lunes, 12 de noviembre de 2012

José Pablo Feinmann quiso desacreditar el 8N: "Es una protesta de lujo"

José Pablo Feinmann quiso desacreditar el 8N: "Es una protesta de lujo"

Decía hace ya sus siglos el filósofo inglés Francis Bacon, que la peor de las bajezas es la adulación. Y adular a los poderosos no sólo es lo más fácil, incluso llega a ser, por lo general, lo más conveniente. Pero también llega a ser lo más lamentable.

El hecho de que quien adule al poder de turno sea un ignorante es muy distinto a que lo adule alguien que ha estado pegado a la cultura desde sus tempranos años como escritor; y es lamentable porque no hay nada peor que la notorio cuando se trata de estas cosas; y más lamentable porque los intelectuales que sirven al poder de turno están siendo igual o más sinvergüenzas que los dueños del mismo si lo hacen mintiendo y sesgando lo más sacro para un pensador, alguien que se dice filósofo y maestro: la verdad. Un intelectual al servicio del poder es más peligroso y más culpable que una turba ignorante o un dogmático, pues estos últimos a final de cuentas, pasan por inimputables. Pero que alguien que teniendo conocimiento de la causa, la oculta y alcahuetea, es imperdonable.

Tener conocimiento y ser inteligente no necesariamente conducen a la verdad ni tampoco a la correctitud ni a la perfección; es cierto. Como dice el viejo adagio: nobody is perfect. Sin embargo la inteligencia y el conocimiento, la educación y la cultura propia sí pueden ser efectivas contra la fijación ideológica y la repetitiva dogmática que conduce al fanatismo. Y dudamos que José Pablo Feinmann, que es de quien trata este comentario, lo sea. 

Pero si no es un fanático del kircherismo, ¿Qué hace adulando? No es ninguna coincidencia esto. No puede ser una alegre coincidencia que alguien que ha vivido de cerca la historia argentina del poder y sus miserias, desde los golpes militares, hasta el peronismo intransigente, el menemiso y ahora este fenómeno tragicómico llamado kirchnerismo, diga tantas argumentaciones pueriles; dé cucharadas de dogma a los ciudadanos repitiendo para hacer que repitan lo que el gobierno quiere que sea el único discurso sobre la faz del territorio argentino. ¿Cómo se puede llegar a esto?

Feinmann ataca los que reclaman al gobierno argentino; denosta a los ciudadanos que exigen cuentas; maltrata verbalmente a quienes sólo están pidiendo que la Ley deje de ser prostituida por los funcionarios que defiende. ¿Cómo puede un pensador e intelectual, estar a favor de que se los tache de "gorilas", "golpistas", "comprados", "complotistas"? 

Una política de este país, Elisa Carrió, dijo en una entrevista televisiva que el único mérito que tuvo Néstor Kirchner como presidente de la nación fue saberle llegar al precio a cada uno. Elisa Carrió es una de las ninguneadas también por José Pablo Feinmann; acusada de ser ultramontana, extremoderechista. Sólo hace falta vestirla con un traje caqui, botas de montar, cinturón y pistola al costado, brazalete del nacional socialismo y colocarle bigotes chaplinescos, para que la vean como quiere Feinmann, y todos los cooptados por el poder, que la vean. Cuando lo único que ha expuesto Carrió es lo que todas las personas sensatas sabemos: que el gobierno argentino es cada vez más impopular, que Argentina no es Venezuela ni Cuba (a pesar de que muchos ingenuos e ignorantes se duermen soñando con eso) para que una pandilla de sinvergüenzas quieran tratarla así, que es un régimen lleno de funcionarios ineficaces, soberbios y déspotas, y lo más tenebroso: cínica y detestablemente corruptos a más no poder. Sorprende que esto es lo que apoya José Pablo Feinmann.

Una de las más grandes argumentaciones de José Pablo Feinmann en la nota es asegurar que lo que los argentinos quieren es volver a tiempos como los de Menem e irse a Miami como sucedía. Es decir, apoca la protesta a un nivel tal que reduce a todos los cientos de miles de reclamantes al infantilismo y la pobreza mental; como si sólo se tratara de cientos de miles de caprichosos "pagados" (porque esa palabra utiliza el pensador) por los medios de comunicación como Clarín, porque lo único que desean es vacacionar en Miami de nuevo, tal como sucedía en los tiempos de "dólares para todos" del menemismo. Qué enorme estrechez mental llegar a decir tal barbaridad.

Pero José Pablo Feinmann no es ningún estrecho mental; no nos equivoquemos. De hecho de eso hablamos, de que no lo dice ignorando la verdad. José Pablo Feinmann es simplemente lo que Antonio Gramsci describió como "intelectual orgánico" (qué lindo que un intelectual que apoya a un gobierno que se dice de tendencia izquierdista sea esto justamente); y para ser un intelectual orgánico primero hay qué saber dónde queda la dignidad, y una vez guardada esta bajo llave, en un baúl enterrado en una isla lejana, saber, acto seguido, dónde queda la tesorería para pasar a cobrar el costo de ser un adulador, uno más en quien el kircherismo demuestra la que es verdaderamente su única gran "gracia" y "aporte" a la política de alto vuelo que dice practicar: saberle llegar el precio a cada uno. Tal cual, Carrió. Tal cual como dijiste.

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