viernes, 9 de noviembre de 2012

Obama y un triunfo marcado por la tendencia de la historia

La aplastante victoria de Barack Obama no fue fortuita; llegó a la Casa Blanca nuevamente por dos aspectos, uno eminentemente político, y otro eminentemente económico. Y ambos no fueron concienzudamente analizados por los votantes, sino se catalogarían dentro del esquema de "consciencia colectiva".

Primero, los fatales errores de Witt Romney que no parecieron mostrar que pertenezca a un modelo de pensamiento actualizado. El republicano, con mucha experiencia política y laboral, cometió uno de las torpezas más graves de un político: vivir fuera de tiempo. Alejado de la nueva era.

Le agrade o no a Romney, la vieja composición norteamericana promedio, blanca, conservadora, protestante, ciertamente discriminatoria y de temor compulsivo a lo externo, no existe más. Hace ya varios años EE.UU. está integrado en un 54% por el conjunto de las minorías latinoamericana, asiática y afroamericana; y las religiones de sus naciones de origen, sus costumbres, cosmovisión, han hecho de la nación más fuerte de la Tierra una nueva nación.

Romney usó un segundo discurso acartonado, invariable, inmodificable; en pocas palabras, pobre mentalmente para las necesidades de un país que ya es un país multidiverso. En pocas palabras, en un país que ya no tiene como prioridad gobernar como blanco para los blancos. Error terrible de Mitt Romney el haber parecido más un ejecutor de viejas políticas, que la esperanza de ser lo suficientemente cambiante, como para evitar quedar en el fango de la necedad.

Esto, en el aspecto político. En el económico se mostró la tendencia general que se ha venido dando en diversas partes del mundo, desde la severa crisis de 2008: la contraciclización de las medidas financieras y monetarias; es decir, se le dio la espalda por completo a las tesis neoclásicas que desde los años ´80 dominaron el panorama internacional.

Desde que en 1995, 1997 y 2001 quedara demostrada la insuficiencia a nivel global del neoliberalismo a la americana, el nuevo desgarre mundial del año 2008, que curiosamente tuvo su error en políticas laxas, contrario a lo estipulado por el neoliberalismo, llevó a que este último quedará del todo estigmatizado y pagó conjuntamente los platos rotos junto con las absurdeces fiscales de la FED. De tal manera que de 2008 a la fecha la política central económica del Estado pareció regresar a su viejo amor: Keynes. Es decir, se volvió a dar al Estado la confianza en que corrija los famosos "fallos del mercado", a la típica usanza del Gasto Público. Y esto es justamente lo que el partido Demócrata de Barack Obama ha mantenido a lo largo de la historia como política de Estado; justamente la manera de hacer economía que mejor les ha resultado a la vista de los votantes.

Así, los que votaron a Obama le fieron un voto de confianza al partido progresista por tradición, antiliberal y con rasgos más inclusivos a fuerza y a costa de recalentar las finanzas públicas. Algo raro que hubiera sido aceptado por los norteamericanos, quienes atraviesan una de las peores crisis fiscales desde los años ´70.

Sin embargo, parece que es peor la percepción que tienen de la economía neoclásica, a la que tal parece no se la quieren volver a encontrar en mucho tiempo. Después de todo, el votante no es economista; es simple y llanamente una voz que expresa como siente que le fue con en determinada época, y no tiene la particularidad de hacer del voto un análisis de variables. Sólo estima por medio del sufragio un estado de "consciencia colectiva" que justifica que no se siente seguro con los conservadores; que prefieren que su Estado haga más invirtiendo más, con lo que eso ocasione al Tesoro, que lo haga llevando al mundo, y al suyo más que a nada, a un nuevo colapso. Esa es su percepción. El error de Romney fue no haber hecho nada por tratar de cambiarla.


En el enlace podrán ver cómo quedó el mapa electoral este pasado martes 6 de este mes.


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