Lo que se sospechaba sucedería: menores de 18 años podrán votar en Argentina
11 horas duró la discusión (más bien pleito) entre la oposición y los diputados oficialistas, todos ellos ya en calidad de abyectos del régimen de Cristina Fernández, para que se diera punto final a la opción de voto para argentinos menores de 18 años y mayores de 15. Al final, los jóvenes tendrán derecho a elegir en las urnas a su "siguiente" mandatario. La propuesta oficialista, que se venía gestando como una mancha sospechosa desde mediados de año, se abrió paso ante la indignación de los argentinos que no están de acuerdo con la medida.
Y no están de acuerdo no por retrógrados ni cerrados, ni fascistas, en el peor de los casos, como los acusa el "progresismo" oficial, al servicio del corrupto gobierno de Cristina Fernández, sino porque en el fondo se conoce la causa a la que obedece esta Ley fast track que fue prácticamente impuesta por el método del montón y no por el diálogo democrático.
Al gobierno de Fernández le urge, cuanto antes, aumentar su número de votantes cautivos y manipulables, en vista de su objetivo más próximo y más desagradable de todos: la re re elección, o bien la caradurez de la perpetuación en el poder.
1 millón 380 mil jóvenes fueron habilitados para votar, gracias a esta ley. De los cuales, el 90% no trabaja y se duda de la cantidad real que estudia, donde voces "pesimistas" alegan que no son pocos.
El pretexto oficial es que ellos ya saben por qué votar y su importancia personal. La sospecha de los que no son oficialistas ni abyectos ni entregados al gobierno cada vez más criticado de Fernández de Kirchner, es que pronto habrá, de la noche a la mañana, empleo de recursos públicos, sumados a los que ya existen, para "apoyar" a este sector juvenil de la república, en claro aprecio por su condición de "incomprendidos" históricos de la sociedad. Al final, todo se va a traducir en que la intención gubernamental es la misma que la esencia del peronismo: inculcar en el votante la gratitud al régimen, como si las autoridades del mismo pagaran de su bolsillo lo que se gasta en la población subsidiada.
Pero lo que indigna más es la burla descarada del oficialismo, al argumentar que los menores tienen derecho a votar porque son capaces ya de discernir políticamente por qué deben hacerlo, y sus alcances morales. Pero no son capaces de discernir cuando roban y matan a quienes asaltan, pues curiosamente en ese aspecto la Ley es muy clara: todo menor de 18 años es inimputable de crímenes a mano armada, pues no son aún capaces de entender lo que hicieron. Es decir que Argentina es un país donde la edad y la acción moral son de dos planetas distintos; por un lado soy capaz de pensar, pero por otro no. O bien, que mi cerebro para votar es maduro (sobre todo si es para votar por Cristina Fernández), pero para robar o delinquir, no (sobre todo si al que afectan con la pérdida de patrimonio y vidas, es a la ciudadanía). Hermoso esbozo de la justicia, ¿no? Y así nos va.
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