lunes, 13 de mayo de 2013


Documental argentino que versa sobre uno de los peores crímenes colectivos de todos los tiempos: las matanzas étnicas de Ruanda, sucedidas entre abril y julio de 1994. "100 días que no conmovieron al mundo" trata sobre una brutalidad que a nadie le importó. La jueza argentina, Inés Weinberg, la única latinoamericana en el tribunal internacional para juzgar a los culpables del genocidio, atestigua y explica qué pasó en ese país que lo llevó a tal furia sangrienta.

Más de un millón de personas murieron de manera horrible en algo más que 100 días; la comunidad internacional hizo caso omiso y abandonó a los ruandeses a su suerte. Cuando las voces se hicieron más fuertes, y sabiéndose que se trataba de una lucha de exterminio humano realmente, las potencias se "dignaron" a intervenir. Entonces se comprobó el horror en toda su magnitud: vecinos mataron a vecinos, amigos a amigos, compañeros de trabajo a compañeros de trabajo; incluso entre familias se mataron sin piedad. Ruanda ya no volvió a ser la misma.


El genocidio de Ruanda: aberración cultural y culpa colonial

A pesar de que era completamente conocida la brutal rivalidad y el acendrado rencor entre las dos etnias más poderosas de Ruanda: los tutsi y los hutu, jamás a ningún analista, especialista, experto o asesor político de las instituciones de paz y desarrollo mundiales se le hubiera ocurrido imaginar lo que sucedería entre inicios de abril de 1994 y mediados de julio de ese mismo año.

En casi 100 días, de 6 millones y medio de personas, sólo quedarían vivas 4 millones 900 mil. Más de un millón y medio serían salvajemente asesinadas en medio de una guerra civil espantosa y de pronóstico aún más terrorífico.


Ruanda fue un doble protectorado: primero alemán y después belga. Ambas naciones se aprovecharon de la fuerte rivalidad entre hutus y tutsis para “dividir” políticamente el país a su conveniencia. Debido a que el régimen dominante al momento de la “conquista” centroafricana era de control tutsi, a los alemanes y a los belgas les pareció ideal apoyar a estos para su afianzamiento y dominio del país.

Desde 1918 hasta 1961, la monarquía belga apoyó de manera prácticamente indiscriminada y cínica a la monarquía tutsi, y al usarse el término “cínica” no se trata de una simpleza léxica: fue absurdamente cínico en su apoyo en detrimento de los hutus.

La segregación y discriminación abierta de los tutsis hacia los hutus, al privar a estos de cualquier chance de integración nacional dentro del esquema político, económico o administrativo del reino sólo generó lo esperado: una formación cada vez más grande de conspiraciones y de asociaciones secretas y ni tan secretas de hutus cada vez más enfurecidos. Estos terminaron creando frentes de lucha, primero, para democratizar el país, y  luego para arrebatárselo de las manos violentamente a los tutsis. Esto último no fue necesario, o no del todo. En 1959, el gobierno belga entró en abierto conflicto con los gobernantes tutsis; el cambio de monarca no fue lo mejor que pudo haber pasado. La muerte del monarca Mutara III dejó en el poder a su joven hijo Kigeli V, el cual presentó a Bélgica una propuesta tan ambiciosa como ridícula, basándose en el hecho de que el colonialismo estaba llegando a su fin y elevando sus exigencias a un nivel tal que los belgas consideraron el hecho de tener que apoyar a los hutus.

Los belgas incurrieron en una ingenuidad histórica al pensar que la etnia hutu iría por la continuidad del régimen colonial. Apenas se logró hacer posible el fin de la larga lucha por la emancipación hutu, iniciada casi un siglo antes, lo primero que exigieron los “nuevos favoritos” fue el fin de la monarquía y la creación de la figura republicana. La presión se convirtió en una rebelión de facto de la población hutu, que siempre ha sido mayoritaria en Ruanda (80%, por 20% tutsi), y a Bélgica no le quedó más remedio que firmar los acuerdos de la independencia del país un año más tarde.

Entre 1962 y 1990 los conflictos internos fueron una constante en el país: los tutsis exiliados crearon el Frente Patriótico Ruandés cuya intención era no sólo regresar al poder sino incluso “higienizar racialmente” el territorio. Desde naciones como Uganda y Tanzania, los ahora rebeldes del régimen republicano llevaron a cabo desde atentados hasta asesinatos selectivos. Los hutus y tutsis que residían en el país, aunque intentaron convivir en paz resultaban víctimas de la violencia política que les pedía mantener una decisión y elegir un bando. Miles de familias hutus que habían convivido durante años con familias tutsis vivían bajo la constante presión de “raza y nación”.

Para 1990 los tutsis lanzaron una fortísima ofensiva desde Uganda para recobrar el poder. El presidente de la nación, Juvenal Habyarimana, un hutu moderado, no tuvo más remedio que negociar con los insurgentes firmándose los acuerdos de Arusha en 1993, en los cuales se aceptó compartir el poder entre las dos etnias.
Al parecer este fue el detonante del plan hutu para deshacerse de los tutsi para siempre. La implicación de tenerlos de nuevo como parte del poder o como gobernantes alternativos creó en muchos de los radicales la creencia de que volverían a gobernar el país tarde o temprano; esa idea era tan inaceptable que desde el gabinete de Habyarimana se comenzó a orquestar la idea más tenebrosa y terrorífica que puede ocurrírsele a cualquier régimen o persona: la eliminación física total del “adversario”.

El 6 de abril, inicio de las terribles matanzas étnicas, Juvenal Habyanarama sufrió un atentado que cobró su vida. Los hutus en el gobierno no estaban dispuestos a compartir nada con los tutsis, e irían más allá: su plan era exterminar a la etnia enemiga.

Los aniquilamientos fueron perfectamente dirigidos desde el ejército ruandés. Se usaron tácticas paramilitares como el de las brigadas Interahamwe (golpear juntos), que fueron armadas con mazas con púas, hachas, machetes, cuchillos y granadas. Gran parte de estas brigadas recibió también armas de fuego de Francia. Se trataba de fuerzas muy radicales que demostraron una enorme efectividad y crueldad contra sus víctimas. Se estima que de los más de 800 mil tutsis muertos, la Interahamwe se encargó de matar al 85%., lo que indica su altísima convicción ideológica criminal.

La búsqueda y aniquilación se dio por todo el país. En menos de 30 días el exterminio había cobrado alrededor de 300 mil vidas. En estos días,  el Frente Patriótico Ruándes atacó desde la zona noroeste el 30 de abril comenzando un intercambio de crueldades con los hutus.

Lo imperdonable fue que la ONU y los países integrantes del Consejo de Seguridad se negaron a ayudar a la población y la abandonaron a su suerte, hasta que el 23 de junio de 1994 Francia, con aprobación del organismo lanzó la “operación turquesa”, para asegurar una zona humanitaria. Sospechosamente el ejército francés lo que provocó fue que los tutsis no pudieran retomar el control total del país protegiendo básicamente a los hutus. Esto igual no detuvo las represalias de los tutsis que acabaron entre junio y julio con la vida de alrededor de 200 mil hutus que encontraron en su camino.

El día 19 de julio de 1994 se declaró el alto al fuego y el fin del genocidio y la guerra civil. Habían muerto más de 1 millón 100 mil personas y más de 3 millones se hallaban en condición de refugiadas en Tanzania, Uganda y Zaire.

La guerra no sólo ocasionó la debilitación social, sino que agravó enormemente el odio étnico que hasta ahora sigue vigente. Lo único que detiene a los ruandeses para intentar otra acción de esta naturaleza es el sentido común. Su vida transcurre entre vengar o perdonar, una situación moral que ha definido desde 1994 la formación de la nación. Una madurez civil que sigue estando en juego.



Ganó Maduro muy ajustadamente y aún así se siente el “dueño” de su país.

De una persona que habla con pájaros no se pueden esperar cosas razonables. Nicolás Maduro, el torcido delfín de Hugo Chávez, ganó con el 50.6%  de los votos la reñida elección venezolana a mediados de este mes,  en medio de acusaciones de compra de voluntades electorales en regiones enteras del país. Cosa que preocupa porque, si con fraude incluido en el combo ganó de panzazo, si hubiera sido una elección justa la perdía seriamente.

Y esto es lo que pelea el candidato opositor Henrique Capriles: señala que hubo muchas irregularidades y que estas deben investigarse a fondo. Keep on dreaming, Capriles. Maduro, al mejor estilo de las izquierdas “justicieras” sudamericanas, sobre todo como la Argentina, está haciendo de ese 0.6% de votantes a favor una ilusión demagógica tal que cree que ya tiene derecho a llevarse entre las patas a toda la nación. Es decir, el 49% que no votó por él no vale, no importa y es prescindible. Es decir, estos regímenes autoritarios como el venezolano, el argentino o el boliviano consideran que los que pierden una elección son como los que pierden una guerra y no merecen piedad ni consideración. Dejan de ser vistos como ciudadanos y se convierten automáticamente en “estorbos” sin importancia a los que hay que ignorar y, de ser necesario (más que necesario), neutralizar. Así ven las cosas personas como Nicolás Maduro: como dictadores. Y es lo que le espera a Venezuela: un régimen (“modelo”, lo llaman “amistosamente” en Argentina los oficialistas) de ajuste de cuentas, de acotamiento de libertades, de control militar, de rigidez mental, de ausencia de justicia, y por ende de más pobreza y más desigualdad. Una maravilla en todo el sentido de la palabra. ¿Quién dice que usar el hambre de tu propio pueblo a tu favor no reditúa?

SEDESOL y la justicia social: la misma hipocresía

Como ellos no tienen necesidades usan el dinero de los mismo que las tienen para hacerlos “bueyes” y amenazar con dejarlos sin los paquetes de ayuda social si no votan por el PRI. Una lindura al mejor estilo durante los 70 años que gobernaron.

Sucedió en Veracruz. Funcionarios de SEDESOL demostraron que la justicia social es aquella que sólo existe para los que votan por el PRI; los demás no son necesarios. La justicia entonces es, en pocas palabras, reservada para unos mexicanos pero no para los otros. Qué democrático. Nada extraño viniendo del Partido Revolucionario Institucional que, como siempre, optó por defender a los suyos, por más sinvergüenzas y descarados que resulten.

A la mejor usanza de cuando gobernó y ocasionó al país enriquecimiento ilícito de gobernantes, sindicalismo parasitario, crisis constantes, deuda, inflación, hambre, violencia, pobreza y demás “detalles” de su gestión, que muchos  no se sabe por qué siguen defendiendo como si se hubiera tratado de una gestión sueca o suiza, el súper presidente de México salió a descalificar a los que descubrieron la transa y a defender a los delincuentes (porque hacer uso de los recursos de la nación que bajo un programa legal busca el bienestar popular, en beneficio del partido en el poder es un delito); qué cosas. Hasta parece que estamos viendo al PRI de 1970 o 1980; lo grave es que este PRI no se da cuenta cabalmente de las cosas, sigue en un atraso moral y mental que sorprende. Pero veamos de qué está hecha la realidad, a menos que el fraude electoral les permita remontarla.

Por ahora, la pregunta es: ¿de esto se va a tratar todo el sexenio que falta? ¿De las mentiras y engaños de siempre? Pero el cínico no es cínico por entretenimiento, no; es cínico porque de eso vive: y sucede que a los grandes y connotados priístas, en lugar de decir algo sensato, se les ocurrió, simplemente, expresar cosas como que “no podemos permitir que se chantaje en el Pacto por México”. Resulta pues, que para personas como Emilio Gamboa Patrón el culpable de lo que sucedió en SEDESOL Veracruz es el PAN, porque ¿para qué andan descubriendo cosas malas? Es imperdonable que no dejen transar al PRI en paz. De terror este “nuevo PRI”.

Lady profeco y la impunidad de siempre

Nomás no le gustó que no le dieran la mesa que quería y llamó a los abyectos de “papi” para clausurar un restaurante, todo  bajo las conductas de manual de cualquier junior. 

Como en los mejores tiempos del PRI prepotente y autoritario, Andrea Benítez, la niña popis en cuestión, hizo uso de su apellido y “mandó” clausurar un restaurante exclusivo de la Colonia Roma, en el Distrito Federal, sólo por un “caprichito”. Cosa que estuvo a punto de suceder de no ser porque el padre de la niña consentida, Humberto Benítez Treviño, un político salinista intocable dio marcha atrás al enterarse de tal aberración.

Los dos se disculparon como bellas y gentiles personas que dicen ser, pero… ¿disculparse lo soluciona todo? Humberto Benítez Treviño es el Procurador Federal del Consumidor, ni más ni menos que el ente que se encarga de proteger los derechos de los demandantes de servicios y bienes de la república ante cualquier artbitrariedad de los vendedores, distribuidores y productores; y resulta que la hija resultó más arbitraria, y haciendo manejo de personal de la Procuraduría se lanzó a hostigar y ejercer “terrorismo nepotista”,  cuando es el organismo que dirige su padre el que debe distinguirse justamente por ser ecuánime y legal. Pero piensan que con una disculpa basta para “calmar a la plebe”; cosa que les costó porque  fuchis, dar disculpas a los nacos, o sea… qué mal…

¿Pero… por qué no renuncia? ¿Y por qué el ilustradísimo presidente de México no le pide explicaciones, al menos? Bueno, porque Humberto Benítez Treviño es ni más ni menos que un cercano a Carlos Salinas de Gortari; y aunque no lo fuera, Enrique Peña Nieto tampoco se la pediría simple y sencillamente porque los priístas son tan prepotentes que no consideran siquiera equivocarse. Así que tendremos que seguir soportando más lady profeco, más Humbero Benítez y más y más mentiras, corrupción, dejadez y soberbia de este gobierno.  A ver hasta dónde creen estos funcionarios que la ciudadanía va a aguantarles.



El aumento al IVA en alimentos y medicinas, y otros artificios políticos…

El IVA, para ser comprendida mejor su función como impuesto, debe pasar primero por la explicación de qué es, o en qué consiste.

El Impuesto al Valor Agregado es uno de los “rubros estrella” de las finanzas públicas de muchísimos países, ya que es un impuesto ineludible  a cualquier plazo. Y consiste en gravar (imponer una tarifa) al valor mismo del producto, bien o servicio al que el ciudadano accede mediante un pago.

Cuando se produce una bicicleta, por ejemplo, los componentes de la misma: manubrio, pedales, ruedas, ejes, sillín, tienen un costo diferenciado dentro de los costos del bien; estos costos son en los que incurre la empresa que produce la bicicleta, y mientras más caros sean esos componentes, determinado todo por la calidad de los mismos dentro del proceso que llevó a tenerla lista, el impuesto a la persona que se hace de uno de estos medios de transporte es mayor. Es decir, todo lo que cuesta el producto en sí (si la bicicleta cuesta 100 pesos, digamos) sufre una tasa impositiva por su valor. Si el IVA es del 2%, además de los 100 pesos, el comprador pagará 102 pesos, la diferencia se la lleva el Estado.
El I.V.A. es un impuesto que está en todas partes, luego de visto esto. Y es un impuesto del que no puedes escapar, a diferencia de otros, que puedes evadir científica o mañosamente. Por eso es que el interés de esta administración federal es tanto, porque como gravamen, el Impuesto al Valor Agregado es una garantía fiscal de ingresos.

Pero, ¿es en verdad necesario que se incremente el I.V.A.? ¿Y que se aplique a bienes sensibles como el alimento y los medicamentos? ¿En realidad esto es indispensable?

Depende de quién lo diga, por qué lo diga y hasta cómo lo diga. Lo que importa aquí es qué busca el Gobierno Federal con esto. Obviamente, ingresar más dinero al tesoro público, pero… ¿por qué? ¿Realmente necesita este dinero? ¿Es este aumento algo justo? ¿A quién perjudicará más?

Bueno, tratemos de responder a estos cuestionamientos, primero con un simple dato: el IVA actual en México es de un 16% a tasa nominal. El Gobierno Federal, encabezado por la administración priísta quiere elevarlo entre 3 y 6 puntos: del 16 al 22% a medicinas y alimentos. Esto para muchos es algo aceptable; para otros es una barbaridad.

Otro dato, en Europa las tasas a alimentos y medicinas no superan el 7% en países desarrollados. Dentro de la OCDE incluso una tasa impositiva a alimentos y medicamentos que rebase el 9% es considerado un abuso y un error. En México, alentados por sectores de patrias anteriores y segmentos de aplaudidores del presidente, que nunca van a faltar, ven como “necesario” que se aplique un impuesto del 19%, como mínimo, al tipo de consumo más importante de los mexicanos. ¿Basados en qué? Basados en que México es el segundo país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que menos logra recaudar dinero por vía impositiva (12.5% del PIB) y en que hay necesidades urgentes que cubrir. ¿No suena acaso igual al mismo discurso de todos los tiempos?

En Suiza, el impuesto a los alimentos es de apenas el 2.5%. Y todos sabemos que en Suiza no hay pobres. Muchos dirán que por eso no es necesario darle más dinero al Estado. Pero aquí hay una trampa en la idea. Y esta trampa radica en el hecho de explicar cómo se aplica un impuesto tan importante a una población como la mexicana, que a diferencia de la suiza les aseguro que sí sufrirá el impacto de la medida.

México posee alrededor de 114 millones de habitantes; de esta enorme cantidad, el padrón impositivo (todos los que están dados de alta en Hacienda como contribuyentes), lo constituyen 37 millones de personas. Es decir, 1 de cada 3 mexicanos paga impuestos. Lo curioso es que según datos quienes trabajan son 44 millones. 7 millones de trabajadores no pagan impuestos. O pagan muy poco. ¿Quiénes serán estos misteriosos 7 millones de trabajadores que no pagan impuestos como los demás? Curiosidades de un país como este.

Los tres impuestos más importantes con los que las Finanzas Públicas mexicanas “hacen su agosto” año con año, son el Impuesto Sobre la Renta, que es el impuesto que más ingresos deja a la Federación (50% del total); y lo sigue el I.V.A. (35.4%); el resto fiscal (10.6%), se distribuye entre otros impuestos como el IETU. En total, el Estado aglutina año con año la enorme cantidad de casi 1 billón 500 mil millones de pesos por vía impositiva. Es decir, los impuestos le procuran al Estado Federal el 42% de todos sus ingresos anuales. Un dineral.

Sin embargo, 4 años después vuelven a la carga para imponer a la población una forma extractiva de recursos que no pueda evitar. La menos inevitable de todas: comer y curarse. Una maravilla.

Se supone que un incremento del 19% a los alimentos y medicinas impulsará los ingresos federales tributarios un 2%, es decir, alrededor de 30 mil millones de pesos. Estos 30 mil millones serían pagados por todos los mexicanos que con unos billetes en la mano salgan a comer algo o a comprar medicinas, es decir, no a hacer cualquier cosa. Muy racional desde el punto de vista gubernamental, ya que la forma más eficiente de evitar evasores es cobrar a todos por igual, “aplanar” el impuesto, “democratizar” en su máxima expresión el tributo. Con esto ganan todos. No es cierto: con esto sólo gana el gobierno federal; cosa que sería respetable si pudiera explicar para qué quiere más dinero. Pero no explica nada. No dice por qué. Sólo dice que es necesario. Así como cuando llega alguien corriendo a su casa y pide 500 pesos y le pregunten “¿para qué quieres tanto?” y como respuesta dé un “lo necesito, luego te explico”, así es esto del I.V.A. a alimentos y medicinas impulsado por el actual gobierno en turno. Nadie sabe por qué quiere más dinero.

Muchos tienen el temor, duda, idea, sospecha, curiosidad, angustia, que este dinero va a ser utilizado en el maquillaje político del régimen actual para hacerlo quedar “bien bonito” ante la sociedad, mediante programas electoreros y manipuladores (como parece que está resultado la tragicómica Cruzada contra el Hambre). Muchos, y la verdad conociendo al PRI por qué dudarlo, tienen la seguridad de que este dinero va a perderse en la Nada  política, en los bolsillos de empresarios, legisladores, funcionarios, burócratas y demás fauna, con tal de hacer pasar a la administración de ahora como un ejemplo de santidad y buenas costumbres.

Todos saben que el “gran amigo fiscal” de los gobiernos federales ha sido PEMEX, empresa a la que han desfalcado y explotado (esos son los términos adecuados para describir su situación) a tal grado que ahora no genera ingresos ni para pagarle un respiro que la haga tener un “ahorro”. No, PEMEX ya no va más.
La urgencia de este gobierno es que se le están agotando las vías tradicionales de ingresos públicos, así que no tiene de otra más que meter mano al bolsillo del ciudadano y poder impulsar mejoras que son indispensables, mismas que no dicen cuáles son, como explicábamos antes. ¿Acaso este dinero que se requiere, es para apuntalar PEMEX? ¿O es para programas disfrazados de buena onda como la Cruzada contra el Hambre? ¿Es para que se haga frente a los 255 compromisos de campaña que el letradísimo presidente de este país firmó? ¿Para qué es el dinero? ¿Es para un fin económico o político?

La falacia de que el aumento al I.V.A. a alimentos y medicinas es para que los ricos paguen más

Es una de las frases más repetidas por los funcionarios, legisladores y hasta empresarios mexicanos afines a esta medida: decir que con este impuesto se va a “aplanar” la contribución y pagarán más quienes más consumen. Lo monumental de esta afirmación es la dejadez mental que hay en ello.

Seamos sensatos y usemos la lógica para ver que la afirmación que hacen los adláteres, aplaudidores, jilgueros, voceros ex profeso, cheerleaders y silbadores tipo rock star del régimen actual es una falacia, un sofisma, cuando sostienen que con este impuesto a medicinas y alimentos son los grandes ricos y millonarios los que van a tener que soltar más de su billetera y chequera y que los pobres y medio pobres sólo sufrirán momentáneamente las consecuencias ya que dependerá de un “ajuste” (uno de los términos económicos más informales y cínicos que han existido) hasta que esto pase.

Tenemos otro dato, para “ajustar” la explicación de que esto es una falacia: los países más ricos del mundo son los que menos ricos tienen en las listas Forbes. Noruega, Suecia, Alemania, Japón u Holanda, que son sociedades ricas de verdad, no tienen personajes en las listas de multimillonarios de la revista Forbes que naciones como México sí. ¿No es llamativo? Esto significa que son países con bajísima desigualdad económica y social. Y por lo tanto aplicar un impuesto a medicinas y alimentos sí sería equitativo y equilibrado. México tiene dentro de los 100 millonarios más acaudalados del mundo a 4 personas. El 4%. Entre los 4 poseen casi 2 billones de dólares. ¿De verdad creen que estas personas van a padecer un incremento en el I.V.A. a alimentos y medicinas?

En México 290 mil familias ganan al mes poco más de 100 mil pesos. Pero más de 1 millón 600 mil familias viven al mes con 500 pesos. Tenebroso, ¿no? La situación empeora: el 52% de los mexicanos vive en niveles cercanos a la pobreza. 10% vive en pobreza total y extrema. Alrededor del 28% tiene ingresos medios y sólo un 10% es rico. Si comprimimos estas cifras este 10% ganaría alrededor de 66 veces más que el 10% más pobre, lo cual quiere decir que los ricos del país tendrían en sus manos alrededor del 85% del total de la riqueza en sus manos; lo demás queda para el 90%, del cual más del 50% no alcanza al mes los 4 mil pesos. Sólo un 40% de los mexicanos ganaría entre 6 y 8 mil pesos mensuales (hablando en conjunto familiar).

Hay que ser ingenuo o malicioso para creer que esas 290 familias ricas van a gastar tanto en comida y medicinas que superarán al 90% de mexicanos que comprarán lo mismo. Por más dinero que una familia tenga, no va a gastar 66 veces más en comida y medicamentos de un día para otro. Lo que va a suceder es que estas familias sufrirán un decremento del 3%  en sus “finanzas”, cosa que no es probable que los afecte en lo más mínimo; 3% que sufrirán en la misma vía alrededor de 20 millones de hogares mexicanos y en los que sí vale usar el término “sufrir”.

Es decir, concretemos el punto anterior: lo que importa al momento de cobrar un impuesto es la cantidad de consumidores a los cuales se lo aplique. Mientras menos sean estos consumidores, menos se recauda. El hecho de que los ricos en México ganen entre el 47 y el 66% más que los más pobres no significa que vayan a consumir alimentos y medicinas en igual promedio. Eso es absurdo. Sería como decir que si una persona de clase media consume dos tortas al día y paga el I.V.A. por esas tortas un multimillonario o rico comerá entre 94 y 132 tortas al día.

Lo que los especialistas y analistas gubernamentales tratan de “vendernos” es la idea de que los ricos de México consumen menos pero lo que consumen es muchísimo más caro que lo que consume el 90% del país. Esto es verdad, ni para dudarlo; no creemos que un rico en México coma tacos de dos pesos; pero tampoco creemos que coma caviar al levantarse. Una cosa es la necesidad elemental y otra el consumo marginal. Los ricos comerán y se medicarán con más calidad, pero su consumo no será atroz ni tan elevado como para que los 30 mil millones de pesos que el gobierno federal pretende recaudar vengan de sus bolsillos en su mayoría. Pensar eso es ridículo.

Hagamos un ejercicio básico. El promedio mensual de los mexicanos que trabajan es de 3 750 pesos. Siendo 44 millones el estimado laboral, la suma de sus ingresos sería de 165 mil millones de pesos al mes. Se calcula, a su vez, que si el mexicano promedio gasta alrededor del 70% de su sueldo en alimentos y medicinas estaríamos hablando de que 115 mil 500 millones de pesos se gastarían en estos rubros, del 100% del salario global.  1 billón 386 mil millones de pesos al año en consumo de alimentos y medicinas. Si el I.V.A. subiera del 16 al 19% como pretende esta administración, el Estado se haría de entre 30 mil y 40 mil millones de pesos, solamente con el consumo de los trabajadores promedio. Por el otro lado, 1 billón 235 mil millones de pesos provendrían de las casi 3 millones de familias más ricas del país, alrededor de 730 mil individuos. Estos individuos, en teoría, tendrían que aportar al año otros 37 mil millones de pesos, pero para eso tendrían que consumir tanto como los otros 44 millones, es decir de 60 a 66 veces más por día, semana, mes. Lo cual es a todas luces ridículo. Por lo tanto el peso del impuesto que mencionamos va a recaer en los más de 44 millones personas que trabajan. Una cosa es ser rico, y otra, ingenuo.

El impuesto al I.V.A. y el misterio de su destino

Como desde hace décadas, se nos informa que los recursos obtenidos por esta suba impositiva irán a obras de carácter social e infraestructura. Y una de las cosas más graciosas es que incluso se destinarían a “aminorar el impacto” que afectaría a los millones de pobres si esta alza ocurriera. ¿Entonces si van a subir el impuesto para qué reutilizar el dinero en devolverlo? ¿No es ilógico? Es como que me pidan 200 pesos de cuota para contribuir al bienestar de mi vecindario y me lo regresen al mes en forma de comida o de pago de electricidad. ¿Qué caso tiene esto? Mejor no me lo quiten, y listo. Lo que quiere decir que este tipo de políticas fiscales se usan para mover el dinero de un lado a otro sólo para que quien lo mueve quede como un dador y otorgador de beneficios, como un preocupado por el Pueblo, como un noble administrador. Es simplemente dar vueltas para quedar en el mismo lugar.

¿Qué va a hacer este gobierno con la recaudación? ¿En qué se va a gastar? Muchos especialistas que defienden la medida mencionan que los que están en contra usan recursos argumentativos arcaicos, o del pasado, como que “se lo van a clavar”,  o va a terminar en el bolsillo de todos menos de la sociedad. Sin ser arcaico, a través de la historia política y económica de este país ha quedado demostrado que tristemente así ha ocurrido muchísimas veces; y más cuando se ha tratado que gobierne el PRI. Y quien diga que esto es falso, es un egresado con mención honorífica de la escuela del cinismo y la desvergüenza.

¿Por qué no sospechar del Gobierno Federal? Si no da explicaciones claras qué podemos pensar. El caso SEDESOL en Veracruz es una muestra muy notoria y reiterativa de que no se puede confiar en esta gente. Si el dinero que piensan recaudar del Impuesto al Valor Agregado para medicinas y alimentos no tiene más objetivo que servir a intereses electorales, políticos y manipulaciones sociales ¿entonces a dónde nos estamos dirigiendo? ¿A lo mismo de siempre? Una cosa es clara: al gobierno en turno no parece interesarle quién pague, simplemente le interesa cobrar y tener ese dinero ya; ningún tributo que se aplique a algo fundamental como el alimento o los medicamentos (y sobre todo con tasa del 19%) se va a llevar adelante sin afectar a la mayor parte de la sociedad y seguir su paso como si nada. No sólo va a traer inflación, también va a generar más insuficiencias domésticas de carácter cualitativo. Pero vivimos en un país donde no queremos aprender del pasado.


miércoles, 6 de marzo de 2013

Lo que dejó Chávez

Federico Dobri

Uso la necesidad del Pueblo para su beneficio. Lo quieren
hacer héroe  Busco perpetuarse en el poder aprovechándose 
de los pobres y necesitados y lo llaman "patriota". 
Lo lloran y otros lo vitorean. Santo, héroe, patriota, son algunas de las consignas que le gritan y pretenden endosarle. ¿Qué tuve de patriota Chávez? ¿Y qué tuvo de héroe? Cuando una persona, y su partida de amigos, socios y demás pandilla se apodera del dinero público de una nación, y aplasta a los que tienen su propia riqueza para hacerse de más ingresos ellos mismos, ¿qué puede tener de heroico o patriota? Eso es simple y sencillamente una aberración causada por el mismo aparato ideológico propagandístico orquestado y llevado a cabo por los directamente beneficiados del régimen; es decir, los cómplices abyectos a los que les convenía hacer de alguien como Hugo Chávez un supremo ejemplo mundial, cuando no era más que un simple aprendiz de dictador que usaba el dinero de la nación para perpetuarse en el poder, lo cual era a final de cuentas toda su intención. ¿Qué puede tener de patriota usar el hambre y las necesidades de una población, para perpetuarse en el puesto haciendo la gracia de dar dinero como si fuera suyo? ¿Qué tiene eso de heroico? ¿En dónde reside el festejo que le quieren agenciar como santo a un sujeto que hizo uso de los bienes de la nación venezolana sólo para mantenerse asido a las decisiones políticas y económicas que únicamente los beneficiaban política y económicamente a él, a sus esbirros y a sus familiares? ¿Dar dinero a rienda suelta es heroísmo? ¿Es patriotismo comprar voluntades con dinero y mercancías y no ofrecer a cambio trabajo ni vida digna?. Por eso, vamos a ver algunos puntos de lo que deja el "genial legado" de Hugo Chávez en Venezuela:


  • Lo que dejó Chávez. Medios de comunicación. El 52% de todos los medios de comunicación de Venezuela (1 026 de 1 973) están en manos del gobierno, ya sea directamente o por subsidios.
  • Lo que dejó Chávez. Bravuconadas demagógicas. Insultaba a EEUU, pero es su principal socio comercial. 55 mil millones de dólares al año se comercian con EE.UU. 44 mil de ellos, petróleo. Venezuela depende de EE.UU. Hasta ahí llegaba su sinvergüenzada.
  • Lo que dejó Chávez. ¿Libertad de Prensa? 134 periodistas reprimidos en 2010. 3 asesinados en 2011. 6 en proceso penal por haber hablado "mal" de Chávez. El 60% de los trabajadores de la prensa reconocían haber sido "amenazados".
  • Lo que dejó Chávez. Enriquecimiento personal. Se calcula que su fortuna, sólo por corrupción, era de 2 mil millones de dólares. Sólo de lo que le quitó al Tesoro. Su familia era conocida por haberse enriquecido groseramente en Barinas.
  • Lo que dejó Chávez. Despojo y robo del dinero público. Ha sido un gobierno de funcionarios ladrones y rapiñeros. Se estima que en 13 años, han sustraído del Tesoro Público más de 100 mil millones de dólares. Qué hermosa democracia del Pueblo.
  • Lo que dejó Chávez. Homicidios. En 1998 murieron violentamente 4 580 personas. Para 2010 murieron 17 mil, y en promedio 14 mil por año. 270% más en 10 años.
  • Lo que dejó Chávez. Corrupción. De 176 países, Venezuela está en el ranking principal: Noveno lugar. Un gran "logro".
  • Lo que dejó Chávez. 8 millones 500 mil pobres. Con todo y sus planes y misiones y cruzadas, de 29 millones de venezolanos, dejó en la pobreza al 30%.
  • Lo que dejó Chávez. Pérdida de soberanía alimentaria. Venezuela Importa el 100% de su trigo y avena, 30% de la carne, 20% del arroz, 40% de los cereales y 45% de los aceites comestibles. Desastre.
  • Lo que dejó Chávez. Gasto y más gasto. Del total de ventas de petróleo 17 mil MD usó entre 2010 y 2011 para fines populistas. ¿Cuánto reinviritó en la industria? Sólo mil millones de dólares.
  • Lo que dejó Chávez. Una atroz fuga de capitales, por 120 mil millones de dólares en 7 años. Más de 17 mil millones por año. Tremendo.
  • Lo que dejó Chávez. Atropello a la propiedad privada. 85% de las expropiaciones chavistas ocurrieron en 2011. Casi todas ellas injustas y amañadas. 2 543 casos de violación a empresas se dieron en su nefasto gobierno.
  • Lo que dejó Chávez. Del 100% de inflación en bienes básicos, el 33% cayó sobre los alimentos. Es decir, qué bienestar el que otorgaba a los ciudadanos.
  • Lo que dejó Chávez. Dependencia económica. Del 100% de sus exportaciones, el 95 es petróleo. Venezuela es un país que depende del petróleo. No vende nada. No produce gran cosa.
  • Lo que dejó Chávez. Economía. De toda América Latina, Venezuela fue el único que no creció en la producción de bienes de capital ni de maquinarias ni herramientas tecnológicas. Al revés: "logró" un -6% en Capital Fijo.
  • Lo que dejó Chávez. Transparencia. Fue un gobierno caracterizado por su prepotencia y arbitrariedad hacia la Ley y la verdad. De 139 países, Venezuela ocupa el 136 en transparencia pública.
  • Lo que dejó Chávez. Inflación. 33% de inflación. Primer lugar en el podio en los últimos 5 años.
  • Lo que dejó Chávez. Subempleo. Del 100% de quienes trabajaban, 45% lo hacía en labores informales. Terrible.
  • Lo que dejó Chávez. Desempleo. El desempleo venezolano fue en aumento durante la era Chávez. De 5% en 2000, a 14% en 2012.
  • Lo que dejó Chávez. PIB Per cápita. Presumió abiertamente que en 4 años el PIB per cápita aumentó 40%. Obvio, el precio del barril de petróleo pasó de $8 dólares a $110, en 13 años. Así qué gracia.
  • Lo que dejó Chávez. Déficit público. Los gastos excesivos del gobierno venezolano dejaron al presupuesto en déficit por más de 14 700 millones de dólares. Un súper antilogro fiscal.
  • Lo que dejó Chávez. Industria. Expulsó del país a técnicos de países por ser "imperialistas". Y llevó a Venezuela a otros de Libia, Argelia o Cuba, que resultaron abiertamente ineficientes.
  • Lo que dejó Chávez. Tolerancia. Su figura fue despótica y arbitraria. Uno de su mentores más famosos fue el argentino Norberto Ceresole, famoso anti judío. Chávez reconoció abiertamente su odio a los judíos.
  • Lo que dejó Chávez. Elecciones. En octubre del año pasado, 4 millones de 7 millones de militantes del PSUV votó por Chávez. Mucha de "su gente" no votó por él.
  • Lo que dejó Chávez. ¿Crecimiento petrolero? En 10 años, la producción de petróleo venezolano cayó, de 3.2 millones de barriles al día, a 2.4 millones.
  • Lo que dejó Chávez. Democracia: se calcula que alrededor del 40% de los venezolanos, no sabe ni el nombre de sus gobernadores. Así de informados los tiene el gobierno.
Y muchas cosas más, iguales o peores que estas. ¿Esto es patriotismo, heroísmo o santidad? No: esto es una repugnante sinvergüenzada.




lunes, 4 de marzo de 2013

¿Por qué no se enseña Economía en secundarias y bachilleratos?

Llevamos, aquellos que estudiamos de los 70´ para acá, toda clase de materias. Desde la primaria hasta el bachillerato, el listado incluyó: Biología, Matemáticas, Historia, Física, Química, Ciencias Sociales, Anatomía, Derecho, Cultura y Arte, Español, Educación Cívica, Geografía, Historia de México, Etimologías,  y la lista sigue, sólo que no las recordamos todas. ¿Y Economía? Jamás en nuestra vida la vimos, ni siquiera se mencionaba, excepto como sustantivo. ¿Por qué?

¿Por qué estudiamos Derecho y Artes, y no Economía? ¿Por qué Civismo y Geografía, y no Economía? ¿Por qué Historia e incluso Taller de Lectura, y no Economía? Llevamos idiomas, pero jamás recibimos una instrucción ni elemental sobre ciencia económica. ¿A qué se debe este "olvido" de las autoridades educativas? ¿Es rechazo? ¿Es error ideológico? ¿Qué es?

Lo impensable de que no se dicte una materia como Economía entre secundario y bachillerato, se debe a que nos obligan a saber de ciencias de convivencia y materias que nos permiten entender la realidad social, y no nos mencionan ni siquiera una materia que está íntimamente ligada con todos los sucesos de la vida diaria. Increíble. De locos.

En la carrera, los que estudiamos Ciencias Políticas, aún nos sorprendemos, los que mantenemos entre capacidad de sorpresa e indignación, porque no vimos una sola hoja de Economía. ¡Y estudiábamos Ciencias Políticas! Si querías saber un poco de la materia, tenía que tomar un seminario de titulación. ¿No es descabellado? ¿Cómo se pretende formar profesionales de la política que no entienden una sota de asuntos económicos? Como si la Economía fuera un fantasma que está en este mundo por errores de ultratumba y nos la cruzamos porque un ya ni modo. Resulta inconcebible esta majadería pedagógica.

La Economía nos rige tanto como las leyes jurídica y las sociales y naturales en general, no se da un paso sin tener contacto con un evento o suceso monetario, fiscal o financiero. Ninguno: desde que vamos a la escuela con o sin dinero para una gaseosa, hasta la decisión de comprar un automóvil. Ni hablar de los impuestos que a diarios pagamos, y de las finanzas por las que padecemos o disfrutamos. ¿Cómo puede ser que algo tan importante para cada ciudadano, desde el más pequeño hasta el adulto y el anciano, sea tabú en las escuelas?

Es extraño. Es tan extraño que es inquietante. ¿Acaso no quieren que los alumnos sepan de ello? ¿No desean que las personas sepan Economía? Suena demasiado complotista. Toda materia de análisis de convivencia y poder tiene el mismo efecto enseñada con dogma, que la económica. Así que ni así hay justificación.

Sería muy interesante preguntarle a una autoridad educativa, cercana a la elaboración y aplicación de los planes de estudio de las escuelas secundarias y preparatorias, sobre esto. Insistimos: es inadmisible que nos apeguen a textos de todo tipo, como los geográficos, y no nos enseñan que de esa geografía salen nuestros productos y en ella reside toda nuestra riqueza. O sea, que enseñan las materias como mini cuentos técnicos que te servirán más adelante para pasar un examen y luego adiós, gracias. Es decir, nuestra enseñanza está completamente desestructurada.

Ahora bien, la única materia que toca temas económicos en el plan de estudios de preparatoria, es la famosa Estructura Socieconómica de México. Tristemente la perspectiva que ofrece es descriptiva y de embarrón. No hay una formulación verdadera del asunto económico, y se plasma siempre desde al punto de vista histórico. En realidad es una materia de formación sociohistórica que maneja datos y cifras económicas. Los eventos o sucesos económicos per natura, y la explicación vinculativa con los sucesos histórico-sociales brillan por su ausencia. No es una materia económica en sí; es una asignatura de muestra de datos y cifras que toma un sentido de repaso de los "problemas" del país en materia de dinero y desempleo, que es lo que básicamente les importa, como si sólo el desempleo y el dinero fueran los tópicos que vale la pena enseñar. 

No enseñan finanzas, ni tampoco escuelas, doctrinas, pensamiento, hacienda. Y algo muy importante, que es donde residen muchas sospechas ideológicas: al evitar esto, lo que se evita es hacer análisis del gobierno como agente económico y como protagonista fundamental de la Economía. La pregunta sigue siendo ¿Por qué? ¿Por qué la discriminación hacia esta ciencia? La verdad reside en los dueños del discurso. Si no la ponen como una asignatura de igual a igual como la Historia o la Biología, debe ser por algo. Nada en estos asuntos, es mero olvido ni coincidencia.


Gobernadores de México: salarios altos, resultados pobres

  • Campeche, caso paradigmático

Fernando Ortega Bernés, el gobernador con mayor sueldo en México. 

¿Cómo se asignan los sueldos los funcionarios públicos? ¿Hay algún cálculo contable, una ponderación financiera con un margen metodológico? ¿Es posible que sean aplicados al vil trancazo? La respuesta es sí. No existe ningún aspecto que permita ligar el salario de un mandatario local (y sus funcionarios) con su desempeño en el cargo. Y esta es otra de las grandes cuestiones que tienen qué ver con criterios de justicia y transparencia. 

Lo más escabroso de este asunto, es que los ingresos de varios gobernadores de este país son escandalosamente altos en relación con lo que su Estado produce o manifiesta en términos de desarrollo social. Y lo más escabroso es que cuatro de los cinco sueldos más altos del país entre los mandatarios estatales, son justamente de gobernantes cuyos Estados tienen altos niveles de pobreza. 

Basémonos en la siguiente situación: a un empleado se le paga por ciertos criterios. Quizá realmente sí le pagan por su trabajo, o más bien por su contribución productiva. O ambas cosas. Pero una cosa es cierta: le pagan con base en ciertos criterios que le permiten acceder a los beneficios corporativos que él ayuda a rendir y a incrementarse. A cambio de sus servicios y desempeño, se le otorga un ingreso con el que tiene derecho a los bienes y servicios que le convengan. Bueno, al menos así se espera que suceda en la realidad. 

Pero eso no ocurre en nuestra burocracia. Los burócratas son los únicos en este país que se asignan salarios sin criterio, sin método y sin sentido. ¿Bajo qué premisa? ¿Cómo se puede ganar cierto sueldo sin un conjunto de requisitos a cumplir para con el contratante? Bueno, la respuesta es mucho más básica que lo que pueda esperarse: porque son vivos. 

Sólo vamos a basarnos en lo que ganan los cinco “afortunados” gobernadores con mayor salario en el país. Las cifras no son de este año, pero les aseguro que para el caso es lo mismo. ¿Por qué? Ejemplo: el gobernador de nuestro querido Estado, Fernando Ortega Bernés, ganaba en 2010 165 mil 378 pesos. Para 2012 esta cifra ascendió a 166 900 pesos mensuales. No se le ocurrió jamás bajarse el sueldo. Aquí se trata de ganar más. Lo malo es que no es su dinero el que usa para eso. 

Otros casos que están como para una novela de misterio y terror, son los sueldos de los gobernadores de los estados de San Luis Potosí, quien se embolsa al mes la nada despreciable cantidad de 165 mil pesos; lo sigue en la carrera por ver quién mete más la mano al erario, el gobernador del estado de Guerrero, con 163 240 pesos; el cuarto lugar, quien no alcanza medalla pero sí muchos billetes, es el gobernador del estado de Nuevo León, cuyos ingresos son la cifra de 156 624. Y para cerrar esta mini “competencia” salarial, tenemos al mandatario poblano, mismo que tiene mes a mes seguritos 147mil 183 pesos en la bolsa. 

¿Bárbaro, no? Bien, viene lo más bárbaro: de los cinco mandatarios aludidos, todos, excepto el de Nuevo León, tienen a sus estados ubicados en más del 50% de pobreza poblacional. A estas alturas, metamos a otro más al costal: el gobernador de Chiapas. Es un caso único. Gana al mes 110 mil pesos, más o menos (117 565 exactamente), pero el 78% de su población vive en la pobreza. Y no, no dice nada al respecto. 

El caso de Campeche es muy llamativo. Nuestro gobernante tiene el salario más alto de México entre los mandatarios estatales; pero los resultados que ofrece no son los más beneficiosos. Campeche es una entidad que calza a la medida la frase de George Bernard Shaw: “La estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”. Esto viene a colación por las cuentas públicas. Según los datos oficiales, el Estado produce al año la nada despreciable cifra de alrededor de 260 mil millones de pesos, contribuyendo al 2% del PIB nacional. Y posee una de las poblaciones más pequeñas en relación con su territorio, con apenas 822 441 habitantes. Y sin embargo, en la realidad, ese producto per cápita de 316 130 pesos anuales no se ve por ningún lado, ya que el Estado tiene la cantidad de 411 220 personas bajo el umbral de los beneficios del mercado; es decir, es pobre. 

Habría que mencionar sobre esto, el asunto de los ingresos estatales en relación con los sueldos generales. Si bien el gobernador del Estado es el primero en el orden, algunos funcionarios no se quedan nada atrás al momento de cobrar: un secretario estatal gana más de 57 mil pesos mensuales y un subsecretario más de 30 mil. Pero como el gobierno implica a los legisladores y a los encargados de administrar y hacer efectiva las leyes, pues tenemos que un diputado tiene ingresos que rondan los 45 mil pesos y los sus asesores, entre 25 y 30 mil pesos. Uno de los más “beneficiados” en esta ronda de salarios, es el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos estatal: 82 mil pesos al mes. Y el Presidente del Consejo General del IFE, casi alcanza los 70 mil pesotes. El rector de la Universidad Autónoma de Campeche (hoy día, rectora, vaya), pues no sufre hambre ni calores ni necesidades tampoco: se lleva casi 63 mil pesos. Ahora, ¿quieren saber quién de los funcionarios alcanza cotas de magnitudes salariales increíbles?: Los magistrados del Poder Judicial, ellos son los “reyes” del sueldazo, con 130 mil pesos y “sencillo” de otros pocos miles de pesos, para las “tortas”. 

¿De dónde y por qué salen estas asignaciones? Esa es la pregunta. 

De los 14 mil 658 millones de pesos de gasto, en 2012, el 15% correspondió exclusivamente a Gastos de Gobierno, con 2 mil millones 274 mil 503 pesos. Y de este gasto, 1 463 millones 244 mil pesos se usaron en sueldos y salarios; es decir, el 17% de lo que se emplea en Desarrollo social va a parar a manos de los funcionarios públicos a través de sueldos. 

El conjunto de burócratas estatales, según cifras de Transparencia, en el Gobierno estatal, es de 7 836 personas (tan sólo en la oficina del gobernador hay 223), que se reparten 1 463 millones 244 972 pesos, esto es que en promedio cada burócrata estatal le cuesta al bolsillo ciudadano 186 733 mil pesos al año, 15 560 pesos al mes. Claro que no todos ganan eso, muchos de ellos no logran rayar ni los 5 mil pesos. Sin embargo la élite, esa gana como campeones. 

¿Y mientras el gasto en sueldos es de más de 1 460 millones de pesos, cuánto destina el Estado en fomento a la producción y a la riqueza? : 9 millones 250 mil pesos. A otros les va peor. Los municipios no alcanzan ni los 1 100 millones entre todos. 

¿Realmente los funcionarios públicos hacen las cosas tan bien, como para ganar esa cantidad de dinero? La respuesta es no. Y es no porque como dijimos al inicio, no hay fundamento alguno; no hay un análisis, un método, un sistema de méritos y nada que se acerque a un poco de coherencia económica y contable para que ganen eso; simplemente se los asignan porque sí. Si no, pensemos en los sueldos de algunos gobernantes en el mundo: Barack Obama es el mejor pagado de la lista. El Presidente de la nación más rica gana 400 430 pesos al mes (calculado en moneda mexicana, claro). Ángela Merkel, la poderosa canciller alemana, no canta mal este corrido y se “agencia” 230 mil. Dilma Rousseff, la presidenta brasileña tiene un sueldo asignado de 187 mil 400 pesos. Unos “menos ambiciosos” en este rubro son Evo Morales, de Bolivia (24 mil pesos al mes), Cristina Fernández, de Argentina (30 mil pesos) o Hu Jintao, de China (10 mil pesos), los cuales se caerían de espaldas, bruces, de lado y hasta con media vuelta hacia atrás si se enteraran que nuestro gobernador gana más de 160 mil pesos; es decir, el 41% de lo que gana Obama, 69% de lo que se ensuelda Ángela Merkel, casi 7 veces más que lo que gana Evo Morales; 5 veces más que la presidenta argentina, y 16 veces más que el presidente de China. ¿Y todo ello, a cambio de qué? 

Es más, ni siquiera se entiende bajo qué criterios se lanzan a huelga los burócratas municipales para exigir alzas del 25% en algunos casos. ¿Tan bien creen que desempeñan sus funciones? ¿Tan excelentes trabajadores son que merecen ganar encima del promedio de un trabajador de empresa privada que, a diferencia de ellos, no tiene seguro que su empresa sobreviva a alguna crisis y por ende su pago. Esto quiere decir algo: los burócratas no tienen ni idea de la igualdad ni de la justicia laboral. En ese tenor está nuestro gobernador, Fernando Ortega Bernés y muchos funcionarios: ¿cómo se obtienen esos sueldos? Si uno coteja resultados, Campeche es un Estado dependiente de ingresos petroleros, por concepto de participaciones y por concepto de ingresos brutos que, para colmo, son contables dentro de la cuenta pública bruta; pero no se quedan en la entidad. 

El Estado no produce riqueza importante que no sea petrolera; sus grandes rubros son la intermediación comercial y los intercambios internos regionales. No es un Estado de movimiento de capitales, ni de inversión directa, ni de fabricación manufacturera, ni de ningún otro rubro que permita valorarlo como aportador de bienes de alto valor agregado. Del total de productos de petróleo, la entidad sólo recibe “participaciones” por ello, siendo del 0.6% el total asignado año con año. La inversión en desarrollo económico no supera los 1 250 millones por parte del gobierno estatal. Y la de fondos directos al fomento y crecimiento productivo, es sólo de 9 millones. El resto de esos fabulosos 260 mil millones de pesos anuales, son un bluff contable, una cuenta que no es de aplicación verdadera. Nuestra producción real es baja. Campeche es una entidad que se sostiene debido a al número de su burocracia básicamente. No producimos realmente nada importante. Ah bueno, sí: pobres. El 50% de los habitantes de la entidad, son pobres y más del 3% no tiene empleo. Somos un Estado de baja inflación porque no hay una gran demanda; los que consumen en Campeche no son un gran segmento, casi siempre los más beneficiados son los que trabajan o dentro del gobierno o para el gobierno como arrendadores de bienes y servicios. El resto de la población, la gran mayoría de la PEA, subsiste en la Iniciativa Privada con bajos salarios, en algunos casos rayanos en la explotación. Sin embargo nuestros funcionarios públicos se hallan entre los mejores pagados a nivel nacional. 

El cuestionamiento es simple, si vamos a pensar en un criterio poderoso que amerite pensar en por qué estos sueldos: si Campeche es una de las tres entidades menos pobladas de México. Las otras son Colima, con 650 mil habitantes y Baja California Sur, con 637 mil habitantes. Y en estas los índices de pobreza son del 34% para la primera, y de 31% para la segunda, ¿por qué el gobernador de Colima gana menos de 80 mil pesos mensuales, el de Baja California Sur 123 mil y el de nuestro Estado es el mejor pagado de todo México, si la entidad es la 13ª en pobreza por estados? ¿Suena justo? ¿Cómo se otorgan los sueldos a nuestros gobernantes? 

Es una cuestión importante porque estos funcionarios, como el caso del gobernador de nuestro Estado, usan este dinero de los contribuyentes para pagarse el salario. No viene de la nada. No es dinero de “monopoly” el que está usando; es dinero real, dinero que a todos les está costando. 

Una de las situaciones más fantásticas de la “democracia” mexicana, es cómo se suben el sueldo año con año los legisladores. En este caso es peor, es el único ente que es su propio patrón y se sube el sueldo sin que nadie le pueda decir nada. Y la pregunta sigue siendo, ¿se lo merecen? 

Nuestro gobernador, por ejemplo ¿se merece este salario? Por eso es que todos quieren entrar a “hacer política”, aunque no sepan de qué se trata eso y se dediquen a todo menos a la política, porque es el trabajo ideal: cobro mucho, hago poco o lo que se pueda, y si la sociedad se lo demanda los mismos que se benefician de que las reglas sean así, lo defenderán, para que se perpetúe de esta manera el viciado e incoherente sistema. Total, el que paga es el de abajo.




Creación de dinero sin respaldo, inflación, distorsión de inversiones, crisis y salvataje a los banqueros, a subsidiarias y empresas cómplices. ¿Y para el ciudadano qué queda? Ruina, destrucción de esfuerzo, pérdida de la dignidad, burla... ¿Esto es justicia?


Propio de Thomas Waits, Hold on es un canto en folk-blues a la virtualidad de la dureza de la vida diaria, y a su vez a la esperanza de la misma. Con el timbre característico que lo identifica, Waits lleva la canción por una sinuosa melancolía firmemente representada por los golpeteos de su guitarra entristecida.

Hold on. Mule Variations. 1999. AD/Anti records.


Indignado manifestante expone la verdad: Poner fin a la Reserva Federal (y a todos los Bancos Centrales del mundo). "Los dólares verdes no son dinero. Usan la inflación como un impuesto oculto". Nada más cierto.

¡Dejen que el dólar caiga!

Iván Carrino

Luego de décadas de inflaciones y devaluaciones, muchos países de Latinoamérica están hoy preocupados porque sus monedas están en constante revaluación contra el dólar estadounidense. Si tomamos los últimos 10 años, por ejemplo, en Brasil el dólar cayó 43%, en Colombia 36%, en Chile 32%, y en Uruguay y Perú 27%.
Esta caída del tipo de cambio nominal fue la que llevó al presidente Santos a pedir un recorte en la tasa de interés en Colombia y a afirmar que "Estamos comprando a través del Banco de la República y a través del propio Gobierno unos volúmenes importantes (de dólares)” para evitar que se su precio siga cayendo. Por su parte, también el presidente chileno Sebastián Piñera expresó su preocupación por el precio del dólar y destacó que se miraba con mucha atención la variable del tipo de cambio, aunque hizo la salvedad de que cualquier intervención en el mercado estaría en manos del banco central, “que es Chile autónomo”.

Ahora bien, suponiendo que los bancos centrales de Latinoamérica efectivamente pudieran contrarrestar la caída del dólar, ¿por qué si antes el problema era el dólar que subía y se apreciaba, ahora es un problema lo inverso?

El argumento más frecuente a favor de una moneda débil es que beneficia a los exportadores. Si un exportador vende productos a un peso cuando un peso es igual a un dólar, entonces ese producto vale, en el mercado internacional, un dólar. Ahora bien, si el tipo de cambio sube y se necesitan dos pesos para comprar un dólar, entonces el precio del producto en cuestión será, en el mercado internacional (al menos por un tiempo) de 0,5 dólares. Las exportaciones, ahora, están más baratas y “el mundo” nos compra.

Si, en cambio, el peso comienza a apreciarse, los dólares pierden poder de compra y nuestras exportaciones se ponen cada vez más caras.

Ahora bien, este análisis es cuanto menos, muy estrecho. Veamos por qué.

En primer lugar, porque una apreciación del tipo de cambio puede generar un perjuicio inicial para los exportadores pero, al mismo tiempo genera un beneficio para todos los consumidores que ahora tienen mayor poder de compra. De la misma forma, la apreciación del peso genera un beneficio para el sector importador que ahora tiene más poder adquisitivo en el mundo.

Además, en el mediano plazo el sector exportador también se beneficiará puesto que al manejarse con una moneda de mayor poder adquisitivo, tendrá capacidad para importar insumos más económicos y ganar eficiencia y competitividad.

Por último, y he aquí lo más importante del análisis, una moneda fuerte es una generadora neta de confianza. Y si a esta se le suma un marco institucional de respeto por los derechos de propiedad, el país que tenga una moneda fuerte tendrá una cola de personas esperando para depositar allí sus ahorros. Este crecimiento en la cantidad de ahorros bajará los tipos de interés, lo que afectará positivamente la inversión de largo plazo, mejorando la infraestructura del país, haciendo crecer el mercado interno y generando empleo sostenible, factor crucial para eliminar la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población.

De hecho, no fue otra cosa que este marco institucional sólido el que dio origen a la fortaleza del dólar y convirtió a los Estados Unidos en el país más próspero del siglo XX.

Merecen una nota aparte Argentina y Venezuela, donde la tendencia es exactamente la opuesta gracias a las obstinadas políticas inflacionistas de sus gobiernos.

En este sentido, si Latinoamérica decide dejar caer el dólar, Argentina y Venezuela tendrán que ver cómo sus vecinos triunfan en la lucha contra la pobreza, reciben inversiones y crecen a largo plazo, mientras que ellos siguen jugando a la demagogia y al progresismo en el que solo progresan los amigos del poder.

Llegado ese punto, acaso esta “mera” revaluación cambiaria sirva, no solo como una mejora económica para algunos países, sino como un modelo político y social para toda la región.


Artículo tomado de Cato.org

http://www.elcato.org/dejen-que-el-dolar-caiga


Argentina: Entre la realidad y la destrucción de la verdad

Roberto Cachanosky

El desborde inflacionario, la escalada del dólar de verdad, los problemas de ocupación y nivel de actividad son el resultado de groseros errores de política económica. Pero, como se sabe, los grosores errores de política económica son el resultado de la falta de idoneidad económica, pero, a su vez, esa falta de idoneidad económica se deriva de una concepción política. En el caso del kirchnerismo o cristinismo (para mí es lo mismo) la política económica siempre estuvo subordinada a la construcción de un poder político autoritario, lo que implicó aplicar medidas económicas contrarias a la lógica más elemental.

Como el autoritarismo y la libertad económica se llevan de patadas, la consecuencia lógica es que un sistema autoritario tienda a regular la economía para someter a la población, no solo mediante el uso de la fuerza pública, sino también amenazándola con dejar sin recursos a quienes piensan diferente. El último ejemplo más evidente lo hemos visto la semana pasada cuando el secretario Moreno le ordenó a las cadenas de supermercados y electrodomésticos no hacer publicidad en los medios de alcance nacional.

Hoy Argentina lucha entre lo que ocurre en la realidad y la imposición del relato oficial que pretende mostrar una realidad diferente. La realidad es que las confiscaciones, los ataques a la propiedad privada, la inflación, el cepo cambiario e infinidad de otros atropellos han generado un grado de desconfianza tan grande en el gobierno que las inversiones brillan por su ausencia, la gente huye del peso refugiándose en el dólar y toda le estructura productiva y la infraestructura están cayéndose a pedazos.

El colapso económico es muy evidente, pero lo que no sabemos es si alcanzará para que la inmensa mayoría de la población reaccione contra el creciente autoritarismo del gobierno y el descalabro económico. Y no lo sabemos porque, como todo populismo autoritario ha construido su relato que, a mi juicio, ha prendido en buena parte de la sociedad. Por eso vemos a esta Argentina dividida y enfrentada. De un lado tenemos a quienes aceptan el relato oficial y del otro quienes advierten que ese relato es la destrucción de la verdad.

Una vez más voy a recurrir a Hayek. Esta vez utilizando algunos párrafos del capítulo 11 de Camino de Servidumbre, publicado por primera vez en 1944, porque parecen escritos para la Argentina actual.

Dice Hayek refiriéndose a los gobiernos autoritarios: “Si el sentimiento de opresión en los países totalitarios es, en general, mucho menos agudo que lo que se imagina la mayoría de las personas en los países liberales, ello se debe a que los gobiernos totalitarios han conseguido en alto grado que la gente piense como ellos desean que lo hagan.” Este párrafo nos remite al pensamiento único que hoy se intenta imponer en nuestro país.

Y agrega más adelante: “Las consecuencias morales de la propaganda totalitaria que debemos considerar ahora son de una clase aún más profunda. Son la destrucción de toda la moral social, porque minan uno de sus fundamentos: el sentido de la verdad y su respeto hacia ella”. Destruir la verdad, desvirtuarla es parte de la construcción política del autoritarismo. Nadie puede cuestionar o poner en duda la verdad impuesta por el autócrata.

Y aquí viene un párrafo que podría decirse que se aplica al dogma que pretenden imponernos: todo lo bueno en Argentina solo pasó a partir del 25 de mayo de 2003. Dice Hayek: “La necesidad de racionalizar las aversiones y los gustos que guiarán al planificador en muchas de sus decisiones, y la necesidad de exponer sus argumentos en forma que atraiga al mayor número posible de personas, le forzarán a construir teorías, es decir, afirmaciones sobre las conexiones entre los hechos, que pasarán a ser parte integrante de la doctrina del gobierno. Este proceso de creación de un para justificar su acción no tiene necesariamente que ser consciente. El líder totalitario puede guiarse tan sólo por una instintiva aversión hacia el estado de cosas que ha encontrado y por el deseo de crear un nuevo orden jerárquico que se ajuste mejor a su concepto de mérito…”Exactamente es lo que vivimos. Todo lo malo que pasa es lo que heredó el kirchnerismo y el mundo que conspira contra Argentina. El mito que pretenden crear es que él y ella han venido a cambiar ese orden de cosas para instalar un nuevo modelo que debe mantenerse en el tiempo. Frase repetida hasta el cansancio en sus agotadoras cadenas nacionales. Todo lo bueno pasó solo cuando ellos llegaron al poder. Antes del 25 de mayo de 2003 no hubo un solo gobierno que hiciera las cosas bien. Ellos han construido un nuevo modelo que debe ser envidia del mundo desarrollado.

Para eso, el líder autoritario tiene que cambiar el significado de las palabras, que al decir de Hayek sería: “la perversión completa del lenguaje, el cabio de significado de las palabras con las que se expresan los ideales de los nuevos regímenes.” Por ejemplo, inclusión social y desendeudamiento han pasado a ser una parte del relato oficial. Destruir la verdad sobre la creciente pobreza, indigencia e incremento de la deuda pública mediante artificios contables, son casos que encajan en esta perversión del lenguaje y el cambio de significado de las palabras.


Como dice el economista austríaco: “De manera gradual, a medida que avanza este proceso (de destrucción del lenguaje) todo el idioma es expoliado, y las palabras se transforman en cáscaras vacías, desprovistas de todo significado definido, tan capaces de designar una cosa como su contraria y útiles tan solo para las asociaciones emocionales que aún les están adheridas”. Basta con ver a los aplaudidores estables de las cadenas y los “espontáneos” cánticos de los siempre listos miembros de La Cámpora para advertir que cualquier frase sin contenido lógico puede ser ovacionada y aplaudida a rabiar. Incluso aplauden antes de que haya terminado la frase. O ríen antes que termine de decir una ironía.

El problema se presenta, si dentro de ese país hay gente que piensa diferente. En ese caso Hayek, ya en 1943 nos decía: “La crítica pública, y hasta las expresiones de duda, tienen que ser suprimidas porque tienden a debilitar el apoyo público”. El autoritario no puede darse el lujo de permitir que haya gente que desenmascare el relato oficial ante la población. En ese caso, quienes piensan diferente son tratados de traidores, oligarcas o destituyentes: “Cuando la duda o el temor expresados conciernen al plan social entero, no pueden dejar de tratarse como un sabotaje”. Clarín, La Nación, ahora los jueces, sabotean el modelo que creó una nueva Argentina desde el 25 de mayo de 2003.

Por eso se necesita un aparato de difusión estatal o paraestatal, en todos los órdenes:“Todo el aparato para difundir conocimientos: la escuela y la Prensa, la radio y el cine, se usarán exclusivamente para propagar aquellas opiniones que, verdaderas o falsas, refuercen la creencia en la rectitud de las decisiones tomadas por la autoridad; se prohibirá toda la información que pueda engendrar dudas o vacilaciones”. Es decir, 70 años atrás Hayek ya nos estaba contando la ley de medios, la compra de medios por parte de adictos al gobierno que luego se sostienen con la pauta oficial, La Campora metiéndose en las escuelas, la propaganda oficial que inunda Fútbol para Todos y demás estrategias de comunicación actuales.

Y, por supuesto, nadie puede contar que las cosas no son como dice el relato oficial: “Se ocultará a la gente todo lo que pueda provocar descontento.” Los datos del INDEC, y si algún economista se atreve a hacer sus propios cálculos de inflación es denunciado penalmente por el gobierno.

Como decía al comienzo de esta nota, luego de haber utilizado varios párrafos del capítulo 11 de Camino de Servidumbre, hoy estamos en una situación en que el gobierno va perdiendo credibilidad por el descalabro económico que vivimos, más la inseguridad, la corrupción y su soberbia. La lucha del gobierno, y tal vez su apuro por poner en funcionamiento la ley de medios, tiene que ver con el título del capítulo 11 de Camino de Servidumbre: El final de la verdad. Hay que ocultar la realidad como sea. Falseando las estadísticas, dando vuelta los argumentos, distorsionando la historia y, sobre todo, eliminando la libertad de expresión.

La destrucción económica es inevitable porque este gobierno no cambiará el rumbo. Lo que queda por ver es si logra destruir la verdad mediante el control de los medios de comunicación y el relato oficial se impone, o si la realidad que padecen los argentinos serán tan lamentable que ni el relato oficial logre ocultar la verdad de esta demolición de la economía y la república.


Artículo tomado de Cato

http://www.elcato.org/argentina-entre-la-realidad-y-la-destruccion-de-la-verdad

Foto: "La verdadera civilización es donde todo el mundo da a todos los demás todos los derechos que reclama para sí mismo"

Robert Ingersoll (1833-1899)
















"La verdadera civilización es donde todo el mundo da a todos los demás todos los derechos que reclama para sí mismo"

Robert Ingersoll (1833-1899)