miércoles, 12 de diciembre de 2012



La creencia en la santidad de la túnica guadalupana ha ido cediendo su lugar a algo más accesible con la realidad, como es el símbolo iconográfico. Esto, a razón del conocimiento que se tiene de que la pintura ha sido constantemente modificada y a que ya ha aceptado la misma iglesia mexicana que fue pintada, original y obviamente, por un hombre.

Una de las más curiosas anécdotas al respecto, es la relativa a la corona original que portaba la figura. Como se impulsó su coronación "formal" por el gobierno mexicano en conjunto con el Vaticano, entre 1890 y 1895, se hizo necesario eliminar la corona que ya tenía, pues no podía ser coronada si ya lo estaba. Las autoridades eclesiásticas, sabiendo que modificar la túnica sería considerado un sacrilegio y una demostración de la posibilidad humana de su hechura, que ya era objeto de dudas desde entonces, acudieron a borrar la corona y retocarla (aunque otros señalan que la pintura entera fue cambiada por una nueva) y presentaron el hecho ante el pueblo como un auténtico portento milagroso. Muchas personas comenzaron a circular la idea de que eso demostraba que la Virgen no quería ser reina. Lamentablemente se equivocaron en esto de manera atroz: a poco de finalizar 1895, fue coronada con pompa y ceremonia por autoridades eclesiásticas y gubernamentales con una carísima joya de diamantes y oro, que la misma esposa del entonces presidente de México, el dictador Porfirio Díaz, ayudó a materializar donando parte de las piedras.

La desaparición de esta corona sí es, la verdad, el verdadero y "raro milagro" que se debería investigar.

"La religión es una forma primitiva de filosofía"

Aynd Rand (1905-1982)



Video sobre las posturas ideológicas de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat. Es grave que ciertos personajes aprovechando su situación de fama internacional, comenten temas sobre los cuales no tienen en realidad conocimiento sino más bien una posición. 

Sabina alega que lo hecho por el gobierno argentino es de celebrarse; Serrat, que una multinacional no es España y por lo tanto no lo representa. Sabina extiende su explicación sintiéndose de acuerdo o totalmente animado por el triunfo del bien público sobre el bien privado; esto es, como considerándolo más valioso moralmente. Muy de remarcar, cómo consideran la situación de España; indignados hasta el tuétano y hablando mal del Estado español.

Lo lamentable es que es completamente hipócrita lo que sostienen. Primero, una multinacional no es asunto de nacionalidades; es igual que sea mexicana o alemana. Lo que se defiende o apoya es el derecho que tienen las personas a poseer empresas y a hacerlo en libertad y plena justicia. No es un asunto nacional, como menciona Serrat, el cual sigue pensando en las expropiaciones en un sentido nacionalista. No es un asunto nacionalista una expropiación: es un acto que atenta contra un contenido universal, de naturaleza trascendente y sentido común; está relacionado con un precepto único del ser humano: todos tienen derecho a poseer sus bienes y trabajar por tener un mejor bienestar. Repsol YPF es sólo una compañía en acción, como muchísimas otras, que representa ese derecho. ¿O no hubo ciudadanos españoles terriblemente perjudicados por la decisión argentina?

Por otra parte, Sabina se regocija con el hecho de que haya acciones de bien público en perjuicio de las del bien privado, como si aplaudiera la posibilidad de haber más, o bien, como sinónimo de igualdad y justicia popular. Estaría bien preguntarle a Sabina si le gustaría que un día de estos expropiaran la compañía musical que le vende sus discos, de la cual él mismo es una gran beneficiario. ¿Aplaudiría eso aunque lo hicieran gobiernos como los que considera igualitarios? ¿Le caería bien que de la noche a la mañana empezará a darse cuenta que quieren quitarle sus derechos de autor y sus posesiones materiales y financieras para dárselas al pueblo español? No, lo primero que haría es mover su capital y su dinero a otras latitudes más seguras, tal y como hacen los empresarios que entre ambos critican por hacer lo mismo; como si fuera siempre asunto de mala fe que muevan su capital de un lugar a otro.

Otra cosa de pena ajena es cómo cuenta la anécdota del baño de Eva Perón: lo hace con tal manifestación de gusto que no cabe duda que el tipo es un admirador del peronismo: una forma de poder autoritaria, menospreciativa, represiva y saqueadora, que lo único que ocasionó fue deprimir la economía argentina; una nación que gracias a su potencial agroexportador viaja desde hace década en piloto automático, porque si no fuera así, los gobiernos peronistas lo único que habrían dejado sería el puro esqueleto.

Encima le parece de joya una mujer cuyas características eran la frivolidad, el despotismo y el resentimiento. Pero eso es lo que les gusta a los izquierdistas, parecen amar estar en esta situación. Bueno, seamos sinceros: estos izquierdistas como Serrat y Sabina no vivirían así en un régimen socialista, no; para nada: ellos serian de los privilegiados a los que no les faltarían servicios de salud "justos", comida como se debe y podrían darse el lujo de tener el jabón, la pasta dental y el agua que quisieran; algo que no ocurre con la mayor parte de los "otros socialistas" de países como Cuba. Es decir que de todas maneras existen dos clases, ¿no?

Finalmente, en otra entrevista, Joaquín Sabina explicó que la situación española "está del culo". Eso es indiscutible. Pero lo que está más del culo es que esto jamás lo expresó durante el gobierno "progre" e intevencionista del izquierdista PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, gobierno que es el el verdadero culpable de que España esté así como está; no la Derecha.

Adueñarse del discurso es muy fácil. Y cuando tienes dinero, más. So pena de pasar vergüenza por abrir la boca y so pena de que no te interese que eso ocurra. Si no, no la abrirías.
La tragedia de Alemania

* Axel Kaiser

En su notable ensayo Politics and the English Language, George Orwell advirtió que "el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas, el asesinato respetable y para dar apariencia de solidez al mero viento”. En pocos lados en la actualidad esto se observa de manera más cruda que en Alemania.“Si fracasa el eurofracasa Europa” repite una y otra vez Angela Merkel como si no hubiera doce miembros de la unión politica que no tienen el euro y con los cuales se convive y comercia en perfecta armonía y como si el periodo de mayor prosperidad y paz de la historia europea no hubiera sido precisamente antes de la introdución de la moneda común.

Pero eso no cuenta. El euro hay que salvarlo “cueste lo que cueste” según Merkel. Para diluir la resistencia de la población y encubrir su colosal fracaso, políticos de todos los sectores difunden el mito de que Alemania fue la mayor beneficiada del euro. Prueba de ello sería el enorme superávit comercial con la periferia. Lo que no dicen estos políticos, es que ese superávit comercial fue financiado por los países de la periferia con crédito proveniente de Alemania. De este modo, los europeos del sur adquirieron productos alemanes con dinero alemán que ahora no pueden pagar. Ese es el gran negocio que, según el ministro de finanzas Wolfgang Schaeuble, hizo Alemania bajo el euro. Que en ese mismo periodo de “éxito” el país haya tenido la menor tasa de inversión de la OCDE, cinco millones de cesantes y el crecimiento más bajo de la zona euro, se le oculta celosamente a la población. El mismo Schaeuble afirmó esta semana, sin mover una ceja, que la crisis griega no iba a costar ni un solo euro a los alemanes. No sorprende que un importante medio de ese país haya advertido que Merkel y Schauble arriesgan quedar como unos “mentirosos” frente a la población.

Pero es todavía peor, porque el euro significó para Alemania sacrificar la preciosaDeutsche Mark y ceder el control de su ejemplar política monetaria. Hoy, el país concurre con un 27% del capital al Banco Central Europeo y tiene un solo voto en el consejo del mismo, igual que Malta o Chipre. Es difícil imaginar una fórmula más efectiva y antidemocrática para echar mano a los recursos de los alemanes y fácil comprender la frustración de Jens Weidmann, presidente de la Bundesbank. Las cifras lo dicen todo. El BCE, mediante el sistema llamado “target credit”, ha transferido de manera secreta dineros alemanes por una suma cercana a 380 mil millones de euros. Si se añade la compra de bonos y los paquetes de rescate, la exposición de Alemania al euro se aproxima a 750 mil millones de euros o cerca de un tercio del PIB. Con más de un 80% de deuda sobre el PIB, bastaría con que una fracción de esos créditos falle para arrastar a Alemania a la quiebra. Pero a los políticos no les importa. Ellos ya han sacrificado el interés de su pueblo en beneficio de unos pocos banqueros y en aras de un fanatismo europeísta que está llevando al país al mayor desastre desde la Segunda Guerra Mundial.

* Director Ejecutivo de la Fundación para el Progreso de Chile.

Explicación muy sencilla, adecuada según el corto tiempo a su disposición y para la comprensión esencial del radioyente, del economista de la escuela austriaca de economía, Juan Ramón Rallo, sobre cuál es el papel fundamental de los Bancos Centrales y su relación con la inflación, entre algunas cosas.


Gonzalo Blousson, dirigente del Partido Liberal Libertario argentino, protestando contra la AFIP (8/agosto/2012), que es la agencia federal impositiva del país. Contrario a lo que muchos opinan para demeritar y rebajar dicha acción, el Partido Liberal Libertario no incita a no pagar impuestos ni a ningún tipo de anarquismo. La "clausura simbólica" de dicho órgano obedece a que se ha convertido en un emblema relevante del régimen de Cristina Fernández, que se ha caracterizado por la reducción cada vez más grande y de forma prepotente de libertades básicas de los ciudadanos, tanto en el terreno político como en el económico.
"Navidad es una época en la que los niños le piden a Papá Noel qué es lo que quieren y los adultos pagan por ello. El déficit del estado es cuando los adultos le piden al gobierno lo que quieren y los niños pagan por ello"

Richard Lamm (1935- )




martes, 11 de diciembre de 2012

Deutche Welle analiza el futuro de los sindicatos en relación con las nuevas políticas de apertura y su relación con las nuevas tecnologías

Vale la pena ver esta ronda de opiniones entre especialistas latinoamericanos, sobre el futuro del sindicato "tradicional", su relación con el poder y su utilidad dentro de los nuevos escenarios tecnológicos y políticos. Readecuación vs pervivencia.

Breve explicación del economista Martín Krause sobre porqué la desigualdad no es necesariamente correlativa con la pobreza.

Una elevada burocracia, en cualquier entidad, devendrá en baja competitividad y baja calidad del trabajo.

La visión de primera mano, existente al entrar en una oficina pública, suele ser similar: casi siempre se entra con la idea de que se está en un lugar donde o te van a ayudar de manera incorrecta o de manera insuficiente o, peor, no te van a ayudar con tu problema.

El acercamiento a este juicio no es solamente psicológico. No se presenta únicamente como una psicosis estructural del ciudadano, se presenta porque ha quedado demostrado que así suele ser; la desconfianza que nos da el servidor público es históricamente cierta. 

La mayor parte de las oficinas públicas tienen la característica de que o quienes nos atienden son ineficientes, o son corruptos; y al fin y al cabo se sale de ellas con la sensación de haber sido tratados injustamente. En términos de que no es justo que ellos vivan de lo que les pagan con los impuestos de todos los ciudadanos y sea justamente quien les paga el perdedor. Esto no es válido legalmente ni coherente. Si uno paga por sus servicios, los servicios deben ser la contraprestación justa y legal correcta en relación con el derecho que he obtenido por ello. Ridículamente, no funciona así. Pero, ¿por qué no funciona? ¿es el trabajador el culpable? ¿o soy yo por no quejarme?

De todo un poco, claro. Pero el máximo culpable es el gobernante. Él es el responsable como representante de los poderes, que las personas a su servicio, que no es más que un servicio diferido, terminen haciendo las cosas como quieren y cuando quieren.

Varios elementos han dado lugar a este circo de ineptitud, dejadez, indiferencia y menosprecio en contra de los ciudadanos, y está implicadas un conjunto de variables como el poder del gobierno y la conveniencia que produce. 

En países como México, donde durante muchos años ha habido una pobre tradición democrática y control político, los problemas económicos se hizo fácil solucionarlos con crecimiento fiscal. Esta expansión de moneda se hizo de manera tan grosera que desvío el sentido de la riqueza y absorbió los recursos de forma temeraria; la situación financiera se puso al servicio de la política, pues el único objetivo gubernamental era controlar el estallido social o manipular su estado de ánimo. Esto último tiene relación directa con la importancia de generar gratitud entre aquellos que son beneficiados trabajando al servicio del gobernante. Ya no del Estado. Así se comenzaron a creer las cosas.

Al gobernante y su partido se le hizo mucho más cómodo manipular el conflicto e intervenir en él construyendo una alianza que se hizo poco a poco más plástica, entre quien contrata y quien trabaja, por lo cual el empleador se convirtió en gerente y mánager del trabajador a través de sindicatos afines o completamente subsidiados, cooptados o directamente diseñados para aparentar que lo eran. Negocio redondo: no sólo les doy trabajo, sino que me pertenecen.

Con el paso del tiempo, la problemática se hizo muy testaruda ya que surgieron una serie de factores nocivos que al principio mencionamos, como la ineficiencia y la corrupción, los que se profundizaron cuando los sindicatos al servicio del gobierno comenzaron, como el monstruo del doctor Frankenstein, a cobrar cierta consciencia por si mismos, pero no en términos éticos, eso es para telenovelas; no, consciencia en términos de poder, en el sentido que se transformaron no sólo en aparato sino en decisores y partícipes del control laboral. Estas dos fuerzas, nacida una como la extensión vital de una sola -algo que no debió ser así-, se hallaron de pronto en la situación en que el gobierno hacía uso de su expansión fiscal como función de control social, y el sindicato decidía su viabilidad, no en sentido económico sino en el de negociación política. Un monstruo sin más fin ni objetivo que hacerse de más poder a costa de sus agremiados y/o ciudadanos. Esto es, se convirtieron en cómplices de algo muy parecido a un engaño social.

La herencia que esta simbiosis dejó es dispar; se relaciona con el grado de expansión, amplitud y profundización socio-económica, cultural y política que ocasionó en las diferentes entidades del país. Y esta diferencia tiene lugar en el grado de crecimiento y desarrollo económico y social de cada una de ellas. Así, estados de poco crecimiento en la materia fueron objeto de un apoderamiento de esta burocracia gubernamental que se infiltró y expandió para "llegar y hacerse cargo" de lo que no podía el sector privado. Hasta convertirse prácticamente en rehenes de su control y poder. 

Caso contrario, entidades que ya venían de distinta tradición productiva; cuyos nexos, orientación, estructura económica era distinta o más desarrollada, no perdieron del todo las bases de una verdadera libertad económica, aunque sufrieron durante mucho tiempo de la injerencia del gobierno en sus asuntos, algo que era a todas luces producto del entendimiento que adquirió dentro de su praxis autoritaria: mejor que te teman a que te quieran.

Ahora bien, el verdadero legado que ha dejado este desorbitado crecimiento burocrático en las entidades de las que se apoderó en gran parte (hay lugares de México donde más del 70% de los empleados son servidores públicos) ha sido realmente dañino para los trabajadores calificados, tanto técnicos como profesionales. Una herencia en nefasta en términos de salarios, libertades y oportunidades.

Para entender plenamente todo esto, hay varias palabras clave: criterios, eficiencia, eficacia, responsabilidad y poder. Todas ellas forman en sí los factores de análisis de por qué no funcionan las cosas entre la tecnología, la competitividad, el aprovechamiento académico, el desarrollo económico y científico y el discurso político, o bien la realidad que el gobernante ofrece al ciudadano a cambio de posponer eternamente la verdad de esa realidad.

Ahora bien, no podemos decir que por ser un modelo rígido de relaciones laborales, donde el estado general de cosas sea un estado manipulado de las mismas, sea asimismo un lugar abandonado y pobre del todo. No, esto no es verdad: los niveles de pobreza en México han disminuido y la calidad de vida aumentado, incluyendo a los lugares donde hay mucha burocracia y poca o muy poca empresa privada.

El asunto es que el crecimiento en estas entidades no ha sido obtenido por méritos propios; no ha sido producto de la creación de riqueza ni del aumento de la productividad, no. Ha sucedido porque la magnitud de la renta fija se ha mantenido tan estable, que estos lugares se convirtieron en zonas comerciales, o bien de consumidores con tendencia positiva. Sin incrementar para nada su productividad. Esto a razón de que dicha renta proviene de dinero que ha hecho el país en su mayoría, es decir, son participaciones federales. Lo cual nos lleva a una situación de realidad dividida. Más claro: el crecimiento económico no ha sido cuestión de ahorro interno. Y eso es grave, en todo caso.

En cuanto al tema que nos interesa, que son las consecuencias que tiene esta política expansiva del gasto burocrático sobre los empleos calificados, todo pasa por la competitividad. La competitividad no sólo es el criterio máximo por el cual deben regirse los salarios sino los costos mismos de los competidores. Competir en términos de igualdad y libertad de mercado produce en el sistema económico no sólo flujos comerciales constantes y enriquecidos, sino incluso de conocimientos y tecnología. Lo que sucede es que este flujo, en una situación en la cual el mercado laboral está dominado por criterios gubernamentales, ya que es el gobierno en cuestión el contratante mayor del número de empleados existente, queda imposibilitado de distribuirse con calidad y con beneficios justos, quedando envilecido, enrarecido y enajenado por las mismas prácticas, que sin ser monopólicas, en realidad es la situación que producen, pues todos los criterios laborales se terminan englobando en prácticas de sistema.

Veámoslo con más calma por medio de un conjunto de puntos, donde explicaremos cómo la injerencia del gobierno en una economía, si llega a ser demasiada, debilita la verdadera libertad económica y con ello reduce la competencia al atrofiarla, con todo el daño que conlleva en contra de los empleos calificados:

El "amiguismo, compadrazgo y nepotismo" como criterio económico

Es uno de los más grandes lastres que arrastran aún sociedades como la mexicana y de la cual no es necesario mencionar cómo impiden un estado de cosas competitivo y justo.

Desde el punto de vista social ya es injusto y ofensivo para los ciudadanos que son inmediatamente desplazados de las oportunidades que se otorgan a aquellos que no tienen más mérito que ser "familia o aliado" del poder. 

Desde el punto de vista económico, este fenómeno despreciable a lo que conduce es a crear una sensación de frustración y abandono del esfuerzo. Los estudiantes dejan de rendir como deben pues terminan por entender que no van a ser contratados en función de sus capacidades; el criterio de calidad educativa, que debería primar en un régimen de competencia económica libre e igualitaria entre oferentes, es eliminado y dejado de lado y suplantado por un criterio injusto y que sólo promueve la holgazanería por un lado y la frustración por el otro, con los resultados nefastos en productividad laboral esperados.

Los cuadros profesionales, de esta manera, egresados de las universidades y escuelas técnicas, terminan insertos en el sector productivo, únicamente pos razones populistas o amiguistas, ambas para beneficiar a un modelo de poder burocrático cuyo objetivo no es potenciar a la entidad económicamente, sino mantener el control laboral, cuya fuerza, repetimos, le es dependiente en su mayoría.

Ahora, esto sólo es por el lado de los profesionistas; por el lado de los empresarios, el amiguismo, compadrazgo y nepotismo de los regímenes de control laboral burocrático, es peor, ya que sus efectos no son negativos sólo en el aspecto laboral, sino social y financiero también. 

Cuando un gobierno adjudica una obra pública por "dedazo", bajo este criterio que comentamos, crea un círculo mafioso y vicioso que sólo genera más gasto y molestias a la ciudadanía. ¿Por qué? Porque justamente lo que no rige en la política empleada es el ánimo de competencia, lo que hay es un otorgamiento político a secas, cuyo fin es proteger, ayudar o impulsar los negocios de los amigos del gobernante. El resultado casi siempre resulta nefasto: el atraso en las obras públicas es una constante que se lleva entre las patas dinero, recursos y la paciencia del ciudadano, que tiene que soportar las molestias que la obra ocasiona, más allá de lo prometido. ¿Es esto justo?

Tengamos en cuenta, además, que como es discrecional el ejercicio de este presupuesto, y corre a cargo de decisiones políticas más que económicas, el empleo no se otorga basado en criterios de mérito y desempeño, sino en criterios similares al otorgado por el gobierno a la empresa: amistad y compadrazgo. Por lo cual la obra jamás resultará del todo eficiente, y muchísimas veces jamás lo resulta. Sobra decir lo que financieramente representa esto para el dinero público. La agravante contra el empleo calificado es que de nuevo nos encontramos con que los futuros profesionales universitarios, sabiendo cómo funcionan las cosas, comprenderá que la mediocridad es también muy válida. Lo único que tiene que hacer es amistad con un hijo de familia poderosa, con un pariente de un político encumbrado, o unirse a una familia millonaria y su futuro trabajo estará asegurado. Los demás estudiantes que no tienen esta "oportunidad", verán con frustración que la caída en su aprendizaje no tiene relación con su esfuerzo. Lo que nos lleva a lo siguiente: las escuelas, universidades, colegios, y demás centros de enseñanza, al comprender que no les exigen preparar profesionistas altamente calificados, o bien que el sistema como está "funciona" igual y "no pasa nada" si tampoco ha pasado nada, bajarán su nivel de enseñanza y ahorrarán costos de esta manera, y se mostrarán como se muestra el gobierno: permisivos y burdos en sus decisiones generales, toda vez que no se hace necesario esforzarse por dar mejor servicio. Esto, repetimos, no ocurriría en un sistema de verdadera competencia laboral, donde las empresas y compañías buscan constantemente talentos y personal altamente calificado. Lo que sucede entonces es un descenso en la calidad de enseñanza por no haber motivación real.

En resumen: no puede habar personal altamente calificado ni preparado académicamente si el gobierno controla la mayor parte del ingreso al trabajo y sus fuentes. Esto sólo conduce a un bajo nivel de la calidad laboral. Al no haber competencia real, no se hace necesario dar enseñanza real y de calidad, lo cual en las escuela se traduce en una gran tasa de bajo aprovechamiento estudiantil, constantes quejas sobre sus servicios y dudas sobre su calidad. Aunque el gobierno, claro está, dirá todo lo contrario.

El populismo o negación de las reglas justas del juego económico, a cambio del mantenimiento del poder:

Uno de los absurdos que más dañan el espíritu de competencia y acaban con las posibilidades de tener salarios de buena hechura, es la creencia populista en la educación; otra vez fundado esto en el criterio político del gobernante y sus aliados. No hay en esta creencia ningún vínculo con la realidad ni social ni económica.

Lo que diferencia a las prácticas populares con las liberales, es que los gobernantes de aquel género ven a la educación como una institución cuya función social principal es "administrar la frustración" de la población; es decir, como una herramienta de poder más. Los liberales, en cambio, ven a la educación como un medio para alcanzar bienestar personal, familiar, social y nacional; es decir, como un instrumento para adquirir capital y contribuir a su creación. Por lo tanto, la ven como la institución primordial del desarrollo socio-económico.

Pero, la educación, aunque puede ser para todos, no necesariamente tiene que egresar a todos o permitir el ingreso a todos. Esto no sólo carece de sentido psicológico sino también económico y moral. La educación debe tener relación directa con las necesidades científicas, técnicas e intelectuales de los órganos públicos y empresas corporativas de la sociedad. No puede desfasarse de estas necesidades. No sería moral que hubiera 500 licenciados en música si el sistema no está requiriendo más de 100 al año. No es moral porque estás condenando al desempleo a 400 músicos. Económicamente habrás gastado en 400 estudiantes por 3 o 4 años, cuyo total hubiera cubierto, quizá, los estudios de dos arquitectos que sí son demandados por la estructura productiva.

Los populistas,sin embargo, recurren a asuntos naturalistas como los derechos de todos a tener educación, y a conceptos abstractos como justicia social, para incentivar a los jóvenes a obtener una carrera. El problema que generan es de índole cultural, mismo que se reestructurará hasta quedar en la consciencia cívica como algo de naturaleza igualitaria que debe ser demandado sin chistar. Es cuando el "pueblo" comienza a ser exigente, más allá de las capacidades del Estado para cumplir sus compromisos.

No se trata de que se exija algo que la Ley da en derecho; es válido querer estudiar y es más válido querer egresar de una carrera. Al fin y al cabo daría sentido económico y personal a quien lo logre. El problema es que las personas, en su mayoría, están perdiendo de vista que una cosa es el derecho y otra el mérito, el proceso o las formas normativas, intelectuales y materiales para lograrlo. El hecho de que el Estado prometa educación para todos, no significa "títulos académicos" para todos. El que se haya llegado poco a poco a esta aberrante confusión es culpa de los gobernantes de nuevo, ya que en su afán de aumentar el margen de gratitud popular hacia él y su partido, falsen la consciencia de la población y la han hecho creer que si "mi hijo entra, ahora tiene que salir". Y peor: "como si entra tiene que salir, pues tiene que entrar", a como dé lugar. ¿Ven la problemática? La problemática es que las personas están divorciadas de dos realidades: la de los méritos y la de los procesos. La cuestión es fácil, volviendo al tema de los gobiernos de alto control de la masa laboral, o de sociedades ampliamente burocratizadas: la ciudadanía se termina dando cuenta de que cualquier persona consigue empleo; cotejan la obra de aquellos que están en un puesto burocrático u empleo obtenido por los favores del gobierno con los merecimientos; y que cualquiera puede tener empleo, y deciden romper con la cultura del esfuerzo. Se dan cuenta de que la educación es sólo una negociación más. Y ellos no quieren negociar, son el "pueblo" y tienen "derecho"; con lo cual la escuela se convierte, de una herramienta de ciencia, técnica, tecnología y conocimiento, en un instrumento de lucha política. Y económicamente las consecuencias son desastrosas.

El sistema, así, dentro de este esquema de función cuasi monopólica del sel sector laboral, se pervierte y vicia. Influye en las decisiones el criterio político antes que el económico, y se trata de manipular y controlar al "votante" por medio de la gratitud y, por supuesto, si no no sería político, la percepción y consciencia de que tu empleo depende del gobierno. Y por ello, depende de cómo asumas esto, si con gratitud o no. Es decir, el hecho de que el gobierno sea el mayor empleador, crea un enorme margen de poder político, cuyo sostenimiento financiero proviene de las transferencias públicas, los subsidios y participaciones federales, y en menor grado (ya que se trata de entidades escasamente industriales y de importancia productiva) de los impuestos, con lo cual quienes pagan por este "modelo" son ciudadanos no habitantes del mismo; es decir, los estados de enorme tamaño burocrático, trasladan su costo al resto del país.

Como este traslado no es financiado de manera "improcedente", sino obedece a un conjunto procedimientos justamente, de nivel federal, mantener los ingresos por esa vía se convierte en la única herramienta económica importante del gobierno estatal; y entonces mientras más argumentos den a la federación de que se merecen tales recursos, más de estos habrá. ¿Como impacta este criterio a la educación y a los egresados de las escuelas? Impacta por medio de otra falsación: la de los datos y logros.

Un ejemplo puntual: los casos de profesores de universidades públicas (altamente dependientes de estos recursos) que, exigiendo del estudiante ni más ni menos que lo que deben cumplir según dictan sus responsabilidades como alumnos, se encuentran con que estos fallan y no cumplen, o bien, no resultan aptos para lo encomendado. El resultado es  obvio: no los aprueban, tal como señala no sólo la forma sino la exigencia moral con que debe cumplir cualquier profesor. Y el contraresultado es lo más grave: las autoridades educativas obligan al profesor a pasar a los alumnos, bajo el criterio más insano de todos desde la posición de la educación real: lograr los estándares mínimos de matrícula y resultados, o si no, no se consiguen los subsidios. Es decir, ¿Importan más los subsidios que los méritos y los logros? Por supuesto, así es; pero estos funcionarios consiguen las dos cosas de un golpe: los subsidios y también el reconocimiento al "conseguir mantener los estándares de calidad adecuados". Claro: con trampa. ¿Pero a quién le importa?

Esto perjudica económicamente a la mano profesionista que egresa de estos centros de enseñanza, por dos razones: la primera, porque el gobierno sabe la situación real de esta fuerza laboral y maneja el precio del trabajo a conveniencia; las más de las veces abaratándolo. La empresa, por otro lado, hace lo mismo con criterios de marginalidad, es decir tenderá a ubicar el mínimo a pagar en relación con quien cobre menos dentro de la misma especialidad. Como todos los salarios se encontrarán a la baja, y la mano calificada será mayor mientras más egresados exista, merced de las políticas de egresos educativos basadas en criterios antieconómicos como el populismo, la demagogia y la alteración de datos fidedignos, entonces se sumará a la notoria y conocida  baja calidad de dichos egresados un aumento de la oferta laboral cuyo resultado directo será siempre la baja salarial, más allá de lo que en realidad merecen. Esto afecta, sobre todo, al verdadero personal calificado que queriendo insertarse productivamente, se ve en la obligación de aceptar un salario discriminatorio e injusto o permitir que otro "especialista" se quede con el puesto al aceptar el salario que el otro rechazara, pues este último empleado estará consciente de que no se encuentra en posición de negociar debido a la forma en la que egresó de la carrera, es decir, prácticamente por obra de los intereses populistas y demagógicos del gobierno. Un círculo viciado y enajenante que es culpa de las prácticas de control de los gobernantes de estados con pocos resultados económicos propios.

En resumen, mientras las entidades de tipo burocrático de grandes magnitudes existan, el control de sindicatos y gobernantes sobre el empleo se reflejará en baja calidad del trabajo, y por ende bajos salarios, lo que a su vez se transformará, por eso, en el medio de control político del gobierno sobre esta masa de empleados ocasionado por el embudo laboral que crea el gobierno mismo, el cual como sabemos es el empleador mayoritario. Todo esto impactará al sistema educativo local reorientándolo a objetivos que no tendrán relación ni con la eficiencia ni con la calidad de la enseñanza. Agudizará la situación el hecho de que el Estado no sólo será el mayor empleador común, sino que también será el mayor contratador de obras y servicios públicos, quedando en una situación quebradiza la verdadera relación entre el capital y el trabajo, pues el empresario pasará, de ser el verdadero administrador de la calidad, eficacia y eficiencia laboral, a ser otro dependiente más de los de recursos estatales. Una trampa sin fondo alimentada por el amiguismo y el compadrazgo que se permite en estos tipos de regímenes aún existentes, que en el fondo no son democráticos ni igualitarios.