El aumento
al IVA en alimentos y medicinas, y otros artificios políticos…
El IVA, para ser comprendida
mejor su función como impuesto, debe pasar primero por la explicación de qué
es, o en qué consiste.
El Impuesto al Valor Agregado es
uno de los “rubros estrella” de las finanzas públicas de muchísimos países, ya
que es un impuesto ineludible a
cualquier plazo. Y consiste en gravar (imponer una tarifa) al valor mismo del
producto, bien o servicio al que el ciudadano accede mediante un pago.
Cuando se produce una bicicleta,
por ejemplo, los componentes de la misma: manubrio, pedales, ruedas, ejes,
sillín, tienen un costo diferenciado dentro de los costos del bien; estos
costos son en los que incurre la empresa que produce la bicicleta, y mientras
más caros sean esos componentes, determinado todo por la calidad de los mismos
dentro del proceso que llevó a tenerla lista, el impuesto a la persona que se
hace de uno de estos medios de transporte es mayor. Es decir, todo lo que
cuesta el producto en sí (si la bicicleta cuesta 100 pesos, digamos) sufre una
tasa impositiva por su valor. Si el IVA es del 2%, además de los 100 pesos, el
comprador pagará 102 pesos, la diferencia se la lleva el Estado.
El I.V.A. es un impuesto que está
en todas partes, luego de visto esto. Y es un impuesto del que no puedes
escapar, a diferencia de otros, que puedes evadir científica o mañosamente. Por
eso es que el interés de esta administración federal es tanto, porque como
gravamen, el Impuesto al Valor Agregado es una garantía fiscal de ingresos.
Pero, ¿es en verdad necesario que
se incremente el I.V.A.? ¿Y que se aplique a bienes sensibles como el alimento
y los medicamentos? ¿En realidad esto es indispensable?
Depende de quién lo diga, por qué
lo diga y hasta cómo lo diga. Lo que importa aquí es qué busca el Gobierno
Federal con esto. Obviamente, ingresar más dinero al tesoro público, pero… ¿por
qué? ¿Realmente necesita este dinero? ¿Es este aumento algo justo? ¿A quién
perjudicará más?
Bueno, tratemos de responder a
estos cuestionamientos, primero con un simple dato: el IVA actual en México es
de un 16% a tasa nominal. El Gobierno Federal, encabezado por la administración
priísta quiere elevarlo entre 3 y 6 puntos: del 16 al 22% a medicinas y
alimentos. Esto para muchos es algo aceptable; para otros es una barbaridad.
Otro dato, en Europa las tasas a
alimentos y medicinas no superan el 7% en países desarrollados. Dentro de la
OCDE incluso una tasa impositiva a alimentos y medicamentos que rebase el 9% es
considerado un abuso y un error. En México, alentados por sectores de patrias
anteriores y segmentos de aplaudidores del presidente, que nunca van a faltar,
ven como “necesario” que se aplique un impuesto del 19%, como mínimo, al tipo
de consumo más importante de los mexicanos. ¿Basados en qué? Basados en que
México es el segundo país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico) que menos logra recaudar dinero por vía impositiva (12.5%
del PIB) y en que hay necesidades urgentes que cubrir. ¿No suena acaso igual al
mismo discurso de todos los tiempos?
En Suiza, el impuesto a los
alimentos es de apenas el 2.5%. Y todos sabemos que en Suiza no hay pobres.
Muchos dirán que por eso no es necesario darle más dinero al Estado. Pero aquí
hay una trampa en la idea. Y esta trampa radica en el hecho de explicar cómo se
aplica un impuesto tan importante a una población como la mexicana, que a
diferencia de la suiza les aseguro que sí sufrirá el impacto de la medida.
México posee alrededor de 114
millones de habitantes; de esta enorme cantidad, el padrón impositivo (todos
los que están dados de alta en Hacienda como contribuyentes), lo constituyen 37
millones de personas. Es decir, 1 de cada 3 mexicanos paga impuestos. Lo
curioso es que según datos quienes trabajan son 44 millones. 7 millones de
trabajadores no pagan impuestos. O pagan muy poco. ¿Quiénes serán estos
misteriosos 7 millones de trabajadores que no pagan impuestos como los demás?
Curiosidades de un país como este.
Los tres impuestos más
importantes con los que las Finanzas Públicas mexicanas “hacen su agosto” año
con año, son el Impuesto Sobre la Renta, que es el impuesto que más ingresos
deja a la Federación (50% del total); y lo sigue el I.V.A. (35.4%); el resto
fiscal (10.6%), se distribuye entre otros impuestos como el IETU. En total, el
Estado aglutina año con año la enorme cantidad de casi 1 billón 500 mil
millones de pesos por vía impositiva. Es decir, los impuestos le procuran al
Estado Federal el 42% de todos sus ingresos anuales. Un dineral.
Sin embargo, 4 años después
vuelven a la carga para imponer a la población una forma extractiva de recursos
que no pueda evitar. La menos inevitable de todas: comer y curarse. Una
maravilla.
Se supone que un incremento del
19% a los alimentos y medicinas impulsará los ingresos federales tributarios un
2%, es decir, alrededor de 30 mil millones de pesos. Estos 30 mil millones
serían pagados por todos los mexicanos que con unos billetes en la mano salgan
a comer algo o a comprar medicinas, es decir, no a hacer cualquier cosa. Muy
racional desde el punto de vista gubernamental, ya que la forma más eficiente
de evitar evasores es cobrar a todos por igual, “aplanar” el impuesto,
“democratizar” en su máxima expresión el tributo. Con esto ganan todos. No es
cierto: con esto sólo gana el gobierno federal; cosa que sería respetable si
pudiera explicar para qué quiere más dinero. Pero no explica nada. No dice por
qué. Sólo dice que es necesario. Así como cuando llega alguien corriendo a su
casa y pide 500 pesos y le pregunten “¿para qué quieres tanto?” y como
respuesta dé un “lo necesito, luego te explico”, así es esto del I.V.A. a
alimentos y medicinas impulsado por el actual gobierno en turno. Nadie sabe por
qué quiere más dinero.
Muchos tienen el temor, duda,
idea, sospecha, curiosidad, angustia, que este dinero va a ser utilizado en el
maquillaje político del régimen actual para hacerlo quedar “bien bonito” ante
la sociedad, mediante programas electoreros y manipuladores (como parece que
está resultado la tragicómica Cruzada contra el Hambre). Muchos, y la verdad
conociendo al PRI por qué dudarlo, tienen la seguridad de que este dinero va a
perderse en la Nada política, en los
bolsillos de empresarios, legisladores, funcionarios, burócratas y demás fauna,
con tal de hacer pasar a la administración de ahora como un ejemplo de santidad
y buenas costumbres.
Todos saben que el “gran amigo
fiscal” de los gobiernos federales ha sido PEMEX, empresa a la que han
desfalcado y explotado (esos son los términos adecuados para describir su situación)
a tal grado que ahora no genera ingresos ni para pagarle un respiro que la haga
tener un “ahorro”. No, PEMEX ya no va más.
La urgencia de este gobierno es
que se le están agotando las vías tradicionales de ingresos públicos, así que
no tiene de otra más que meter mano al bolsillo del ciudadano y poder impulsar
mejoras que son indispensables, mismas que no dicen cuáles son, como
explicábamos antes. ¿Acaso este dinero que se requiere, es para apuntalar
PEMEX? ¿O es para programas disfrazados de buena onda como la Cruzada contra el
Hambre? ¿Es para que se haga frente a los 255 compromisos de campaña que el
letradísimo presidente de este país firmó? ¿Para qué es el dinero? ¿Es para un
fin económico o político?
La falacia de que el aumento al I.V.A. a alimentos y
medicinas es para que los ricos paguen más
Es una de las frases más
repetidas por los funcionarios, legisladores y hasta empresarios mexicanos
afines a esta medida: decir que con este impuesto se va a “aplanar” la
contribución y pagarán más quienes más consumen. Lo monumental de esta
afirmación es la dejadez mental que hay en ello.
Seamos sensatos y usemos la
lógica para ver que la afirmación que hacen los adláteres, aplaudidores,
jilgueros, voceros ex profeso, cheerleaders y silbadores tipo rock star del
régimen actual es una falacia, un sofisma, cuando sostienen que con este
impuesto a medicinas y alimentos son los grandes ricos y millonarios los que
van a tener que soltar más de su billetera y chequera y que los pobres y medio
pobres sólo sufrirán momentáneamente las consecuencias ya que dependerá de un
“ajuste” (uno de los términos económicos más informales y cínicos que han
existido) hasta que esto pase.
Tenemos otro dato, para “ajustar”
la explicación de que esto es una falacia: los países más ricos del mundo son
los que menos ricos tienen en las listas Forbes. Noruega, Suecia, Alemania,
Japón u Holanda, que son sociedades ricas de verdad, no tienen personajes en
las listas de multimillonarios de la revista Forbes que naciones como México sí.
¿No es llamativo? Esto significa que son países con bajísima desigualdad
económica y social. Y por lo tanto aplicar un impuesto a medicinas y alimentos
sí sería equitativo y equilibrado. México tiene dentro de los 100 millonarios
más acaudalados del mundo a 4 personas. El 4%. Entre los 4 poseen casi 2
billones de dólares. ¿De verdad creen que estas personas van a padecer un
incremento en el I.V.A. a alimentos y medicinas?
En México 290 mil familias ganan
al mes poco más de 100 mil pesos. Pero más de 1 millón 600 mil familias viven
al mes con 500 pesos. Tenebroso, ¿no? La situación empeora: el 52% de los
mexicanos vive en niveles cercanos a la pobreza. 10% vive en pobreza total y
extrema. Alrededor del 28% tiene ingresos medios y sólo un 10% es rico. Si comprimimos
estas cifras este 10% ganaría alrededor de 66 veces más que el 10% más pobre,
lo cual quiere decir que los ricos del país tendrían en sus manos alrededor del
85% del total de la riqueza en sus manos; lo demás queda para el 90%, del cual
más del 50% no alcanza al mes los 4 mil pesos. Sólo un 40% de los mexicanos
ganaría entre 6 y 8 mil pesos mensuales (hablando en conjunto familiar).
Hay que ser ingenuo o malicioso
para creer que esas 290 familias ricas van a gastar tanto en comida y medicinas
que superarán al 90% de mexicanos que comprarán lo mismo. Por más dinero que
una familia tenga, no va a gastar 66 veces más en comida y medicamentos de un
día para otro. Lo que va a suceder es que estas familias sufrirán un decremento
del 3% en sus “finanzas”, cosa que no es
probable que los afecte en lo más mínimo; 3% que sufrirán en la misma vía
alrededor de 20 millones de hogares mexicanos y en los que sí vale usar el
término “sufrir”.
Es decir, concretemos el punto
anterior: lo que importa al momento de cobrar un impuesto es la cantidad de
consumidores a los cuales se lo aplique. Mientras menos sean estos
consumidores, menos se recauda. El hecho de que los ricos en México ganen entre
el 47 y el 66% más que los más pobres no significa que vayan a consumir alimentos
y medicinas en igual promedio. Eso es absurdo. Sería como decir que si una
persona de clase media consume dos tortas al día y paga el I.V.A. por esas
tortas un multimillonario o rico comerá entre 94 y 132 tortas al día.
Lo que los especialistas y analistas
gubernamentales tratan de “vendernos” es la idea de que los ricos de México
consumen menos pero lo que consumen es muchísimo más caro que lo que consume el
90% del país. Esto es verdad, ni para dudarlo; no creemos que un rico en México
coma tacos de dos pesos; pero tampoco creemos que coma caviar al levantarse.
Una cosa es la necesidad elemental y otra el consumo marginal. Los ricos
comerán y se medicarán con más calidad, pero su consumo no será atroz ni tan
elevado como para que los 30 mil millones de pesos que el gobierno federal
pretende recaudar vengan de sus bolsillos en su mayoría. Pensar eso es
ridículo.
Hagamos un ejercicio básico. El
promedio mensual de los mexicanos que trabajan es de 3 750 pesos. Siendo 44
millones el estimado laboral, la suma de sus ingresos sería de 165 mil millones
de pesos al mes. Se calcula, a su vez, que si el mexicano promedio gasta
alrededor del 70% de su sueldo en alimentos y medicinas estaríamos hablando de
que 115 mil 500 millones de pesos se gastarían en estos rubros, del 100% del
salario global. 1 billón 386 mil
millones de pesos al año en consumo de alimentos y medicinas. Si el I.V.A.
subiera del 16 al 19% como pretende esta administración, el Estado se haría de
entre 30 mil y 40 mil millones de pesos, solamente con el consumo de los
trabajadores promedio. Por el otro lado, 1 billón 235 mil millones de pesos
provendrían de las casi 3 millones de familias más ricas del país, alrededor de
730 mil individuos. Estos individuos, en teoría, tendrían que aportar al año otros
37 mil millones de pesos, pero para eso tendrían que consumir tanto como los
otros 44 millones, es decir de 60 a 66 veces más por día, semana, mes. Lo cual
es a todas luces ridículo. Por lo tanto el peso del impuesto que mencionamos va
a recaer en los más de 44 millones personas que trabajan. Una cosa es ser rico,
y otra, ingenuo.
El impuesto al I.V.A. y el misterio de su destino
Como desde hace décadas, se nos
informa que los recursos obtenidos por esta suba impositiva irán a obras de
carácter social e infraestructura. Y una de las cosas más graciosas es que
incluso se destinarían a “aminorar el impacto” que afectaría a los millones de
pobres si esta alza ocurriera. ¿Entonces si van a subir el impuesto para qué
reutilizar el dinero en devolverlo? ¿No es ilógico? Es como que me pidan 200
pesos de cuota para contribuir al bienestar de mi vecindario y me lo regresen
al mes en forma de comida o de pago de electricidad. ¿Qué caso tiene esto?
Mejor no me lo quiten, y listo. Lo que quiere decir que este tipo de políticas
fiscales se usan para mover el dinero de un lado a otro sólo para que quien lo
mueve quede como un dador y otorgador de beneficios, como un preocupado por el
Pueblo, como un noble administrador. Es simplemente dar vueltas para quedar en el
mismo lugar.
¿Qué va a hacer este gobierno con
la recaudación? ¿En qué se va a gastar? Muchos especialistas que defienden la
medida mencionan que los que están en contra usan recursos argumentativos
arcaicos, o del pasado, como que “se lo van a clavar”, o va a terminar en el bolsillo de todos menos
de la sociedad. Sin ser arcaico, a través de la historia política y económica
de este país ha quedado demostrado que tristemente así ha ocurrido muchísimas
veces; y más cuando se ha tratado que gobierne el PRI. Y quien diga que esto es
falso, es un egresado con mención honorífica de la escuela del cinismo y la
desvergüenza.
¿Por qué no sospechar del
Gobierno Federal? Si no da explicaciones claras qué podemos pensar. El caso
SEDESOL en Veracruz es una muestra muy notoria y reiterativa de que no se puede
confiar en esta gente. Si el dinero que piensan recaudar del Impuesto al Valor
Agregado para medicinas y alimentos no tiene más objetivo que servir a
intereses electorales, políticos y manipulaciones sociales ¿entonces a dónde
nos estamos dirigiendo? ¿A lo mismo de siempre? Una cosa es clara: al gobierno
en turno no parece interesarle quién pague, simplemente le interesa cobrar y
tener ese dinero ya; ningún tributo que se aplique a algo fundamental como el
alimento o los medicamentos (y sobre todo con tasa del 19%) se va a llevar
adelante sin afectar a la mayor parte de la sociedad y seguir su paso como si
nada. No sólo va a traer inflación, también va a generar más insuficiencias
domésticas de carácter cualitativo. Pero vivimos en un país donde no queremos
aprender del pasado.