viernes, 21 de diciembre de 2012


Tal cual, tal cual...


El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en México, o "cuando ya no es justo tampoco tener sindicatos".

¿Quién manda en México? ¿El sindicato o el gobierno?


Los niveles educativos en México ofrecen una mejora a cuentagotas. Ha habido progresos, en efecto, pero han sido pequeños y demasiado caros para sus logros. De 1990 a la fecha, cuando se reformaron los planes de estudio y se decidió a incrementar el presupuesto al rubro educativo, la cantidad de alumnos que egresó del nivel básico se amplió, así como la cantidad de alumnos de nivel medio y superior. Pero de 1990 a la fecha la tasa de mejoría en este sentido no ha pasado del 6%. Hoy, del 100 % de alumnos que ingresa en la educación preparatoria, por ejemplo, sólo sale un 52%. Y de ese 52%, sólo continua sus estudios un 55%, y egresa sólo una parte de estos. Estas cifras no eran tan distintas hace 22 años, el diferencial, como se explicó arriba, no supera el 10%. En 22 años.

Sin embargo, a pesar de esta mediocridad latente de alumnos e institución, los aportes financieros al sector aumentan año con año. En 1990 era de alrededor del 6.1 del PIB; en el 2000, del 7%, y hoy, en 2012, es del 6.3%; cuando se numeriza se nota. sin embargo. el aumento de los aportes: más de 70 mil millones de pesos en 1990; en el 2000 la cifra superó los 329 mil millones de pesos. Y el presupuesto del 2012 fue de más de 530 mil millones de pesos. Y los resultados por su parte, no mostraron logros dignos de comentarse.

¿Por qué se destina cada vez más dinero público a un rubro, y hay tan magros resultados? ¿En dónde reside la ineficiencia? Muchos consideran que el problema más grande lo ocasiona el mismo sindicato nacional de maestros. 

La cuestión es muy sencilla: del 100% del presupuesto mexicano destinado al sector, más del 90% es para los profesores de los niveles inicial, básico y medio del Estado. Gasto Corriente a cambio de inversión. Cosa fácil y donde se encuentra este embudo de resultados.

Si uno atiende a esta cifra, 92%, no queda más que asustarse, o preocuparse o indignarse, puesto que si el apoyo está completamente volcado a los maestros, cómo es posible que no den los resultados que se esperan. He ahí donde el sindicato nacional de maestros, el más importante, el SNTE, mete las garras.

El sindicalismo ya no es un asunto de justicia desde hace mucho tiempo. Los agremiados a este tipo de estructuras sólamente permutan su ética laboral con la comodidad y seguridad que les ofrecen los líderes sindicales. Estos, a su vez, mantienen a estos trabajadores "contentos" a cambio de afianzar su poder. Un poder tal que su negociación sexenio presidencial con sexenio presidencial siempre los beneficia y hace cumplir todos sus caprichos. Temor es la palabra indicada. El gobierno mexicano le tiene temor al sindicato de maestros del SNTE.

El SNTE es un sindicato de lo más oscuro, pero de los más vivos: el Estado, como debe ser, pagas sueldos, salarios, pensiones, jubilaciones de todos ellos; pero el sindicato es que el elige quién da clase, quién no, si una política va o no va, e incluso desprecian y se burlan abiertamente de los controles que impone el gobierno federal en política de ingresos, evaluaciones, análisis de resultados, cuentas públicas y control de gastos. Abiertamente, el SNTE es quien manda donde sólo puede mandar el Estado. Es decir, el sindicato, cuya función debe ser velar por las mejores condiciones laborales de sus agremiados, ahora es quien dicta cómo debe hacerse; esto es, el sindicato mexicano del SNTE no sólo quiere ser empleado, sino también el patrón. Y esto es algo debe quedar claro: el sindicato no es quien manda. Sus prestaciones están más que aseguradas. ¿Qué más quieren?

Esta agrupación, por cada negociación económica a su favor, sólo perjudica a los demás sindicatos menores que no son tan fuertes. Y por cada negociación que no obtienen, salen a tomar las calles, afectando a los alumnos por los que se les paga para que enseñen. 

Desde 1990, el SNTE ha producido, con sus actos de control de plazas y política de amedrentamiento laboral, un evidente rezago educacional, al tolerar y permitir el ausentismo, la baja preparación académica de sus profesores, le desobediencia a la autoridad; con todo lo que ello implica.

Todos los años se gasta más en ellos, todos los años se crean más controles para dar clase, se crean más cursos de capacitación, más cursos de actualización (a los que sólo van a comer galletitas muchísimas veces). Y todos los años es lo mismo: bajo aprovechamiento escolar; baja tasa de egresos, deserción más allá de lo proyectado, estudiantes muy mal preparados, inequidad infraestructural, errores y más errores. Todo acompañado de una enorme corrupción burocrática que se agiganta como el presupuesto que "chupa" anualmente sin devolverlo como debe, que es mediante la actuación meritoria de sus agremiados. Tan sólo en el Estado de Guerrero, en el sur de México, hay más de 12 500 "comisionados" del SNTE (es decir, que no hacen nada porque están en "servicio" sindical) cuyo costo es de más de 3 mil millones de pesos. Amén de los grandes líderes y cómplices de la lideresa "suprema", quienes perciben más de un millón de pesos mensuales. ¿Por qué? ¿En esto se convirtió un sindicato? Un ente concebido para ser justo e igualitario con el trabajador, se convirtió en secuestrador disfuncional de toda una sociedad, una sociedad de trabajadores como ellos. Y secuestradores de algo fundamental: la educación.

Claro está que el SNTE no "gobierna" en todos lados, no es "dueño" de la voluntad de todos los trabajadores  educacionales del país (afortunadísimamente); pero del 100% de todos los maestros de México, la SNTE engloba más de 400 mil. Un ejército. Tan grande y tan bien organizado que estamos ante los efectos de lo que sucede cuando los gobiernos dejan que avancen demasiado; tanto que ahora los líderes de estos gremios creen que son los que mandan; que son los patrones; los jefes; se conducen como quienes  pagan el dinero que sus agremiados se gastan. Ellos piensan que son las vedettes, las divas del escenario social. Ya no son un sindicato como tal, como fue imaginado y pensado hace más de 180 años; el sindicato se ha convertido en un verdugo de la democracia, de la justicia y de la igualdad. Su función, su verdadero sentido, ya no existe. Y por ello, hay que combatirlo, reducirlo, si es preciso acabar con él, y volverlo a hacer, como se debe. Es el único camino, o si no, se terminará comiendo más el presupuesto, dando a cambio basura improductiva. Y los que pagan por esto, los ciudadanos a los cuales el Estado les confisca sus ingresos vía impositiva, son quienes merecen tanto explicaciones como resultados.

El SNTE ya no cumple con su función sindical. Ya no actúa ni siente como un sindicato. Se ha convertido en una mafia de poder y de privilegios. No es para esto que nacieron los sindicatos. El SNTE sólo está afectando a la sociedad mexicana. Algo para lo que no se crearon los sindicatos en México. El SNTE incita a la desobediencia, desorganización, caos y desigualdad laboral. Algo para lo que no se crearon los sindicatos. El SNTE parece un sindicato, pero se comporta como lo que es: una mafia. Y a la mafia hay que combatirla y eliminarla, antes de que tú le termines pagando, sin nada a cambio.



lunes, 17 de diciembre de 2012

A la izquierda opositora le favorece que haya pobres

Algunos columnistas, de quienes no hace falta mencionar nacionalidad porque existe la seguridad de que son iguales en todas partes con respecto al tema a tratar, hacen de su discurso una queja constante sobre el número de pobres y se muestran comprometidos con la hechura de métodos que los definen como tales.

Es asombroso, o llega a serlo, la cantidad de tiempo y esfuerzo que le dedican a la rigurosidad del cálculo, para establecer quién es pobre y quién no. Lo asombroso deja su lugar a lo ridículo cuando estos investigadores vician el sentido de su mismo método al convertirlo en un sucesión de micro datos provenientes de micro análisis, en una desmenuzación del consumo y el ingreso, con base en la seguridad de la conducta individual del carente. Es decir, ellos no sólo deciden quién es pobre y explican cómo, con sus cómos, sino que incluso se anticipan y explican cómo gastan su escaso ingreso y cuánto de ese ingreso gastan. Lo que significa que llegan a la conclusión de cuánto dinero (muchos de estos socialistas creen que darles dinero es la diferencia) les haría falta para salir de la pobreza. Algo increíble.

Los socialistas se distinguen por esto: por decirnos cómo y cuánto se gasta y se debe gastar, o cuánto se ingresa y cómo debe ingresar. Sin importarles si realmente están midiendo la pobreza de la misma forma que pregonan, es decir, con entidades separadas. Esto es, confunden pobreza con desigualdad.

Publicar cifras, notoriamente manipuladas por tablas y cálculos, para que coincidan con la percepción que tratan de darle al ciudadano común, es decir, la de un mundo o una sociedad llena de pobres, es justamente porque en esta percepción radica que la ideología socialista siga vigente. Lo anterior quiere decir que, si bien es cierto que la pobreza sigue siendo elevada en el mundo, y más en ciertas regiones, estas personas, que se dicen investigadoras, sobredimensionan las cifras de la misma manera que, acusan, hacen los políticos de los partidos rivales; las manipulan para crear en la sociedad el inevitable sentimiento fatalista y "ennegrecido" de que todo lo que se ha hecho, todo lo que se hace, es, ha sido y será un fracaso por la vía que se ha realizado.

A los intelectuales del socialismo les conviene que haya pobres -mejor dicho, que se sospeche-, porque sin ellos su razón ideológica no tendría sentido. A su ideología le conviene que exista en la sociedad un sentimiento de profunda injusticia e indignación porque es la manera en la que se mantienen presentes en ella, al generar una sensación de frustración generacional que luego comanda actitudes rebeldes, contestatarias y violentadoras, de las que se retroalimenta, pues es así como a la percepción fatalista de la sociedad y su fracaso, se unen el desorden y la inconformidad. Por eso, les resulta de lo más conveniente que las personas, al ver las tablas y gráficos estadísticos en diarios y revistas, noten que los pobres son muchos y que en lugar de descender, su número asciende. Y al llegar a este punto llegamos a una tercera percepción que a la izquierda le conviene que el ciudadano sienta: la inseguridad, la posibilidad constante de estallido y conflicto social; la probabilidad de que ese número de oprimidos y vejados ciudadanos olvidados y marginados, que cada vez son más, se levante y tome venganza. Digamos, que es el plan psicológico perfecto.

Es obvio que de este cosmos de percepciones y sensaciones sociales, ellos se benefician, pues al exponer al ciudadano continuamente, los errores, injusticias e irrealizaciones del capitalismo a través de los tiempos, y que no haya mejora a través de los mismos, ellos ofrecen, en cambio, una sociedad igualitaria, equitativa, incluyente, distributiva y cooperativa; es decir, la comarca de la paz y el progreso sociales, como una suerte de nación hobbit socialista. Y es obvio, que muchos ciudadanos distraídos, o poco enterados -por lo general los más jóvenes- suelen terminárselo creyendo.

Esta "trampa" matemática, que igual utilizan los   (neo) keynesianos, para darle vueltas a panes que ya están quemados, es una de las mejores maneras de control de las creencias e, insistimos, las percepciones sociales. Unos y otros tratan de demostrar que su obra es la legítima, pero la verdad es que el pecado sigue siendo el mismo: manipular los sentimientos del ciudadano y delimitar su libertad potencial.

Pero, volviendo al tema de la "creación estadística" de pobres, indudablemente a quien más les interesa que estos sigan "aumentando" año con año, período a período, es a ellos: la Izquierda no tendría sentido si la sociedad pasará a convertirse en una sociedad de integración al consumo; si se acabara la marginación y si los anteriormente pobres dejaran de serlo y pasaran a formar las filas de una bien alimentada y vestida clase media pujante y pudiente. Se quedarían sin seguidores. La Izquierda sigue vigente porque se sostiene de los que son pobres, se consideran pobres y son diagnosticados como pobres, así como todos aquellos ciudadanos de corte idealista y justiciero que se convencen que el socialismo es la única salida vigente de la "explotación" de millones de personas; las filas de seguidores se engrosan, aunque en menor número hoy día, por los que tienen miedo de que estalle el conflicto; ciudadanos estos últimos, que creen que es el socialismo (porque así lo pregona a viva voz todos los días el mismos socialismo), la única solución, el que los llevará a un paraíso de fraternidad, igualdad y libertad, a pesar de que el socialismo ha demostrado en la práctica estatal  que acaba cumpliendo con todo lo contrario.

Así, a la Izquierda no sólo le conviene crear la percepción de más pobreza constante en la sociedad, sino que incluso esto le permite mantenerse vigente a través de uno de los sentimiento más fuertes en el Ser humano: la incertidumbre barnizada con fatalidad.

* Investigadores, analistas y periodistas de inclinación socialista en México, divulgan continuamente datos que indican que el país tiene un 70% de pobreza (unos arriesgan más y la suben al 80%); estos datos son sumamente viciados y sobredimensionados. En Realidad, en México, la pobreza como situación de carencia de servicios básicos, no llega al 30%. ¿Cómo puede ser tan extenso el diferencial?

Entretenido video, que ironiza mediante jingles las tesis del gasto y compara mediante otros jingles la posición del ahorro como función de producción de riqueza.

La deuda se paga con la maquinita

Libertad y Progreso Editor

EL CRONISTA.- El Ministro de Economía Hernán Lorenzino dijo respecto al pago de la deuda: “Lo hacemos con recursos genuinos y no apelando a la maquinita de la deuda”.

Es cierto que el Gobierno no abona los vencimientos colocando más pasivos, pero el resto no es verdad. La única ‘maquinita‘ que tiene el gobierno para financiarse es la de fabricar pesos y cobrarnos el impuesto inflacionario, que no es precisamente un “recurso genuino”.
Cuando el Banco Central da la información que justifica el aumento de la cantidad de base monetaria, sólo pone las transferencias que hace en pesos como consecuencia del financiamiento al gobierno.

Sin embargo, no hay diferencia entre que emita dinero local y compre divisas para dárselas al Poder Ejecutivo, a que le dé directamente los pesos y éste adquiera los dólares en el mercado.

Entendido el punto, se puede corregir la información del Central y, en el justificativo del incremento de la oferta de moneda, como financiamiento al gobierno, sumar las reservas que se le transfirieron. Al hacerlo encontramos que, en 2010, ese monto fue equivalente a casi 120% del aumento de moneda local; lo que obligó al BCRA a sacar parte del mercado, colocando pasivos remunerados propios. Es decir, no sólo emitió, sino que se endeudó para financiar al Poder Ejecutivo.

En tanto, en 2011, le dio recursos al gobierno por casi 117% de lo que creció la base monetaria y, para no afectar negativamente el mercado de crédito en un año electoral, sacaron el exceso vendiendo reservas internacionales. Aunque, también, podemos decir que le transfirió al Poder Ejecutivo todo lo que aumentó la cantidad de pesos mas gran parte de lo que perdió de su stock de divisas.

Así, la solvencia del Banco Central se diluyó para financiar al gobierno, incrementando sus pasivos y perdiendo sus activos valiosos, a cambio de deuda pública imposible de vender a un precio razonable en el mercado; lo que motivó el “corralito verde”.

En 2012, el gasto público sigue siendo excesivo y presiona a que el BCRA emita a tasas que vuelven a rondar el 40%; lo que resulta en altísima inflación (superior al 25% ia.) y en una mayor debilidad de la autoridad monetaria, profundizando el “cepo cambiario”.

Esta historia ya la vivimos más de 20 veces, en los últimos 70 años, de sostenerse en el tiempo, terminará en una crisis cambiaria y bancaria, con todo lo que ya conocemos. Lástima que no hayamos aprendido de tantos tropiezos y nos empeñemos en repetir viejos errores.

http://www.cronista.com//opinion/La-deuda-se-pagacon-la-maquinita-20121217-0021.html



Más sobre el peronismo

* Alberto Benegas Lynch (h)

Hay por cierto muchas rectificaciones que son necesarias en la Argentina (y no digoRepública puesto que lamentablemente dejó de serlo según criterios universales desde Cicerónen adelante), pero un punto sobresale en nuestras desventuras. Se trata del sistema totalitario impuesto por Perón. Como epígrafe, transcribo del eminente constitucionalista Juan A. González Calderón de su obra No hay justicia sin libertad. Poder judicial y poder perjudicial (Buenos Aires, Víctor P. de Zavalía Editor, 1956) : “Empecé a escribir esta libro hace no mucho tiempo, en 1951, y lo he preparado durante una tarea interrumpida frecuentemente, a veces con intervalos de largos paréntesis, por precaución, para que sus páginas no cayeran en poder de alguna de esas visitas nocturnas de la policía dictatorial, tan violentas y torturantes en el régimen ominoso que hemos sufrido los argentinos nada menos que en el curso de diez penosísimos años […] La tiranía había abolido, como es de público y completo conocimiento, todos los derechos individuales, todas las libertades cívicas, toda manifestación de cultura, toda posibilidad de emitir otra voz que no fuese la del sátrapa instalado en la Casa de Gobierno con la suma del poder, coreada por sus obsecuentes funcionarios y legisladores, por sus incondicionales jueces, por sus domesticados sindicatos y por sus masas inconscientes”.

El 21 de junio de 1957 Perón le escribe desde su dorado exilio a su compinche John William Cooke aconsejando que “Los que tomen una casa de oligarcas y detengan o ejecuten a los dueños, se quedarán con ella. Los que toman una estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que ocupen establecimientos de gorilas y los enemigos del pueblo. Los suboficiales que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades, tomarán el mando de ellas y serán los jefes del futuro” (Correspondencia Perón-Cooke, Buenos Aires, Garnica Editor, 1973, Tomo I, p.190).

Perón alentó las “formaciones especiales” (un eufemismo para enmascarar el terrorismo) y felicitó a los asesinos de Aramburu y de todas las tropelías de forajidos que asaltaban, torturaban, secuestraban y mataban. Declaró que “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente” (Montevideo, Marcha, febrero 27, 1970). Al poco tiempo, en su tercer mandato, al percatarse que ciertos grupos terroristas apuntaban a copar su espacio de poder los echó de la Plaza de Mayo durante un acto y montó desde su ministerio de bienestar social (!!) otra estructura terrorista con la intención de deshacerse físicamente del otro bando. En ese tercer mandato, reiteró la escalada de corrupción y estatismo a través de su ministro de economía retornando a una inflación galopante, controles de precios y reinstalando la agremiación autoritaria de empresarios y sindicatos.

Con el peronismo se consolidó al reversión de la admirable tradición argentina desde su Constitución liberal de 1853 hasta la revolución del 30, tradición que atrajo la atención del mundo por las condiciones de vida del peón rural y del obrero de la incipiente industria, razón por la cual la población se duplicaba cada diez años en multitudinarias oleadas de inmigrantes atraídos por los salarios mucho mayores que los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España, venían a estas costas a “hacerse la América”. Algunos incluso nos visitaban solo para recoger cosechas (los trabajadores “golondrina”) y se volvían a sus países a disfrutar de los ingresos obtenidos. Los que se quedaban, ahorraban en pequeños terrenos y departamentos, pero fueron posteriormente esquilmados por Perón con las consabidas legislaciones de alquileres y desalojos, rematados con inauditos “planes quinquenales” que hicieron que en el país del trigo escaseara el pan. Se estatizaron empresas con lo que comenzaron las situaciones de angustia deficitaria y se monopolizó el comercio exterior a través del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) que también constituyó una monumental plataforma para el enriquecimiento de funcionarios públicos.

En el período 1945-1955 el costo de la vida se incrementó en un 500% según detalla Carlos García Martínez (en La inflación argentina, Buenos Aires, Guillermo Kraft, 1965) y después de la afirmación de Perón de que no se podía caminar por los pasillos de la banca central debido a la cantidad de oro acumulado, la deuda pública se multiplicó por diez en los referidos años de los gobiernos de Perón, tal como puntualiza Eduardo Augusto García (en Yo fui testigo, Buenos Aires, Luis Lassarre y Cia, 1971).

Ezequiel Martínez Estrada apunta que “Perón organizó, reclutó y reglamentó los elementos retrógrados permanentes en nuestra historia […] El peronismo es una forma soez del alma de arrabal […] Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era el sucesor de aquel tirano” (en ¿Qué es esto? Catalinaria, Buenos Aires, Editorial Lautaro, 1956).

Por su parte, Américo Ghioldi escribe que “Eva Duarte ocupará un lugar en la historia de la fuerza y la tiranía americana […] el Estado totalitario reunió en manos de la esposa del Presidente todas las obras […] el Estado totalitario había fabricado de la nada el mito de la madrina […] en nombre de esta obra social la Fundación despojó a los obreros de parte se sus salarios” (en El mito de Eva Perón, Montevideo, 1952).

Nada menos que Sebastián Soler, como Procurador General de la Nación, dictaminó que “Antes de la revolución de septiembre de 1955 el país se hallaba sometido a un gobierno despótico y en un estado de caos y corrupción administrativa […] Como es de pública notoriedad, se enriquecieron inmoralmente aprovechando los resortes del poder omnímodo de que disfrutaba Juan Domingo Perón y del que hacía partícipe a sus allegados” (en Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre bienes mal habidos del dictador Juan Domingo Perón, Corte presidida por Alfredo Orgaz que confirma lo dicho por el Procurador General).

Pares de Perón constituidos en Tribunal de Honor del Ejército concluyeron que “En mérito de los resultados de las votaciones que anteceden, el Tribunal Superior de Honor aprecia, por unanimidad, que el señor general de Ejército Juan Domingo Perón se ha hecho pasible, por las faltas cometidas, de lo dispuesto en el No. 58, apartado 4 del reglamento del los tribunales de honor: descalificación por falta gravísima, resultando incompatible con el honor de la institución armada que el causante ostente el título del grado y el uso del uniforme; medida ésta la más grave que puede aconsejar el tribunal” (en Tribunal de Honor del Ejército, firmado por los tenientes generales Carlos von de Becke, Juan Carlos Bassi, Víctor Jaime Majó, Juan Carlos Sanguinetti y Basilio D. Pertiné, octubre 27, 1955).

Resulta un bochorno superlativo que a esta altura de los acontecimientos todavía se mantenga como si nada en el escenario político esta manifestación de autoritarismo y, lo que es peor, que haya gente que considere seriamente que el peronismo puede resolver nuestros problemas desconociendo del modo más fragrante las partes más dolorosas de la historia argentina, con el apoyo logístico de oportunistas de toda laya y de distraídos irresponsables y timoratos incapaces de vislumbrar el pésimo ejemplo que trasmiten a las generaciones venideras. No habrá solución en el horizonte mientras no nos miremos en el espejo con un mínimo de honestidad y decencia, para así dejar de lado una de nuestras más devastadoras lacras en la que su fundador entrelazó autoritarismos. Entre otros,Jean-François Revel ha señalado el muy estrecho parentesco entre el nazi-fascismo y las izquierdas (en La gran mascarada, Madrid, Taurus, 1997).

En un editorial de La Nación de Buenos Aires (noviembre 2 de 1959) se lee que “El Partido Peronista no fue nunca, en efecto, un partido democrático, sino la figuración de un organismo áulico, posesionado de todos los resortes del poder y hasta del presupuesto nacional para el cumplimiento de menguados fines partidistas. Tendió al partido único, que era ya una realidad en muchos aspectos por la sanción de leyes y decisiones que quedarán como un padrón de ignominia en el registro oficial de la nación. Fomentó un incondicionalismo personalista que se tradujo en el manejo discrecional del partido desde la primera magistratura […] instalaba sus famosos unidades básicas en bienes inmuebles del fisco, obtenía fondos del tesoro nacional o presionando a la industria, al comercio, a los sindicatos”.

Antes he escrito un largo ensayo sobre el tema del peronismo (en "Tras el Ucase", Mendoza, Fundación Alberdi, 2003), informaciones y reflexiones que naturalmente no tienen cabida en un artículo periodístico. Agrego a modo de una nota al pie sobre el uso de la fantasiosa expresión “gorila” utilizada cuando no hay argumentos para responder. Esto me recuerda el cuento de Borges titulado “El arte de injuriar” en el que uno de las personas que debatía le arrojó un vaso de vino a su contertulio a lo que éste le respondió “eso fue una digresión, espero su argumento”… a lo cual podemos agregar al pasar que Borges ha dicho que “Pienso en Perón con horror, como pienso en Rosas con horror” (enEl diccionario de Borges, Carlos R. Stortini, comp. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1986).

Cierro esta columna con una voz de alarma a raíz del resultado electoral del 7 de octubre en Venezuela, situación aplicable a próximas votaciones en otros lugares de nuestra región latinoamericana. Para restituir un sistema republicano no es conducente hacer campañas alegando que se mantendrá buena parte de las políticas estatistas de un autócrata en ejercicio que destruye las bases morales y materiales de su país y que solo se modificarán las formas prepotentes, la corrupción y el deseo de perpetuarse en el poder. Los valores de la sociedad libre están muy minados en la mentalidad de la gente, pero es absolutamente necesario refutar el núcleo central del colectivismo si se desea revertir el fondo de los males. Debemos hacer un esfuerzo para que no resulte correcto lo dicho por Antonio Machado: “de cada diez cabezas, una piensa y nueve embisten”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Presidente de la  Sección de Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina.

- Artículo publicado en Cato. Página web: http://www.elcato.org



miércoles, 12 de diciembre de 2012



La creencia en la santidad de la túnica guadalupana ha ido cediendo su lugar a algo más accesible con la realidad, como es el símbolo iconográfico. Esto, a razón del conocimiento que se tiene de que la pintura ha sido constantemente modificada y a que ya ha aceptado la misma iglesia mexicana que fue pintada, original y obviamente, por un hombre.

Una de las más curiosas anécdotas al respecto, es la relativa a la corona original que portaba la figura. Como se impulsó su coronación "formal" por el gobierno mexicano en conjunto con el Vaticano, entre 1890 y 1895, se hizo necesario eliminar la corona que ya tenía, pues no podía ser coronada si ya lo estaba. Las autoridades eclesiásticas, sabiendo que modificar la túnica sería considerado un sacrilegio y una demostración de la posibilidad humana de su hechura, que ya era objeto de dudas desde entonces, acudieron a borrar la corona y retocarla (aunque otros señalan que la pintura entera fue cambiada por una nueva) y presentaron el hecho ante el pueblo como un auténtico portento milagroso. Muchas personas comenzaron a circular la idea de que eso demostraba que la Virgen no quería ser reina. Lamentablemente se equivocaron en esto de manera atroz: a poco de finalizar 1895, fue coronada con pompa y ceremonia por autoridades eclesiásticas y gubernamentales con una carísima joya de diamantes y oro, que la misma esposa del entonces presidente de México, el dictador Porfirio Díaz, ayudó a materializar donando parte de las piedras.

La desaparición de esta corona sí es, la verdad, el verdadero y "raro milagro" que se debería investigar.

"La religión es una forma primitiva de filosofía"

Aynd Rand (1905-1982)



Video sobre las posturas ideológicas de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat. Es grave que ciertos personajes aprovechando su situación de fama internacional, comenten temas sobre los cuales no tienen en realidad conocimiento sino más bien una posición. 

Sabina alega que lo hecho por el gobierno argentino es de celebrarse; Serrat, que una multinacional no es España y por lo tanto no lo representa. Sabina extiende su explicación sintiéndose de acuerdo o totalmente animado por el triunfo del bien público sobre el bien privado; esto es, como considerándolo más valioso moralmente. Muy de remarcar, cómo consideran la situación de España; indignados hasta el tuétano y hablando mal del Estado español.

Lo lamentable es que es completamente hipócrita lo que sostienen. Primero, una multinacional no es asunto de nacionalidades; es igual que sea mexicana o alemana. Lo que se defiende o apoya es el derecho que tienen las personas a poseer empresas y a hacerlo en libertad y plena justicia. No es un asunto nacional, como menciona Serrat, el cual sigue pensando en las expropiaciones en un sentido nacionalista. No es un asunto nacionalista una expropiación: es un acto que atenta contra un contenido universal, de naturaleza trascendente y sentido común; está relacionado con un precepto único del ser humano: todos tienen derecho a poseer sus bienes y trabajar por tener un mejor bienestar. Repsol YPF es sólo una compañía en acción, como muchísimas otras, que representa ese derecho. ¿O no hubo ciudadanos españoles terriblemente perjudicados por la decisión argentina?

Por otra parte, Sabina se regocija con el hecho de que haya acciones de bien público en perjuicio de las del bien privado, como si aplaudiera la posibilidad de haber más, o bien, como sinónimo de igualdad y justicia popular. Estaría bien preguntarle a Sabina si le gustaría que un día de estos expropiaran la compañía musical que le vende sus discos, de la cual él mismo es una gran beneficiario. ¿Aplaudiría eso aunque lo hicieran gobiernos como los que considera igualitarios? ¿Le caería bien que de la noche a la mañana empezará a darse cuenta que quieren quitarle sus derechos de autor y sus posesiones materiales y financieras para dárselas al pueblo español? No, lo primero que haría es mover su capital y su dinero a otras latitudes más seguras, tal y como hacen los empresarios que entre ambos critican por hacer lo mismo; como si fuera siempre asunto de mala fe que muevan su capital de un lugar a otro.

Otra cosa de pena ajena es cómo cuenta la anécdota del baño de Eva Perón: lo hace con tal manifestación de gusto que no cabe duda que el tipo es un admirador del peronismo: una forma de poder autoritaria, menospreciativa, represiva y saqueadora, que lo único que ocasionó fue deprimir la economía argentina; una nación que gracias a su potencial agroexportador viaja desde hace década en piloto automático, porque si no fuera así, los gobiernos peronistas lo único que habrían dejado sería el puro esqueleto.

Encima le parece de joya una mujer cuyas características eran la frivolidad, el despotismo y el resentimiento. Pero eso es lo que les gusta a los izquierdistas, parecen amar estar en esta situación. Bueno, seamos sinceros: estos izquierdistas como Serrat y Sabina no vivirían así en un régimen socialista, no; para nada: ellos serian de los privilegiados a los que no les faltarían servicios de salud "justos", comida como se debe y podrían darse el lujo de tener el jabón, la pasta dental y el agua que quisieran; algo que no ocurre con la mayor parte de los "otros socialistas" de países como Cuba. Es decir que de todas maneras existen dos clases, ¿no?

Finalmente, en otra entrevista, Joaquín Sabina explicó que la situación española "está del culo". Eso es indiscutible. Pero lo que está más del culo es que esto jamás lo expresó durante el gobierno "progre" e intevencionista del izquierdista PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, gobierno que es el el verdadero culpable de que España esté así como está; no la Derecha.

Adueñarse del discurso es muy fácil. Y cuando tienes dinero, más. So pena de pasar vergüenza por abrir la boca y so pena de que no te interese que eso ocurra. Si no, no la abrirías.
La tragedia de Alemania

* Axel Kaiser

En su notable ensayo Politics and the English Language, George Orwell advirtió que "el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas, el asesinato respetable y para dar apariencia de solidez al mero viento”. En pocos lados en la actualidad esto se observa de manera más cruda que en Alemania.“Si fracasa el eurofracasa Europa” repite una y otra vez Angela Merkel como si no hubiera doce miembros de la unión politica que no tienen el euro y con los cuales se convive y comercia en perfecta armonía y como si el periodo de mayor prosperidad y paz de la historia europea no hubiera sido precisamente antes de la introdución de la moneda común.

Pero eso no cuenta. El euro hay que salvarlo “cueste lo que cueste” según Merkel. Para diluir la resistencia de la población y encubrir su colosal fracaso, políticos de todos los sectores difunden el mito de que Alemania fue la mayor beneficiada del euro. Prueba de ello sería el enorme superávit comercial con la periferia. Lo que no dicen estos políticos, es que ese superávit comercial fue financiado por los países de la periferia con crédito proveniente de Alemania. De este modo, los europeos del sur adquirieron productos alemanes con dinero alemán que ahora no pueden pagar. Ese es el gran negocio que, según el ministro de finanzas Wolfgang Schaeuble, hizo Alemania bajo el euro. Que en ese mismo periodo de “éxito” el país haya tenido la menor tasa de inversión de la OCDE, cinco millones de cesantes y el crecimiento más bajo de la zona euro, se le oculta celosamente a la población. El mismo Schaeuble afirmó esta semana, sin mover una ceja, que la crisis griega no iba a costar ni un solo euro a los alemanes. No sorprende que un importante medio de ese país haya advertido que Merkel y Schauble arriesgan quedar como unos “mentirosos” frente a la población.

Pero es todavía peor, porque el euro significó para Alemania sacrificar la preciosaDeutsche Mark y ceder el control de su ejemplar política monetaria. Hoy, el país concurre con un 27% del capital al Banco Central Europeo y tiene un solo voto en el consejo del mismo, igual que Malta o Chipre. Es difícil imaginar una fórmula más efectiva y antidemocrática para echar mano a los recursos de los alemanes y fácil comprender la frustración de Jens Weidmann, presidente de la Bundesbank. Las cifras lo dicen todo. El BCE, mediante el sistema llamado “target credit”, ha transferido de manera secreta dineros alemanes por una suma cercana a 380 mil millones de euros. Si se añade la compra de bonos y los paquetes de rescate, la exposición de Alemania al euro se aproxima a 750 mil millones de euros o cerca de un tercio del PIB. Con más de un 80% de deuda sobre el PIB, bastaría con que una fracción de esos créditos falle para arrastar a Alemania a la quiebra. Pero a los políticos no les importa. Ellos ya han sacrificado el interés de su pueblo en beneficio de unos pocos banqueros y en aras de un fanatismo europeísta que está llevando al país al mayor desastre desde la Segunda Guerra Mundial.

* Director Ejecutivo de la Fundación para el Progreso de Chile.

Explicación muy sencilla, adecuada según el corto tiempo a su disposición y para la comprensión esencial del radioyente, del economista de la escuela austriaca de economía, Juan Ramón Rallo, sobre cuál es el papel fundamental de los Bancos Centrales y su relación con la inflación, entre algunas cosas.


Gonzalo Blousson, dirigente del Partido Liberal Libertario argentino, protestando contra la AFIP (8/agosto/2012), que es la agencia federal impositiva del país. Contrario a lo que muchos opinan para demeritar y rebajar dicha acción, el Partido Liberal Libertario no incita a no pagar impuestos ni a ningún tipo de anarquismo. La "clausura simbólica" de dicho órgano obedece a que se ha convertido en un emblema relevante del régimen de Cristina Fernández, que se ha caracterizado por la reducción cada vez más grande y de forma prepotente de libertades básicas de los ciudadanos, tanto en el terreno político como en el económico.
"Navidad es una época en la que los niños le piden a Papá Noel qué es lo que quieren y los adultos pagan por ello. El déficit del estado es cuando los adultos le piden al gobierno lo que quieren y los niños pagan por ello"

Richard Lamm (1935- )




martes, 11 de diciembre de 2012

Deutche Welle analiza el futuro de los sindicatos en relación con las nuevas políticas de apertura y su relación con las nuevas tecnologías

Vale la pena ver esta ronda de opiniones entre especialistas latinoamericanos, sobre el futuro del sindicato "tradicional", su relación con el poder y su utilidad dentro de los nuevos escenarios tecnológicos y políticos. Readecuación vs pervivencia.

Breve explicación del economista Martín Krause sobre porqué la desigualdad no es necesariamente correlativa con la pobreza.

Una elevada burocracia, en cualquier entidad, devendrá en baja competitividad y baja calidad del trabajo.

La visión de primera mano, existente al entrar en una oficina pública, suele ser similar: casi siempre se entra con la idea de que se está en un lugar donde o te van a ayudar de manera incorrecta o de manera insuficiente o, peor, no te van a ayudar con tu problema.

El acercamiento a este juicio no es solamente psicológico. No se presenta únicamente como una psicosis estructural del ciudadano, se presenta porque ha quedado demostrado que así suele ser; la desconfianza que nos da el servidor público es históricamente cierta. 

La mayor parte de las oficinas públicas tienen la característica de que o quienes nos atienden son ineficientes, o son corruptos; y al fin y al cabo se sale de ellas con la sensación de haber sido tratados injustamente. En términos de que no es justo que ellos vivan de lo que les pagan con los impuestos de todos los ciudadanos y sea justamente quien les paga el perdedor. Esto no es válido legalmente ni coherente. Si uno paga por sus servicios, los servicios deben ser la contraprestación justa y legal correcta en relación con el derecho que he obtenido por ello. Ridículamente, no funciona así. Pero, ¿por qué no funciona? ¿es el trabajador el culpable? ¿o soy yo por no quejarme?

De todo un poco, claro. Pero el máximo culpable es el gobernante. Él es el responsable como representante de los poderes, que las personas a su servicio, que no es más que un servicio diferido, terminen haciendo las cosas como quieren y cuando quieren.

Varios elementos han dado lugar a este circo de ineptitud, dejadez, indiferencia y menosprecio en contra de los ciudadanos, y está implicadas un conjunto de variables como el poder del gobierno y la conveniencia que produce. 

En países como México, donde durante muchos años ha habido una pobre tradición democrática y control político, los problemas económicos se hizo fácil solucionarlos con crecimiento fiscal. Esta expansión de moneda se hizo de manera tan grosera que desvío el sentido de la riqueza y absorbió los recursos de forma temeraria; la situación financiera se puso al servicio de la política, pues el único objetivo gubernamental era controlar el estallido social o manipular su estado de ánimo. Esto último tiene relación directa con la importancia de generar gratitud entre aquellos que son beneficiados trabajando al servicio del gobernante. Ya no del Estado. Así se comenzaron a creer las cosas.

Al gobernante y su partido se le hizo mucho más cómodo manipular el conflicto e intervenir en él construyendo una alianza que se hizo poco a poco más plástica, entre quien contrata y quien trabaja, por lo cual el empleador se convirtió en gerente y mánager del trabajador a través de sindicatos afines o completamente subsidiados, cooptados o directamente diseñados para aparentar que lo eran. Negocio redondo: no sólo les doy trabajo, sino que me pertenecen.

Con el paso del tiempo, la problemática se hizo muy testaruda ya que surgieron una serie de factores nocivos que al principio mencionamos, como la ineficiencia y la corrupción, los que se profundizaron cuando los sindicatos al servicio del gobierno comenzaron, como el monstruo del doctor Frankenstein, a cobrar cierta consciencia por si mismos, pero no en términos éticos, eso es para telenovelas; no, consciencia en términos de poder, en el sentido que se transformaron no sólo en aparato sino en decisores y partícipes del control laboral. Estas dos fuerzas, nacida una como la extensión vital de una sola -algo que no debió ser así-, se hallaron de pronto en la situación en que el gobierno hacía uso de su expansión fiscal como función de control social, y el sindicato decidía su viabilidad, no en sentido económico sino en el de negociación política. Un monstruo sin más fin ni objetivo que hacerse de más poder a costa de sus agremiados y/o ciudadanos. Esto es, se convirtieron en cómplices de algo muy parecido a un engaño social.

La herencia que esta simbiosis dejó es dispar; se relaciona con el grado de expansión, amplitud y profundización socio-económica, cultural y política que ocasionó en las diferentes entidades del país. Y esta diferencia tiene lugar en el grado de crecimiento y desarrollo económico y social de cada una de ellas. Así, estados de poco crecimiento en la materia fueron objeto de un apoderamiento de esta burocracia gubernamental que se infiltró y expandió para "llegar y hacerse cargo" de lo que no podía el sector privado. Hasta convertirse prácticamente en rehenes de su control y poder. 

Caso contrario, entidades que ya venían de distinta tradición productiva; cuyos nexos, orientación, estructura económica era distinta o más desarrollada, no perdieron del todo las bases de una verdadera libertad económica, aunque sufrieron durante mucho tiempo de la injerencia del gobierno en sus asuntos, algo que era a todas luces producto del entendimiento que adquirió dentro de su praxis autoritaria: mejor que te teman a que te quieran.

Ahora bien, el verdadero legado que ha dejado este desorbitado crecimiento burocrático en las entidades de las que se apoderó en gran parte (hay lugares de México donde más del 70% de los empleados son servidores públicos) ha sido realmente dañino para los trabajadores calificados, tanto técnicos como profesionales. Una herencia en nefasta en términos de salarios, libertades y oportunidades.

Para entender plenamente todo esto, hay varias palabras clave: criterios, eficiencia, eficacia, responsabilidad y poder. Todas ellas forman en sí los factores de análisis de por qué no funcionan las cosas entre la tecnología, la competitividad, el aprovechamiento académico, el desarrollo económico y científico y el discurso político, o bien la realidad que el gobernante ofrece al ciudadano a cambio de posponer eternamente la verdad de esa realidad.

Ahora bien, no podemos decir que por ser un modelo rígido de relaciones laborales, donde el estado general de cosas sea un estado manipulado de las mismas, sea asimismo un lugar abandonado y pobre del todo. No, esto no es verdad: los niveles de pobreza en México han disminuido y la calidad de vida aumentado, incluyendo a los lugares donde hay mucha burocracia y poca o muy poca empresa privada.

El asunto es que el crecimiento en estas entidades no ha sido obtenido por méritos propios; no ha sido producto de la creación de riqueza ni del aumento de la productividad, no. Ha sucedido porque la magnitud de la renta fija se ha mantenido tan estable, que estos lugares se convirtieron en zonas comerciales, o bien de consumidores con tendencia positiva. Sin incrementar para nada su productividad. Esto a razón de que dicha renta proviene de dinero que ha hecho el país en su mayoría, es decir, son participaciones federales. Lo cual nos lleva a una situación de realidad dividida. Más claro: el crecimiento económico no ha sido cuestión de ahorro interno. Y eso es grave, en todo caso.

En cuanto al tema que nos interesa, que son las consecuencias que tiene esta política expansiva del gasto burocrático sobre los empleos calificados, todo pasa por la competitividad. La competitividad no sólo es el criterio máximo por el cual deben regirse los salarios sino los costos mismos de los competidores. Competir en términos de igualdad y libertad de mercado produce en el sistema económico no sólo flujos comerciales constantes y enriquecidos, sino incluso de conocimientos y tecnología. Lo que sucede es que este flujo, en una situación en la cual el mercado laboral está dominado por criterios gubernamentales, ya que es el gobierno en cuestión el contratante mayor del número de empleados existente, queda imposibilitado de distribuirse con calidad y con beneficios justos, quedando envilecido, enrarecido y enajenado por las mismas prácticas, que sin ser monopólicas, en realidad es la situación que producen, pues todos los criterios laborales se terminan englobando en prácticas de sistema.

Veámoslo con más calma por medio de un conjunto de puntos, donde explicaremos cómo la injerencia del gobierno en una economía, si llega a ser demasiada, debilita la verdadera libertad económica y con ello reduce la competencia al atrofiarla, con todo el daño que conlleva en contra de los empleos calificados:

El "amiguismo, compadrazgo y nepotismo" como criterio económico

Es uno de los más grandes lastres que arrastran aún sociedades como la mexicana y de la cual no es necesario mencionar cómo impiden un estado de cosas competitivo y justo.

Desde el punto de vista social ya es injusto y ofensivo para los ciudadanos que son inmediatamente desplazados de las oportunidades que se otorgan a aquellos que no tienen más mérito que ser "familia o aliado" del poder. 

Desde el punto de vista económico, este fenómeno despreciable a lo que conduce es a crear una sensación de frustración y abandono del esfuerzo. Los estudiantes dejan de rendir como deben pues terminan por entender que no van a ser contratados en función de sus capacidades; el criterio de calidad educativa, que debería primar en un régimen de competencia económica libre e igualitaria entre oferentes, es eliminado y dejado de lado y suplantado por un criterio injusto y que sólo promueve la holgazanería por un lado y la frustración por el otro, con los resultados nefastos en productividad laboral esperados.

Los cuadros profesionales, de esta manera, egresados de las universidades y escuelas técnicas, terminan insertos en el sector productivo, únicamente pos razones populistas o amiguistas, ambas para beneficiar a un modelo de poder burocrático cuyo objetivo no es potenciar a la entidad económicamente, sino mantener el control laboral, cuya fuerza, repetimos, le es dependiente en su mayoría.

Ahora, esto sólo es por el lado de los profesionistas; por el lado de los empresarios, el amiguismo, compadrazgo y nepotismo de los regímenes de control laboral burocrático, es peor, ya que sus efectos no son negativos sólo en el aspecto laboral, sino social y financiero también. 

Cuando un gobierno adjudica una obra pública por "dedazo", bajo este criterio que comentamos, crea un círculo mafioso y vicioso que sólo genera más gasto y molestias a la ciudadanía. ¿Por qué? Porque justamente lo que no rige en la política empleada es el ánimo de competencia, lo que hay es un otorgamiento político a secas, cuyo fin es proteger, ayudar o impulsar los negocios de los amigos del gobernante. El resultado casi siempre resulta nefasto: el atraso en las obras públicas es una constante que se lleva entre las patas dinero, recursos y la paciencia del ciudadano, que tiene que soportar las molestias que la obra ocasiona, más allá de lo prometido. ¿Es esto justo?

Tengamos en cuenta, además, que como es discrecional el ejercicio de este presupuesto, y corre a cargo de decisiones políticas más que económicas, el empleo no se otorga basado en criterios de mérito y desempeño, sino en criterios similares al otorgado por el gobierno a la empresa: amistad y compadrazgo. Por lo cual la obra jamás resultará del todo eficiente, y muchísimas veces jamás lo resulta. Sobra decir lo que financieramente representa esto para el dinero público. La agravante contra el empleo calificado es que de nuevo nos encontramos con que los futuros profesionales universitarios, sabiendo cómo funcionan las cosas, comprenderá que la mediocridad es también muy válida. Lo único que tiene que hacer es amistad con un hijo de familia poderosa, con un pariente de un político encumbrado, o unirse a una familia millonaria y su futuro trabajo estará asegurado. Los demás estudiantes que no tienen esta "oportunidad", verán con frustración que la caída en su aprendizaje no tiene relación con su esfuerzo. Lo que nos lleva a lo siguiente: las escuelas, universidades, colegios, y demás centros de enseñanza, al comprender que no les exigen preparar profesionistas altamente calificados, o bien que el sistema como está "funciona" igual y "no pasa nada" si tampoco ha pasado nada, bajarán su nivel de enseñanza y ahorrarán costos de esta manera, y se mostrarán como se muestra el gobierno: permisivos y burdos en sus decisiones generales, toda vez que no se hace necesario esforzarse por dar mejor servicio. Esto, repetimos, no ocurriría en un sistema de verdadera competencia laboral, donde las empresas y compañías buscan constantemente talentos y personal altamente calificado. Lo que sucede entonces es un descenso en la calidad de enseñanza por no haber motivación real.

En resumen: no puede habar personal altamente calificado ni preparado académicamente si el gobierno controla la mayor parte del ingreso al trabajo y sus fuentes. Esto sólo conduce a un bajo nivel de la calidad laboral. Al no haber competencia real, no se hace necesario dar enseñanza real y de calidad, lo cual en las escuela se traduce en una gran tasa de bajo aprovechamiento estudiantil, constantes quejas sobre sus servicios y dudas sobre su calidad. Aunque el gobierno, claro está, dirá todo lo contrario.

El populismo o negación de las reglas justas del juego económico, a cambio del mantenimiento del poder:

Uno de los absurdos que más dañan el espíritu de competencia y acaban con las posibilidades de tener salarios de buena hechura, es la creencia populista en la educación; otra vez fundado esto en el criterio político del gobernante y sus aliados. No hay en esta creencia ningún vínculo con la realidad ni social ni económica.

Lo que diferencia a las prácticas populares con las liberales, es que los gobernantes de aquel género ven a la educación como una institución cuya función social principal es "administrar la frustración" de la población; es decir, como una herramienta de poder más. Los liberales, en cambio, ven a la educación como un medio para alcanzar bienestar personal, familiar, social y nacional; es decir, como un instrumento para adquirir capital y contribuir a su creación. Por lo tanto, la ven como la institución primordial del desarrollo socio-económico.

Pero, la educación, aunque puede ser para todos, no necesariamente tiene que egresar a todos o permitir el ingreso a todos. Esto no sólo carece de sentido psicológico sino también económico y moral. La educación debe tener relación directa con las necesidades científicas, técnicas e intelectuales de los órganos públicos y empresas corporativas de la sociedad. No puede desfasarse de estas necesidades. No sería moral que hubiera 500 licenciados en música si el sistema no está requiriendo más de 100 al año. No es moral porque estás condenando al desempleo a 400 músicos. Económicamente habrás gastado en 400 estudiantes por 3 o 4 años, cuyo total hubiera cubierto, quizá, los estudios de dos arquitectos que sí son demandados por la estructura productiva.

Los populistas,sin embargo, recurren a asuntos naturalistas como los derechos de todos a tener educación, y a conceptos abstractos como justicia social, para incentivar a los jóvenes a obtener una carrera. El problema que generan es de índole cultural, mismo que se reestructurará hasta quedar en la consciencia cívica como algo de naturaleza igualitaria que debe ser demandado sin chistar. Es cuando el "pueblo" comienza a ser exigente, más allá de las capacidades del Estado para cumplir sus compromisos.

No se trata de que se exija algo que la Ley da en derecho; es válido querer estudiar y es más válido querer egresar de una carrera. Al fin y al cabo daría sentido económico y personal a quien lo logre. El problema es que las personas, en su mayoría, están perdiendo de vista que una cosa es el derecho y otra el mérito, el proceso o las formas normativas, intelectuales y materiales para lograrlo. El hecho de que el Estado prometa educación para todos, no significa "títulos académicos" para todos. El que se haya llegado poco a poco a esta aberrante confusión es culpa de los gobernantes de nuevo, ya que en su afán de aumentar el margen de gratitud popular hacia él y su partido, falsen la consciencia de la población y la han hecho creer que si "mi hijo entra, ahora tiene que salir". Y peor: "como si entra tiene que salir, pues tiene que entrar", a como dé lugar. ¿Ven la problemática? La problemática es que las personas están divorciadas de dos realidades: la de los méritos y la de los procesos. La cuestión es fácil, volviendo al tema de los gobiernos de alto control de la masa laboral, o de sociedades ampliamente burocratizadas: la ciudadanía se termina dando cuenta de que cualquier persona consigue empleo; cotejan la obra de aquellos que están en un puesto burocrático u empleo obtenido por los favores del gobierno con los merecimientos; y que cualquiera puede tener empleo, y deciden romper con la cultura del esfuerzo. Se dan cuenta de que la educación es sólo una negociación más. Y ellos no quieren negociar, son el "pueblo" y tienen "derecho"; con lo cual la escuela se convierte, de una herramienta de ciencia, técnica, tecnología y conocimiento, en un instrumento de lucha política. Y económicamente las consecuencias son desastrosas.

El sistema, así, dentro de este esquema de función cuasi monopólica del sel sector laboral, se pervierte y vicia. Influye en las decisiones el criterio político antes que el económico, y se trata de manipular y controlar al "votante" por medio de la gratitud y, por supuesto, si no no sería político, la percepción y consciencia de que tu empleo depende del gobierno. Y por ello, depende de cómo asumas esto, si con gratitud o no. Es decir, el hecho de que el gobierno sea el mayor empleador, crea un enorme margen de poder político, cuyo sostenimiento financiero proviene de las transferencias públicas, los subsidios y participaciones federales, y en menor grado (ya que se trata de entidades escasamente industriales y de importancia productiva) de los impuestos, con lo cual quienes pagan por este "modelo" son ciudadanos no habitantes del mismo; es decir, los estados de enorme tamaño burocrático, trasladan su costo al resto del país.

Como este traslado no es financiado de manera "improcedente", sino obedece a un conjunto procedimientos justamente, de nivel federal, mantener los ingresos por esa vía se convierte en la única herramienta económica importante del gobierno estatal; y entonces mientras más argumentos den a la federación de que se merecen tales recursos, más de estos habrá. ¿Como impacta este criterio a la educación y a los egresados de las escuelas? Impacta por medio de otra falsación: la de los datos y logros.

Un ejemplo puntual: los casos de profesores de universidades públicas (altamente dependientes de estos recursos) que, exigiendo del estudiante ni más ni menos que lo que deben cumplir según dictan sus responsabilidades como alumnos, se encuentran con que estos fallan y no cumplen, o bien, no resultan aptos para lo encomendado. El resultado es  obvio: no los aprueban, tal como señala no sólo la forma sino la exigencia moral con que debe cumplir cualquier profesor. Y el contraresultado es lo más grave: las autoridades educativas obligan al profesor a pasar a los alumnos, bajo el criterio más insano de todos desde la posición de la educación real: lograr los estándares mínimos de matrícula y resultados, o si no, no se consiguen los subsidios. Es decir, ¿Importan más los subsidios que los méritos y los logros? Por supuesto, así es; pero estos funcionarios consiguen las dos cosas de un golpe: los subsidios y también el reconocimiento al "conseguir mantener los estándares de calidad adecuados". Claro: con trampa. ¿Pero a quién le importa?

Esto perjudica económicamente a la mano profesionista que egresa de estos centros de enseñanza, por dos razones: la primera, porque el gobierno sabe la situación real de esta fuerza laboral y maneja el precio del trabajo a conveniencia; las más de las veces abaratándolo. La empresa, por otro lado, hace lo mismo con criterios de marginalidad, es decir tenderá a ubicar el mínimo a pagar en relación con quien cobre menos dentro de la misma especialidad. Como todos los salarios se encontrarán a la baja, y la mano calificada será mayor mientras más egresados exista, merced de las políticas de egresos educativos basadas en criterios antieconómicos como el populismo, la demagogia y la alteración de datos fidedignos, entonces se sumará a la notoria y conocida  baja calidad de dichos egresados un aumento de la oferta laboral cuyo resultado directo será siempre la baja salarial, más allá de lo que en realidad merecen. Esto afecta, sobre todo, al verdadero personal calificado que queriendo insertarse productivamente, se ve en la obligación de aceptar un salario discriminatorio e injusto o permitir que otro "especialista" se quede con el puesto al aceptar el salario que el otro rechazara, pues este último empleado estará consciente de que no se encuentra en posición de negociar debido a la forma en la que egresó de la carrera, es decir, prácticamente por obra de los intereses populistas y demagógicos del gobierno. Un círculo viciado y enajenante que es culpa de las prácticas de control de los gobernantes de estados con pocos resultados económicos propios.

En resumen, mientras las entidades de tipo burocrático de grandes magnitudes existan, el control de sindicatos y gobernantes sobre el empleo se reflejará en baja calidad del trabajo, y por ende bajos salarios, lo que a su vez se transformará, por eso, en el medio de control político del gobierno sobre esta masa de empleados ocasionado por el embudo laboral que crea el gobierno mismo, el cual como sabemos es el empleador mayoritario. Todo esto impactará al sistema educativo local reorientándolo a objetivos que no tendrán relación ni con la eficiencia ni con la calidad de la enseñanza. Agudizará la situación el hecho de que el Estado no sólo será el mayor empleador común, sino que también será el mayor contratador de obras y servicios públicos, quedando en una situación quebradiza la verdadera relación entre el capital y el trabajo, pues el empresario pasará, de ser el verdadero administrador de la calidad, eficacia y eficiencia laboral, a ser otro dependiente más de los de recursos estatales. Una trampa sin fondo alimentada por el amiguismo y el compadrazgo que se permite en estos tipos de regímenes aún existentes, que en el fondo no son democráticos ni igualitarios.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

El sueño recurrente

Llego como llegué, solitaria, asustada,
a la puerta de calle de madera encerada.

Abro la puerta y entro, silenciosa, entre alfombras.
Los muros y los muebles me asustan con sus sombras.

Subo los escalones de mármol amarillo,
con reflejos rosados. Penetro en un pasillo.

No hay nadie, pero hay alguien escondido en las puertas.
Las persianas oscuras están todas abiertas.

Los cielos rasos altos en el día parecen
un cielo con estrellas apagadas que crecen.

El recuerdo conserva una antigua retórica,
se eleva como un árbol o una columna dórica,

habitualmente duerme dentro de nuestros sueños
y somos en secreto sus exclusivos dueños.

Silvina Ocampo (1903-1994)




James Buchanan (1919-   ) unos de los principales expositores de la Teoría de la Elección Pública en economía


Breve síntesis de la Teoría de la Elección Pública de la Escuela de Virginia.

Durante los años ´60 y ´70 la crítica a la economía de mercado se volvió más incisiva y en ciertos aspectos, furibunda. Al mercado se le arrostraban los males sociales, la  pérdida de valores, la caída de la calidad de vida y, en suma, todo aquello que a los pensadores, opinadores, periodistas y ciertos grupos de académicos notaban como afectantes del orden social.

La premisa de los ´60 en todo el mundo, era que el fin del capitalismo no se acercara, sino que se hiciera posible. Las tesis en contra de todo tipo de ideología liberal o de libre intercambio, libre movimiento de factores, era moneda de cambio en momentos en los cuales aumentó enormemente la influencia del Estado en la Economía; resultando una curiosa coincidencia.

Lo fundamental del asunto, es que mientras más intervención tenga el Estado en la Economía, no importa quién lo diga, nos estamos refiriendo a que es más socialista y manipuladora. Para la época de los ´60, aunque en Inglaterra se hicieron esfuerzos para aumentar la inversión privada y dejar de aumentar el Gasto Público, la verdad es que la misma fuerza que cobró el gobierno después de la guerra, aceleró el crecimiento de su maquinaria.

Este crecimiento del Estado produjo una suerte de consolidación de intelectuales de Izquierda que comenzaron a hacer un discurso antiliberal más y más beligerante usando como excusa que era el libre mercado y el liberalismo económico el causante de los fallos constantes en la economía, con el resultado de sufrimiento social que conlleva eso. De esta forma casi entramos en una demonización tanto del clasicismo como del neoclasicismo económico, propugnándose la mayor intervención gubernamental en los asuntos económicos que dirimiera la desigualdad.

Sin embargo, un grupo de economistas con orientación en Ciencias Políticas, entre los años ´50 y ´70, comenzaron a contrarrestar esta visión y tesis no sólo por considerarlas ambiguas, sino mal intencionadas. Entre estos, destacó el denominado fundador de la Teoría de la Elección Pública, James Buchanan, quien por estos estudios y análisis fue premiado con el Premio Nóbel de Economía de 1986. Una de sus máximas, que representan mucho de su idea, es: “que el estado, de ninguna manera, es superior a sus ciudadanos en sabiduría”.

Buchanan, junto a otros economistas de la misma postura, como Gordon Tullock o incluso Kenneth Arrow, postulan que las crisis no tienen como culpable al mercado, ni al libre intercambio, ni al liberalismo, o cuando menos no es el único o el más importante, sino que es el mismo Estado es el facilita o si no produce completamente las crisis económicas con sus políticas y con su imposibilidad para gestionar tanto el mercado como los recursos públicos, afectando a los privados. Es decir, estos economistas, con Buchanan a la cabeza, expusieron algo que hasta entonces no se había expuesto como ellos lo hicieron: que los costos de la acción  pública, llevada por el Estado en representación de la sociedad, eran más altos y dañinos que lo que producía el libre mercado. La tesis que representaban era determinante: el Estado es un mal gestionador de recursos, por naturaleza. ¿Cómo argumentaban esto? Digamos que en cinco puntos.

Las cinco razones por las cuales el Estado es ineficiente como gestionador público de la economía. Los fallos del mercado provienen de esta intervención

1)  La ignorancia del votante sobre las acciones de gobierno o de sus políticos. Lo cual quiere decir que el votante nunca vota con conocimiento de causa; el votante no es un conocedor de la elección; a la mayoría incluso no le interesa saber en qué consiste el programa de gobierno del candidato a presidente; ni siquiera conoce la plataforma política, social o económica del partido. Los que trataran de informarse, terminarían rehusando hacerlo al razonar que su voto, es inútil aún siendo pensado correctamente, pues es un voto de millones de otros votos, por lo cual no cambiará nada si estudia o no estudia los programas, a los candidatos, se informa o se prepara. Esto conlleva a que los políticos, sabedores de esta debilidad del votante, se enfoquen a obtener su aceptación por medio de acciones que no tienen nada qué ver con lo importante para el país, sino que se basen en asuntos viscerales, superfluos, o sectarios. Y los votantes, a su vez, votaran or aquel que le caiga bien, que sea de su religión, que le parezca confiable o cualquier otro motivo, menos el importante para el bienestar de la nación.

2) La imposibilidad del cumplimiento de la promesa electoral. Es un factor que los políticos aprovechan siempre: prometer y no cumplir. ¿Por qué no cumplen? No cumplen porque nada finalmente, los termina obligando. De esta manera, al saber que no es necesario que lo hagan, lo único que ocasionan es generar expectativas sociales que no serán logradas. Lo que empeora el asunto es que el votante se desvincula de la acción del gobierno también, al votar no por temas determinados ni vitales, sino sólo por una figura, en este caso un candidato. Lo anterior sólo ocasiona que el político no se sienta ni responsable ni urgido ni obligado a hacer las cosas en provecho general, sino de acuerdo a como vayan saliendo las cosas. Y si se le reclama alguna propuesta incumplida, sólo dirá, por ejemplo, que los tiempos han cambiado. Por tanto, no hay relación entre las necesidades sociales y las pretensiones de quien tiene el poder.

3) La mentalidad o idiosincrasia del burócrata o funcionario en relación con sus funciones ideales. Esto lo que explica es que los funcionario públicos, no obran para cumplir con eficiencia y eficacia los requisitos de bienestar social administrando correctamente y ahorrando recursos. Al contrario: la burocracia tiende a crecer porque cada funcionario ve en ello más fuente de poder. De hecho al funcionario lo que le interesa es ascender, ganar más, tener poder sobre más empleados. Por su cabeza, no pasa realmente como lo plasman los discursos idealistas del oficialismo, el interés en el servicio público. Ellos igual quieren maximizar sus beneficios, y como no lo hacen en la esfera privada, lo harán en la esfera pública, con el resultado de derroche, mala administración y desajenación con su función ideal, aumentando el Gasto Público y dañando con el crecimiento del aparato estatal, al ahorro social.

4) El apoyo a grupos de poder o de interés, en detrimento de políticas integrales.  Práctica regular y conocida; el hecho de que cada grupo de poder apoye a un candidato para beneficiarse a corto plazo; y que este a su vez apoye a grupos en específico, no sólo corrompe el sistema democrático, sino que guía las expectativas de crecimiento en función de unos cuantos y no en función de necesidades que de concretarse ahorrarían dinero y capital humano, lo cual a su vez es más dinero mal aprovechado. Todo entonces conducirá a una segmentación de los logros, y a una beneficiación particularizada de objetivos, que no significan que sean concordantes con la realidad económica general de la nación, o bien que afecten la distribución de la riqueza. Esto puede verse en países oligárquicos como EE.UU.

5) El cortoplacismo político de los partidos o gobernantes. O bien, que el interés de los mismos es cumplir con objetivos de corto plazo, con acciones que a los ojos de los electores sean aceptables, que creen la falsa noción de que todo está siendo bien hecho, que está funcionando el voto; pero que en realidad son acciones sin fundamento futuro, muchas veces sin respaldo económico fuerte ni real, cuyo resultado será perjudicial para la población en general. Los políticos sólo están interesados en perpetuarse en los puestos de poder, y para ellos harán uso de ahorros públicos, e incluso privados, para financiar, acaparar o manipular cifras y datos que reflejen una realidad económica, política y social desbordante y próspera, pero que al fin y al cabo es sólo una montura parcial que tiene únicamente, la intención de generar el voto del ciudadano. 
La Batalla de El Álamo: una realidad que se niega a prosperar

Maldad, bondad, canallada, crueldad, heroísmo, mucha sangre y acción. Todo esto lo tiene cualquier batalla. Pero los norteamericanos hacen de todo hecho histórico una telenovela o una película de dramón italiano, para beneficio de su comercializada historia.

A los mexicanos la famosa Batalla de El Álamo nunca les ha interesado; ni a los que leen ni a los que no leen. A los que leen porque no es una batalla que se considere "patria"; y a los que no leen porque ni siquiera las importan las que sí lo han sido.

A los norteamericanos, en cambio, les interesa hasta lo más profundo, hasta sacarle el caldo. Primero, porque el norteamericano es un pueblo con una historia muy pobre y muy corta, y la mayor parte de la misma ha tenido relación con atropellos, arrebatos territoriales, invasiones y oportunismos. Y por ende, enriquecer un poco de correcta moralidad sus textos no les vendrá nunca mal.

El Álamo es para los texanos, lo que la Batalla de Puebla para los mexicanos; y para los norteamericanos en común  es un símbolo de igualdad, justicia y libertad. ¿Dónde hemos escuchado antes estas palabras? Claro, en todas partes de la TV, cinematografía e historiografía de Estados Unidos.

Pero la verdad es que fue una batalla corta, peleada con mucha torpeza por los texanos y abuso de fuerza por los mexicanos. La batalla en sí no es muestra de ninguna pieza de inteligencia militar ni excesivo heroísmo o fragor; fue más que nada el sitio impuesto a entre 180 y 210 rebeldes de un régimen, por un ejército acaudillado por el líder de ese régimen; fuerza que llegó mal comida, medianamente armada y muy cansada a pelear a un desierto que mataba de frío. Eso sí: eran muchos más que los sitiados. Antonio López de Santa Anna se presentó a ajusticiar a los culpables y seguidores de la independencia texana, a San Antonio de Béjar, con alrededor de 6 000 hombres entre tropa regular, artillería y caballería.

La batalla final ocurrió el 6 de marzo de 1836. Y decimos final porque los defensores del fuerte de El Álamo (que en realidad fue convertido en fuerte a las prisas) mantuvieron una lucha casa a casa desde Béjar hasta entrar finalmente al fortín para "morir peleando", como dice la leyenda. Cosa que tampoco es del todo cierta. Realmente los defensores esperaban una importante ayuda del ejército de voluntarios y regulares de Samuel Houston, para así rechazar a los mexicanos. Cosa que no sucedió.

Lo que sí sucedió es que la temprana mañana, aún oscura, del 6 de marzo de ese año, los mexicanos asaltaron las posiciones texanas con ataques combinados de artillería y caballería en soporte a las columnas de tropas de fusilería y regulares que en menos de dos horas habían acabado hasta el silencio de los grillos, con los defensores de la pequeña fortaleza.

La fuerza empleada para el desalojo ha sido cuestionada continuamente por los libros de historia, mayormente norteamericanos. Faltaba más. Cruel y bárbara, dicen por lo general los textos. La verdad es que no fue diferente a la que se ha usado en las demás batallas de la historia humana. La única acción que diferencia este evento, según los "indignados" norteamericanos, es que Santa Anna ordenó explícitamente que no deseaba prisioneros. Por cual los únicos sobrevivientes (nunca se han puesto de acuerdo en cuántos fueron, si dos o más), que se encerraron en la capilla -hoy museo y símbolo de la ciudad de San Antonio-, fueron degollados. No fueron fusilados. Fueron degollados. Esta es la acción que los norteamericanos no perdonan a Santa Anna; como si se tratara de una cuestión impensable.

¿Qué tan desnaturalizada fue la orden de Antonio López de Santa Anna, de ordenar el degüello de los sobrevivientes que resultaran del enfrentamiento? Ellos no lo sabían; pero el gobierno mexicano había enviado a Washington una nota de alto enojo contenido en la cual advertía que habiendo evidencia que mercenarios y oportunistas de EE.UU. se hallaban en San Antonio y El Álamo, la orden al ejército nacional mexicano era de victimarlos sumariamente así como a aquellos mexicanos que fueran hallados peleando con ellos.

¿Hay algo de raro en esta amenaza? ¿Hay algo que deba juzgarse como acto bárbaro y brutal? Si habría que juzgarse a alguien, debería ser a los comandantes de Texas, quienes estaban enterados de esto antes de que Santa Anna llegara a San Antonio a librar el combate, y que no se lo dijeran a sus hombres. Los defensores de El Álamo ignoraban dos cosas: que había órdenes de no dejar sobrevivientes y que el ejército de Houston no tenía pensado intervenir. Quizá si lo hubieran sabido, la batalla no habría ocurrido. Pero es justamente en crear mártires que se especializan las naciones como Estados Unidos. La publicidad se vende mejor con drama y rencor que con ninguna otra cosa.

El ejército mexicano aplastó a los defensores de El Álamo. Claro que se defendieron; hubo mucha sangre, muchos gritos de dolor, desesperación; muchos de odio y también de valentía, claro que los hubo. También algunos defensores trataron de escapar al ver que la caída de la posición era inminente; pero fueron masacrados por las tropas de lanceros y dragones mexicanos que se hallaban afuera de la edificación. No hubo piedad. Cierto. Y todos sabían que no la habría porque, revisemos, dentro de El Álamo el 90% de los defensores eran colonos norteamericanos que habían jurado por la constitución mexicana y la bandera mexicanas; es decir, se habían nacionalizado un poco antes; el otro 10% eran algunos mexicanos y mercenarios norteamericanos. En resumen, había prácticamente puros extranjeros y unos cuantos mexicanos que para esas alturas eran considerados ya traidores por el Estado mexicano, al servir como soldados a una nación extranjera (en este caso, al 90% de tropas extranjeras de facto, que se encontraban alineadas a los EE.UU.). Sumariamente, aquellos que sobrevivieran iban a ser ejecutados, o por traidores o por "piratas". Ambas situaciones eran legalmente de cruel pronóstico. Pronóstico que fue advertido por el gobierno mexicano al gobierno norteamericano con antelación a los cruentos hechos. ¿En dónde está la bajeza cometida por los mexicanos?

Los comandantes dentro de El Álamo tuvieron una participación tan irregular, que es motivo de controversia. Tanto William Travis, como James Bowie como David Crockett no han recibido jamás el 100% de verdades o mentiras de los investigadores. Esto quizá se deba a algo que a los norteamericanos no les agrada ni tantito: que los únicos documentos que sirven como base para saber qué pasó realmente fueron realizados por los mexicanos. Eso es de esperarse, los únicos sobrevivientes fueron mexicanos; y de ellos los únicos que sabían leer y escribir eran a lo sumo oficiales del ejército vencedor. Todas las crónicas provienen, porque sólo así puede ser, de mexicanos. Como es natural, hay cosas que se exponen en esos textos, que no le conviene a los texanos, o bien, a los Estados Unidos, que sean conocidas en su justa realidad o dimensión. Tal vez la dimensión tampoco sea correcta; pero de que se acerca más a los hechos como fueron, es innegable. 

Esta apropiación de la historia de El Álamo por los mexicanos, ha hecho que los EE.UU. indagaran sus propios rastros. Y de esta historia a la texana salieron los mitos de Crockett, Travis y Bowie. Y las historias de cine que han llegado a las pantallas de México como una curiosidad irónica de la misma historia: norteamericanos engañando a los mexicanos con su visión de la historia misma sobre un hecho de su misma historia; y que a final de cuentas los mexicanos no entienden, para desazón de los intentos extranjeros. Tremendo.

Pero no tanto como los acontecimientos internos del fortín cuando cayó en manos de Santa Anna. Porque ni siquiera se trató de un tema de defensa hasta el último hombre en medio de gallardía y coraje. El Álamo cayó por la simple razón que los mexicanos tuvieron una ventaja antes de la batalla, y varias durante ella: primero, su artillería era superior en número y calidad; segundo, dos partes de la fortaleza estaban mediocremente preparadas para la defensa; tercero, parte de los defensores estaban enfermos, otra parte no tenía experiencia en batalla, y finalmente el fuerte en sí no estaba diseñado para un asalto a plomo y fuego del calibre que se les vino encima. Algo que no pudo ver James Bowie, a quien la "crónica santa" de Estados Unidos retrata como a quien enbayonetan varios soldados enemigos mientras él se defiende con firmeza. A menos que hayan sacado el cadáver de Bowie del depósito donde estaba, no hay otra explicación a que lo mataran a bayoneta limpia, pues había muerto poco antes del asalto mexicano.

La suerte de Crockett es asunto de escándalo de niveles religiosos, ya que es una reliquia moral y civil para los estadounidenses "amantes de la libertad". Ciertamente hay varias versiones de la muerte de Crockett, quien deben saber era una persona interesada por asuntos de empresa personal, financiera y política, en que Texas se liberara de México.¿Cómo terminó sitiado en El Álamo? No se sabe con exactitud. Pero sí se ha tratado de inquirir cómo falleció: ¿fue fusilado? ¿degollado? ¿murió en el curso de la batalla? ¿estalló el polvorín con él dentro? Nadie se ha puesto de acuerdo. Pero mucho menos los norteamericanos. Algunos mexicanos han insistido en que fue capturado, y ejecutado sumariamente con cinco hombres más. Unos añaden que rogó por su vida; otros, que ni siquiera le dieron tiempo de eso. Esto, es impensable para los norteamericanos, que han hecho de su leyenda una  fantasía versión aventura bélica. En realidad poco se sabe de Crockett al final de la batalla. Ninguna relación sobre su caída es fiable. Pero sí que Travis fue de los primeros en caer, merced de una descarga en el rostro. Sea como sea, todos los cadáveres de los rebeldes de El Álamo fueron incinerados, como sombrío testimonio de lo inaceptable que resultaba ser no sólo un traidor sino un oportunista y un desagradecido.