manipulaciones son la carta fuerte del programa. Uno de sus blancos favoritos, es el periodista Jorge Lanata, puesto que continuamente los vive asediando. ¿Por qué asediar a un gobierno como el de Cristina Fernández? Fácil: porque a cada paso que da, Argentina queda más asfixiada políticamente. Desde hace mucho se sospecha que quiere quedarse más tiempo en el poder, a costa de tener qué dejar algún "patiño" durante 4 años, hasta que vuelva como "libertadora". La democracia argentina está en riesgo; por ahora aún no lo es, pero está a un paso de ser una pantomima.

Este programa, 6, 7, 8, tiene como característica la linealidad, la obtusidad ideológica de sus comentaristas, panelistas, conductores e invitados. Muchos de los cuales más que conversar o discutir parece que se hallan en un trance colaboracionista.

Ellos dicen que el Grupo Clarín es fascista y destituyente. Apoyar una demagogia con objetivos dictatoriales es como para tomar el té con muñecas, ¿no?

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